Una de las características del proceso de bancarización de Kutxabank es su falta de transparencia; pero, a pesar de ello, se puede vislumbrar el objetivo inconfesado de ese proceso. La función de las cajas era preservar de la usura a las capas populares, es decir, darles acceso al crédito que los bancos les negaban y preservarles de abusos. La transformación de las cajas en un banco se ha venido justificando por la obra social, que ha resultado ser una disculpa para para llevar a cabo una operación que va camino de convertir la razón de ser de esas cajas en aquello que combatían, un banco cuyo objetivo es maximizar los beneficios. Hubo quien advirtió de ello cuando las cajas se transformaron, y fue negado, pero los hechos demuestran cada vez más claramente que aquella decisión hería de muerte a las cajas como tales. Una operación en la que la figura de Mario Fernández adquiere enorme importancia, pues, a pesar de abandonar (forzado por su edad) la Presidencia de BBK -que a partir de ayer preside Xabier Sagredo, un miembro de la ejecutiva vizcaina del PNV-, continúa en la presidencia de Kutxabank. Como presidente del banco, Fernández puede seguir otros cinco años más hasta que, cuando cumpla los 75, tenga que dejarlo. Cinco años es, precisamente, el plazo que dio Madrid para ejecutar la primera venta de acciones de Kutxabank.