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Jesus Valencia Educador social

Entre resistencia y construcción no hay contradicción

La furia metropolitana nos obliga a mantenernos en permanente defensa; vigilar cada pared que levantamos ante el riesgo de que, en cualquier momento, vendrán a demolerla

Sería bello prescindir de las empalizadas, jubilar a los vigías, desmontar los puentes levadizos y rellenar los fosos a los que delegamos nuestra protección. Pero ese día feliz todavía no ha llegado. Ni llegará mientras sigamos siendo un territorio ocupado y un pueblo sometido.

Construcción y resistencia son, para nosotros, dos tareas imprescindibles y, al mismo tiempo, complementarias. Corresponde a este pueblo el ir restaurando las desmanteladas estructuras de nuestro viejo Es- tado. Por referirnos a los años zafios de la transición, es impresionante el tejido organizativo que fuimos capaces de tejer. Trabajo lento, minucioso, tenaz, anónimo, generoso, colectivo, ocurrente... Solo así conseguimos poner en marcha incontables iniciativas políticas, sociales, comunicativas, culturales que insinuaban los rasgos identitarios del Estado navarro en versión actualizada. Pero nuestra voluntad fue entendida como sabotaje y nuestra creatividad como delito. España y Francia se confabularon para demoler todo lo que íbamos levantando aunque, para ello, tuvieron que evidenciar su intolerancia, degradar sus institucio- nes, adulterar sus leyes e invertir largos años y recursos en su obsesivo trabajo de demolición.

La furia metropolitana nos obliga a mantenernos en permanente defensa; vigilar cada pared que levantamos ante el riesgo de que, en cualquier momento, vendrán a demolerla. Quienes nos creímos en el deber de resistir, asumimos nuestras arriesgadas responsabilidades y pusimos en la defensa tanto empeño como el que habíamos derrochado en la construcción. La dinámica de creaciones propias y destrucciones ajenas continúa. En este tiempo -que nada tiene de nuevo respecto a la brutalidad estatal- no nos queda más remedio que seguir compaginando ambas tareas; Eleak, Askegunea, Libre, Herri Harresia son las nuevas empalizadas.

Herrira ha sufrido ahora la embestida de las excavadoras oficiales. ¿Cuál será nuestra respuesta? ¿Bastará la mani multitudinaria o tendremos que implementar nuevas estrategias? Reto crucial para una sociedad que rechazó defensas armadas y se comprometió a frenar a los bravucones con métodos no violentos.

En estos días de rabia intensa, de preguntas sustanciales no resueltas y de gestos que insinúan esperanzas nuevas, cedo la palabra al juez Navarro; aquel amigo que se nos fue antes de hora: «No podrán parar a Euskal Herria. La patria de todos los vascos está emergiendo como una nueva nación europea, como lo que siempre ha sido. El horizonte está preñado de promesas y, dentro de poco, las armas estarán tiritando bajo el polvo de la tierra vasca. Quienes conocemos a este pueblo estamos seguros de que no se doblegará jamás. Ha demostrado su profunda capacidad de resistencia, su tenacidad en la defensa de lo suyo, de la integridad de su casa, de la dignidad de su pueblo y de la libertad. Responderá uno a uno a todos los golpes y a las infamias que reciba. Volverá a construir lo que el Estado les destruya. Esa fuerza, esa tenacidad y esa resistencia harán posible el gran parto de Euskal Herria».

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