La manifestación celebrada el sábado para denunciar la operación policial contra Herrira dejó un buen sabor de boca a los asistentes y a todas aquellas personas que trabajan por afianzar la paz y la democracia en este país. No así a quienes representando los intereses más espurios del Estado español intentan cegar cualquier vía de solución. En este sentido, las declaraciones del secretario general del PP de la CAV, Iñaki Oyarzábal, asegurando que la multitudinaria marcha fue «una escenificación» contra el «Estado de Derecho», destilan una irresponsabilidad que cada vez se le hace más insoportable a la mayoría de la sociedad vasca. También es inaceptable que quien aplaude la detención de dieciocho personas por defender los derechos humanos pretenda presentarse a sí mismo como víctima. El cinismo de algunos dirigentes políticos está alcanzando grados superlativos.

En cualquier caso, las declaraciones procedentes del partido que gobierna en Madrid, por boca de cualquiera de sus portavoces, han perdido la capacidad de sorprender a nadie. Este pueblo ya sabe que nada bueno puede esperar por ese flanco. Más desconcertante resulta la actitud de un PNV que tan pronto acuerda con EH Bildu una declaración de rechazo a la redada como insiste en volcar toda la responsabilidad en aquellos sectores que más se han implicado en la búsqueda de la paz. Ayer fue la presidenta del BBB, Itxaso Atutxa, quien instó a Herrira -cuyas actividades ha suspendido un juez español- y los convocantes de la manifestación la tarea de pedir a ETA que «de libertad a sus presos». Olvida la burukide que no es la organización armada la que vulnera los derechos de las personas encarceladas, la que se niega a repatriarlas o quien las mantiene cautivas a pesar de haber cumplido sus condenas o en casos de enfermedades graves e incurables.

Es el Estado quien obstaculiza cualquier avance en términos resolutivos, y son los mandatarios españoles quienes se jactan de ello. Y que resulte una tarea titánica oír desde las filas jeltzales cualquier reproche al único agente que se mantiene en los parámetros violentos de siempre no ayuda a que su violencia desaparezca.