Cuando en la campaña 2009/10 se hablaba del advenimiento de la «Liga Bipolar», en referencia a un Real Madrid estelar entrenado por Ettore Messina y un Barça que se hacía con los servicios de Ricky Rubio, los aficionados de otros equipos de la Liga ACB y los neutrales guardaron silencio, a la espera de que algún outsider se colara y les aguara la fiesta. Al final, el Caja Laboral Baskonia de Huertas, Oleson, English, Herrmann, Eliyahu o Splitter se llevó de forma inesperada aquella edición liguera, superando al Real Madrid en semifinales y al Barça en la finalísima. Fue la «Liga de San Emeterio» y aquel «dos más uno» final en la prórroga del tercer partido. Parecía el fin de la «Liga Bipolar».

Pero no. En realidad se trataba del inicio de esa bipolaridad. Amparados por el fútbol, culés y merengues no han visto rebajado su suelo presupuestario, a pesar de que el tirón entre sus masas basquetboleras sea más bien limitado, mientras que el resto de sus rivales o bien han perdido o cambiado patrocinadores por culpa de la crisis económica, o bien, aunque hayan mantenido algún sostén económico privado, se han visto obligados a reducir su presupuesto de manera drástica, perdiendo en el ínterin a jugadores referenciales, que en muchos casos han ido a parar a rivales directos. Dicen que el dinero no da la felicidad, pero desde luego que sin él, es difícil pagársela. Y aunque tener dinero para pagarla no dé la felicidad, al menos sí sirve para costearse el psicólogo.

El ejemplo de la consulta del psicólogo atiende a los equipos vascos de la Liga ACB Endesa 2013/14 más que nadie. Laboral Kutxa Baskonia vive un permanente reajuste de sus cuentas, de forma que sus planteles han ido perdiendo lustre, hasta el punto de que es el propio equipo el que reconocía que por calidad es peor que los grandes. Bilbao Basket se salvó gracias a la inyección de dinero de la Diputación de Bizkaia -las malas lenguas hablan de que el club debiera llamarse «José Luis Bilbao Basket»-, mientras que Gipuzkoa Basket, recién terminado el patrocinio de Lagun Aro, no para de buscar, pero aún no ha encontrado quien inscriba su nombre en la camiseta.

Si hubo un lema que funcionó en el seno de Saski Baskonia, ese fue el de «Carácter Baskonia». Claro que aquel lema coincidió con la época en la que el actual Laboral Kutxa llegaba a cuatro Final Fours de la Euroliga seguidas y se permitía el lujo de destituir a un entrenador tras ganar una Liga ACB, como Neven Spahija en la campaña 2007/08. Pero tras la «Liga de San Emeterio», llegaba el desierto. Nada de títulos, nada de finales, la salida por la puerta falsa de todo un Dusko Ivanovic, y un compendio de jugadores voluntariosos sin el plus de calidad, o de talentosos sin carácter guerrero, como Nemanja Bjelica o Lampe. Ahora se busca recuperar ese carácter. «Vuelve el carácter», vaticinaba Fabien Causeur. «No tenemos a nadie que meta 20 puntos por partido, pero sí a muchos que puedan aportar», explicaba el escolta galo. Desde luego que el ensayo general de la Supercopa no dejó ningún buen sabor de boca, pero al menos servirá para conocer las limitaciones y errores propios.

Walter Hodge, Hanga, Lamont Hamilton y Mainoldi -más los añadidos de los temporeros Clark y Kelati, y los canteranos Ilimane Diop y Van Oostrum- son los nuevos fichajes de un Laboral Kutxa Baskonia que inicia un nuevo ciclo con el retorno de Sergio Scariolo al banquillo. Y con él un ideario claro, pero que requiere tiempo. Presión al balón y cuidado del rebote en defensa, para poder correr y arriesgar con el juego a campo abierto. Mientras, calma y evitar las pérdidas en el juego a media pista. Hodge, un «fogoso» base que espera «encender a la fanaticada» aspira a ser base titular, mientras Heurtel vivirá tal vez su última oportunidad de consagrarse al máximo nivel. Causeur y Jelinek deberán dar un paso adelante -en pretemporada lo han hecho-, mientras Hanga se recupera y San Emeterio vuelve a ser quien fue. En el interior, Nocioni jugará de ala-pívot abierto a tiempo completo junto con Mainoldi, siendo ambos dos «cuatros» faltos de fuerza y centímetros, pero más móviles. Lamont Hamilton deberá imponer su habilidad tanto de cara como de espaldas y Tibor Pleiss tendrá que convertirse en eje del juego bajo los aros. «El año pasado se me aprovechaba básicamente en continuaciones, y ahora espero tener algunos sistemas para mí», respondía el pívot alemán a este diario al ser preguntado sobre el papel que espera en esta temporada.

El objetivo: semifinales de Liga y Copa y Top 16 de la Euroliga. Si se saca algo más, es que el «Carácter Baskonia» existe de veras.

«Gerontocracia» y renovación

Bilbao Basket y Gipuzkoa Basket forman las otras dos patas del baloncesto masculino vasco en la élite. Ambos sin patrocinador, viven momentos difíciles en lo económico, mientras que en lo deportivo sus caminos son bien dispares. Los hombres de negro han apostado por la veteranía de un grupo experto, mientras que desde Donostia se arriesga y se busca el bloque ante todo.

Bilbao Basket ofreció una paupérrima cara en la Supercopa, pero ante los Sixers, la cosa no fue tan grave, con los jóvenes Bertans -que acabó lesionado- o Kavaliauskas dando una buena imagen. Con todo, con Rafa Pueyo «ascendido» a capitán del banquillo en lugar de Fotis Katsikaris, Bilbao Basket ha «implosionado». Su «consejo de ancianos», Raül López, Grimau, Mumbrú y Hervelle, con el añadido de Gabriel, se queda por menos dinero, mientras que la nueva ola, los Pilepic, Vrkic, Samb, Carmichael, Bertans y Kavaliauskas, vivirá el inicio liguero a la sombra de la «gerontocracia» mientras aprende cómo dar el paso adelante que sus mayores le van a exigir, sobre todo después de los meses de marzo y abril.

La pretemporada ha demostrado que el proyecto de Rafa Pueyo precisa de mucha paciencia. Por ejemplo, Roger Grimau deberá volver a aprender a jugar de base, ya que esa es la apuesta de su entrenador, mientras que Kavaliauskas deberá refrendar atrás sus buenas maneras de ataque. Carmichael parte como cuarto pívot, pero en su primera experiencia lejos de los Estados Unidos, se ve perdido por momentos, aunque con maestros como Hervelle o Gabriel, podrá aprender este oficio. Y, sobre todo, el propio Rafa Pueyo, todo un estudioso del baloncesto, deberá lidiar con momentos de tensión o malas rachas de resultados. Hay segundos entrenadores que han triunfado, como Joan Plaza, Xavi Pascual o Sito Alonso, o el propio Fotis Katsikaris. El técnico bilbaino tendrá que mandar y al mismo tiempo apoyarse en su «gerontocracia» para salir victorioso.

Mientras, Gipuzkoa Basket se da una reválida. Tras el descenso deportivo, saldado después de una pretemporada que les nació cruzada, este verano las cosas han cambiado. Con menos dinero que nunca, pero con más amor al riesgo, los de Álvaro Bilbao, nuevamente con Sito Alonso al frente, buscan recuperar la «ilusión», según lo comentado durante su presentación oficial.

Con caras nuevas como Huskic, Jason Robinson, Winchester, Rumsdell o Hanley, no tan nuevas como Jon Kortaberria, los canteranos Motos y Olaizola con ganas de mostrar sus progresos, y la columna vertebral formada por Salgado, Neto y sobre todo un Doblas que es el pívot más puro que tienen, Sito Alonso ha creado un grupo que quiere ser «el campeón de los de la segunda liga», según Álvaro Bilbao. La pretemporada, con seis victorias en siete partidos, les ha salido ideal. Sin dinero, pero en vías a la felicidad.