Crónica | En el macrojuicio de Madrid
Mañana de WathsApp con un ojo en la sala y otro en Estrasburgo
Con un ojo en la sala, donde el macrojuicio político contra Batasuna celebraba su tercera sesión, y el otro en Estrasburgo, a la espera de la decisión final del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Los acusados en la mal llamada causa contra las «herriko tabernas» recibieron como en Euskal Herria, con satisfacción contenida, la decisión de los togados.
Alberto PRADILLA
Pasaban poco más de cinco minutos de las 11.30 horas y las cabezas de casi todos los presentes en la Audiencia Nacional miraban más hacia abajo y a los alrededores que hacia el tribunal. Frente a los tres togados, media hora después de comenzar la sesión, José Luis Franco respondía a las preguntas de su abogado, Kepa Landa. El resto aguardaba ansioso los primeros titulares desde Estrasburgo. Súbitamente llegaron los tuits y wathsapps que avanzaban que la Gran Sala de Estrasburgo ratificaba su decisión de 2012. Así, las tensiones de la mañana (al acceder a la sala no había otro tema de conversación) daban paso, progresivamente, a una alegría contenida y sin aspavientos. Fue un momento en el que acusados, letrados y público comenzaban a cruzarse miradas. Primero buscando la confirmación, luego con satisfacción expresada a través de guiños y sonrisas.
«Quince a dos», se escuchaba desde una de las últimas bancadas. Ahí, en el lugar en el que se sentaban los ciudadanos que habían acudido para apoyar a los acusados, otra voz llamaba la atención sobre el voto, aliado con la mayoría, del único magistrado español. Sin dar tiempo para que los crecientes susurros y el boca-oreja pudiesen elevarse por encima de la voz del declarante, el juez Ángel Hurtado ordenaba silencio. «Guarden los comentarios para el receso», sentenció el togado. Y el juicio, ya con otro ambiente más relajado, siguió adelante.
Para no restar protagonismo a las reacciones previstas en Euskal Herria, los acusados habían advertido previamente de que no harían declaraciones en la Audiencia Nacional. Así fue. Durante el receso, hora y media después de que se conociese la noticia, la agencia Europa Press apuntaba que militantes abertzales como Rufi Etxeberria se habían limitado a mostrarse «muy contentos» por el fallo.
Las referencias al dictamen de Estrasburgo llegaría a Madrid por la tarde, en un acto solidario con los encausados organizado por la plataforma contra los juicios políticos y que tuvo lugar en la parroquia San Carlos Borromeo, histórico templo obrero con gran tradición asociativa. Ahí, con más de un centenar de asistentes (además de los acusados), Joseba Permach y la escritora Cristina Maristany tomaron la palabra y confiaron en que la decisión judicial suponga un paso para la resolución.