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Raimundo Fitero

Angie

Tenemos Merkel para rato. Un alivio. Ya no se puede esperar más milagros. Las televisiones no estuvieron demasiado pendientes de las elecciones alemanas. El tiempo de recuento les cogía durmiendo o con sus informativos enlatados repitiéndose hasta la náusea. Pero ganó Angie, con mayor holgura, el único caso de elecciones en estos tiempos d crisis que gana el que gobernaba, aunque no tiene mayoría absoluta por unos pocos escaños. Podrían juntarse los partidos de centro-izquierda que suman la mayoría, pero no se harán por prudencia o imposibilidad. Y todos andan desconcertados o eufóricos. Si sigue Angie, ¿seguirá el euro, la comunidad europea, los recortes, las intervenciones o todo se relajará a partir de este dato? Los analistas no se ponen de acuerdo, pero los corresponsales en Alemania nos señalan que en la campaña, Europa, si crisis, el euro y los recortes, la prima de riesgo y todas esas monsergas con las que nos narcotizan no estuvo en primer plano en los debates. Los alemanes van a lo suyo. ¿Y qué es lo suyo? Escucho, leo, miro las televisiones y cada vez estoy más convencido de que existe más distancia entre Bilbao y Munich que entre Murgia y Saturno. Hemos asistido a una campaña electoral alemana a la que no se ha prestado ninguna atención real, sino simulada. Los cientos de reportajes de la nueva emigración hacia Alemania de los ciudadanos del sur de Europa es retórica, mirada sentimental en el mejor de los casos. Y nadie, sobre todo los periodistas y políticos, saben absolutamente nada de su distribución política, administrativa y componentes legislativos más sustanciales. Vivimos las relaciones con el mundo a través de disolvente de realidades que se llama televisión al servicio de los altavoces oficiales que solamente buscan la manipulación. No tenemos ni la menor idea de lo que ha sucedido en Alemania, solamente que Angie será nuestra inspiración para las canciones tristes de desamor y para echarle todos los improperios cuando la incapacidad de los gobiernos que nos roban no consigna sacarnos del atolladero. Estemos atentos porque seguramente se producirán cambios indescifrables, nuevos horizontes para la economía imperiosa alemana.

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