Buzos italianos encontraron ayer 32 nuevos cuerpos del barco naufragado cerca de Lampedusa, una «tragedia» que no debe repetirse, tal como dijo la ministra italiana de Integración. La operación de recuperación de los cadáveres, suspendida el viernes debido al estado del mar, se retomó por la mañana.

Hasta el momento se han recuperado 143 cadáveres. Se estima que en el barco viajaban entre 450 y 500 inmigrantes, en su mayoría eritreos, que zarparon desde Misrata, en Libia. Solo 155 pudieron ser rescatados con vida después de que la embarcación se hundiera a causa del fuego que ellos mismos provocaron para dar la voz de alarma tras quedar varados a escasa distancia de la costa.

Antes de viajar a Lampedusa, la ministra de Integración italiana, Cecile Kyenge (de origen congoleño), pidió en una entrevista concedida al diario «Il Corriere della Sera», que no haya «más tragedias como esta» y consideró que son necesarias políticas de «prevención».

Abogó por unas políticas de inmigración menos severas, y anunció que se triplicará el número de plazas en los centros italianos para inmigrantes, «de 8.000 a 24.000». El de Lampedusa está saturado, con solo 250 plazas para mil personas, en un año en que a Italia han llegado 30.000 inmigrantes.

Kyenge remarcó que «los flujos migratorios han cambiado», y que ahora se trata más de refugiados que huyen de conflictos que de migrantes económicos. «Las leyes no pueden ser punitivas», argumentó.

Instó a modificar la ley adoptada durante el Gobierno de Silvio Berlusconi que incluye el delito de «inmigración clandestina», y sanciona a los civiles que los ayuden.