Gloria REKARTE Expresa
Con la esperanza puesta
Muchas veces, demasiadas, la esperanza acaba por los suelos, no digo que herida de muerte, pero si maltrecha de gravedad. Luego la levantas, la sacudes un poquito y te la vistes de nuevo. Y esperas que andando el camino, se le vayan curando los descosidos. Y cuando ya casi luce bien verde y como nueva, un zarpazo te la tumba otra vez.
Muchas veces, demasiadas, cogiendo, recogiendo y recosiendo la esperanza. Hoy la tenemos, más nueva, más clara, se nos hace algo más llano el camino. Pero sigue habiendo camino. Y nada fácil: el Gobierno español ha puesto en clave de dolor y ofensa lo que solo es la defensa de los derechos humanos. Triste, pero significativo. El Gobierno se retrata enquistado en la venganza y en la ingeniería -puede que también jurídica, pero sin duda ideológica- del sufrimiento. Y quiere llamarlo justicia, todavía más triste y aún más significativo.
España se jugaba mucho el día de ayer, según palabras de Ruiz Gallardón. No hay mucho que desmentirle porque cuando está en juego los derechos humanos, España, Euskal Herria, Europa, todos y todas, nos jugamos mucho. Pero no parece que fuera ahí donde veía el peligro, sino en el menoscabo que podía sufrir un proyecto político que pasito a pasito, con el dolor como lanza y como escudo, nos acerca marcha atrás al tiempo anclado. La sentencia de Estrasburgo empuja en el sentido contrario. Los derechos humanos ni se negocian, ni se condicionan. No admiten peros, cláusulas ni medias tintas, ni mucho menos se sujetan ni responden a intereses políticos. Se respetan... o se vulneran.
Por la defensa de los derechos humanos, con la esperanza nueva, a seguir avanzando.