SEGUNDA A 8ª jornada
Un ataque de rabia en el momento oportuno
Tras un inicio descorazonador, el Alavés reaccionó con carácter y goles para reencontrarse con la victoria y engordar su colchón sobre el descenso.
ALAVÉS 3
HÉRCULES 1
GARA | GASTEIZ
Plácida noche de domingo para el Alavés. Al menos para quien fuera capaz de relajar las pulsaciones de un partido tan emocionante como el que permitió a los albiazules reencontrarse con la victoria. Una semana después de tocar fondo en Santo Domingo, el equipo de Natxo González se rehízo, pese al desalentador arranque de partido, para reunir mucho carácter, algo menos de juego y, sobre todo, un magnífico resultado. Y para dar cierto grosor a su colchoncillo respecto al descenso -dos puntos y ahora el Eibar de por medio-, en el que dormirá al menos durante cinco días más.
No pareció que fuera a ser así en los primeros compases del partido. Advertido, probablemente, de los fulgurantes arranques de su anfitrión, el Hércules decidió ejercer de local en Mendizorrotza y salió con las pilas cargadas al máximo. Tuvo el balón, tuvo la iniciativa, tuvo el peligro y sí, también tuvo el gol. Centró Assulin, una pesadilla para los gasteiztarras en la primera media hora, y remató Eldin para firmar el 0-1.
Los peores augurios tomaron forma, sobre todo porque el gol no encontró respuesta en las filas del Alavés, aparentemente noqueado. Afortunadamente, y aunque fuera con más esfuerzo que estilo, el cuadro albiazul empezó a recomponerse poco a poco. Tuvo, además, la fortuna de empatar en una de sus escasas ocasiones. Fue en un córner forzado por el inagotable Ion Vélez que el propio ariete cabeceó para permitir que su equipo llegara vivo al descanso.
Invirtió, así, el orden un Alavés que primero marcó y después reaccionó. Toda la rabia acumulada desde la semana pasada se soltó en una segunda parte en la que los alicantinos acabaron noqueados. Sobre todo desde que Toti -que se estrenaba en la formación inicial- cabeceara una asistencia de Óscar Rubio para poner a los alaveses por delante.
Se vino definitivamente arriba el equipo de Natxo González que, ahora sí, puso casta y juego. Y dispuso de ocasiones suficientes como para firmar un marcador más holgado, aunque tuvo que conformarse, y bien a gusto que lo hizo, con el 3-1 a cargo de Viguera, que remataba un servicio de Nano a veinte del final.