Fractura en UPN
La fractura en UPN se reabre con la vuelta de Sanz al primer plano
Miguel Sanz regresó a escena el pasado viernes para protagonizar el Consejo Político de UPN «más tenso que se recuerda». El expresidente ha mantenido, al menos, una reunión en secreto con Roberto Jiménez, de la que salió fortalecido. Mientras tanto, Barcina tiene cerradas las vías de acuerdo con el PSN. Sanz quiere ahora que UPN celebre una cumbre para redefinir su rumbo.
Aritz INTXUSTA
La fractura en UPN está lejos de resolverse. Las heridas que dejó el Congreso de la pasada primavera no eran fáciles de cicatrizar. El triunfo por la mínima de Yolanda Barcina (tan solo 72 votos) le dio todos los cargos de la Ejecutiva y el control sobre todas las estructuras del partido. Aun así, su debilidad política como presidenta del Gobierno ha acabado por demostrar que se trató de una victoria pírrica. Ahora, sus rivales internos quieren la revancha y en el pasado Consejo Político le lanzaron el órdago: quieren celebrar una «cumbre» extraordinaria para fijar cuál será el rumbo del partido, al menos hasta las siguientes elecciones de 2015.
La razón que empuja a los díscolos es que saben que es bastante probable que queden fuera del Gobierno a no ser que recuperen el apoyo del PSN. Y el principal escollo para el entendimiento es la figura de la presidenta. Todo empezó a caldearse con la irrupción en el espacio público de Miguel Sanz, el 1 de octubre. En ese desayuno, frente a toda la elite político-empresarial navarra, Sanz lanzó las dos ideas claves que sustentan la rebelión. La primera es que sin el apoyo del PSN los números no darán a UPN para gobernar, «ni por el forro». La segunda, y que es la que todos los medios eligieron para titular, al día siguiente es que el alejamiento de Barcina de Roberto Jiménez y los suyos constituye un «haraquiri político». Y está más que claro quién es, para Sanz, el piloto kamikaze.
Sanz se ha sentido capaz de plantear esta cumbre extraordinaria porque confía en un acuerdo con el PSN. De hecho, durante el mes de octubre ha habido, al menos, una discreta reunión entre Sanz y Roberto Jiménez, en la que estuvo también un empresario que, en primavera, apostaba por Barcina. Según ha podido saber GARA, esa reunión fue bastante fructífera.
Todo lo contrario ocurrió con el intento de la presidenta de arreglar las cosas con el PSN. Barcina envió a hablar con la dirección del PSN a una de las personas en quien más confía: Ana Setién. Setién habló de los próximos presupuestos, de Donapea (aún no habían tumbado el PSIS) y de la reforma del mapa local. La respuesta de Jiménez fue que no les darían ni agua. Tan mal discurrió ese encuentro que se corrió la voz de que Setién salió del encuentro «sollozando». En conclusión, ahora Barcina controla todas las estructuras para gobernar el partido, pero quien de verdad tiene la llave para que UPN gobierne Nafarroa es Sanz.
Justo después de ambos encuentros secretos, llegó el terremoto de la venta del centro Donapea al Opus Dei. El PSN decidió que el proyecto que en su día apoyó ya no servía. Barcina huyó hacia adelante y publicó el proyecto en el BON hasta que fue el propio Opus quien decidió que ese era un callejón sin salida y dejó tirada a Barcina, rompiendo el acuerdo y amenazando con llevarse uno de los tres centros de investigación que planteaba. Al día siguiente, el PSN se mostraba dispuesto a negociar desde cero, procurando marcar distancias con el resto de la oposición. La idea de que detrás de esto había un complot contra la presidenta la alimentó ella misma el día de su fracaso: «Para mí no es un castigo, ni para UPN, ni para la Universidad de Navarra. Hoy estamos ante un castigo para todos los navarros». El caso es que para el sector de Sanz lo ocurrido supuso un enorme arreón y, aunque solo sea por proximidad en fechas entre su encuentro con Jiménez y la votación de Donapea, parece que el expresidente, cuanto menos, estaba al corriente de lo que pasaría.
Algunos nombres propios
En paralelo, el ambiente interno en UPN se había caldeado con una serie de artículos de opinión, el último de ellos firmado por Chon Latienda, vieja gloria del sector más ultramontano. Su disidencia le valió un expediente por parte del comité de disciplina de UPN, un organismo que había permanecido dormido durante todos los escándalos de CAN, pese a que estatutariamente debiera de haber intervenido de oficio (y debe, porque Sanz sigue imputado). Pero si Barcina pretendía dar imagen de fortaleza con un castigo ejemplarizante, consiguió lo contrario. Con igual de contundencia que Latienda se pronunció Faustino León, exalcalde de Cintruénigo, saliendo de rositas.
Con los disidentes despiertos y tan solo un día después del fiasco de Donapea, llegó el Consejo Político del viernes pasado. Y, según relata la web de El Informador, saltaron chispas dentro del Hotel Iruña Park. La petición de celebrar esa cumbre fue lanzada por el propio Sanz. Se trató de un desafío abierto y a Barcina no le gustó la idea. En esa reunión, y siempre según el relato de El Informador, el alcalde de Iruñea fue el único que intentó calmar las aguas. Todo en vano. Se trató del Consejo Político de UPN «más tenso que se recuerda».
Además de Sanz y de Barcina, dos de los principales valedores de Catalán participaron en el debate. Se trató de la senadora Amelia Salanueva, la más respetada de los «catalanistas» (de hecho, recibió más votos que el propio Catalán debido al sistema de listas abiertas) y el visceral Eradio Ezpeleta. También salió a la palestra el propio León, incitador de la revuelta.
De entre las filas de Barcina tomaron la palabra Javier Gómara y el portavoz del Gobierno, Juan Luis Sánchez de Muniáin. Estas intervenciones no hicieron sino ahondar en la división interna. Las voces críticas del partido aseguran que fueron contestaciones «fuera de tono» y cargadas de «reproches».
Otra de las intervenciones más llamativas fue la de Nacho Igea, el nuevo líder de las Juventudes. La elección de Igea en junio de este año ha supuesto un cambio importante, ya que hasta ahora, las Juventudes eran una cantera barcinista. Los dos últimos líderes de Juventudes Navarras han sido Sergio Sayas (aupado por Barcina hasta la Secretaría de Organización del partido y estos días encargado de encender la hoguera de las mociones contra Inés del Río, que de paso ha puesto al rojo vivo la relación con el PSN) y Fermín Alonso, concejal de Festejos de Iruñea. A Alonso y Sayas se les atribuye la trama de filtraciones para destapar el presunto escándalo de las dietas del Ayuntamiento de Iruñea. Y en esa operación se habrían encargado de salpicar a los dos principales apoyos de la familia contraria en el Consistorio: Juan Frommknecht y María Caballero.
A diferencia del tándem de Sayas y Alonso, Igea se ha intentado colocar en una especie de punto intermedio censurando la división conseguida. Eso no gustó a la líder del partido en el Consejo del viernes pasado, que le cortó la intervención para pedirle que no se hablara más del IX Congreso.
Fuentes conocedoras de lo ocurrido confirmaron que la «cumbre» se solicitó «para poder seguir trabajando juntos». Las características de la cita planteada están sin precisar, ya que no tiene antecedentes en UPN. Al parecer, lo que Sanz tiene en mente es una especie de plebiscito extraño, que dé voz de nuevo a toda la militancia.
¿Equipo o escaparate electoral?
En este clima de tensión, a la líder de UPN le faltan personas capaces de sujetar al partido. Barcina llegó tan ajustada a la pelea con Catalán que pensó más en un cartel electoral en busca de votos que en un equipo serio para poder controlar al partido. Por ello, en las listas de Barcina iba como aspirante a secretario general una joven promesa carente de la experiencia suficiente como para controlar a un partido fragmentado. Se trata del alcalde de Noain, Óscar Arizcuren, cuya gestión de la crisis ha sido nula. De hecho, ha decidido opositar para mejorar su puesto en AENA y ya pasa más tiempo en Lanzarote (su previsible nuevo destino) que en Nafarroa. Por el momento, ha dejado la Alcaldía y mantiene el cargo de secretario general. Pero, cuando más se le necesita, no está.
Su otro bastón de apoyo, el vicepresidente Juan Antonio Sola Pradilla -alcalde de Fustiñana- se convirtió el contrapeso idóneo a Catalán en Erribera. Pero un referente ribero no es suficiente para controlar un motín que llega hasta el corazón de la capital navarra y cuando las diferencias entre UPN y PSN ponen en peligro el status quo donde han medrado toda una generación de empresarios y constructores.
Todas estas carencias y, sobre todo, la forma de dirigir al partido tras la victoria, parecen haber aumentado la división. El esquema de base lo han resumido Sanz y Carlos García Adanero: tras las próximas elecciones gobernarán ellos o Bildu. Es decir, UPN se lo juega todo, y el calendario aprieta. Queda año y medio y UPN sigue incapaz de adelantar quién será su candidato a la Presidencia. Sanz acertó en el término «haraquiri político», pero queda por ver quién se lo hará, si Barcina, él mismo, o todo el partido
17 de marzo
Barcina tumba el motín de Catalán por la mínima (72 votos) pero se queda con todo el poder del partido. Catalán se niega a entrar en la Ejecutiva y su sector se agazapa esperando otra oportunidad.
24 DE JULIO
El Supremo archiva la causa contra Barcina por las dietas de CAN. De paso, Sanz se libra de su imputación (le queda otra en la AN) y su posición se fortalece de nuevo dentro del partido.
25 de octubre
Sanz anuncia en el Consejo Político (el organo con mayor número de representantes) que quiere celebrar una cumbre para redirigir el partido hasta 2015. Barcina no le concede esa demanda.