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Raimundo Fitero

Un golpe

Cuesta entender lo que ha sucedido en Fagor. Dejar que la situación se deteriore de tal manera, hasta el punto de difícil retorno en el que parece haber entrado, no provoca otra cosa que un cierta angustia y desasosiego. Es un duro golpe a un ideal de economía social. El cooperativismo como actitud solidaria y con resultados de eficacia por encima de coyunturas parece haberse escapado por el desagüe de la línea de electrodomésticos. En las televisiones se han ofrecido imágenes que parecerían inverosímiles hace apenas un lustro. Si alguien se le ocurre plantear hace tres años que se iba a producir un cierre en estas condiciones, con tanta destrucción de tejido laboral, nadie lo hubiera creído. Las televisiones han sabido seleccionar las declaraciones de los trabajadores para crear más confusión porque han ido dejando un reguero de incomprensión, como si la condición de cooperativista no fuera otra cosa que una cuestión nominal, táctica, y no una voluntad fuertemente meditada y consciente de participar en un proyecto colectivo más allá de un puesto de trabajo puntual. El criticar como se ha visto de manera habitual a la dirección y el referirse a unos aparentemente individuos ajenos al núcleo de trabajadores que han llevado la situación hasta esta inimaginable deterioro, no hace otra cosa que gestar más dudas.

Uno siente que con Fagor se nos van muchas ideas preconcebidas sobre el mundo utópico y probablemente idealizado de la Corporación Mondragón. Los primeros síntomas de que algo pasaba nos llegaron con las denuncias de una especie de preferentes que afectó a clases populares. Todo lo que se va sabiendo no alimenta una idea de futuro muy halagüeña. En esos momentos se trata de cercenar la parte inviable sin deteriorar al conjunto. Todas las medidas que se tomen van a ser dolorosas y van a producir fisuras. De alguna manera, en Arrasaste se ha perdido definitivamente la inocencia cooperativista. Un golpe duro del que habrá que levantarse sin pérdida de mucha energía. Parece que la situación de los supermercados tampoco está como para tirar cohetes. ¿Exceso de confianza, falta de determinación, de cálculo o directamente una mala gestión?

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