El mal partido ante el Atlético colea
Sin palabras, sin argumentos
Preocupación en el entorno rojiblanco no solo por la mala imagen en el Calderón, sino por la falta de un estilo definido de juego.
Joseba VIVANCO
Sin palabras. Mudo. Así se quedó Ernesto Valverde en la sala de prensa del Calderón mientras resonaba en el exterior la alharaca colchonera por haber pasado por encima, sin despeinarse, de un equipo sin alma, que de los 93 minutos que duró el partido, pisó el área madrileña un 4% de este tiempo, según las sangrantes estadísticas. La falta de explicaciones del técnico gasteiztarra habrá que enmarcarla en un intento comprensible por no hurgar, al menos en público, en la herida de un vestuario que tiene mucho que reflexionar. Él y su entrenador.
La sombra de Marcelo Bielsa, lo hemos dicho más de una vez, para bien o para mal, para lo bueno y para lo malo, sigue siendo reciente y alargada. Su impronta en la primera campaña sigue pesando en el imaginario colectivo. Le costó enderezar el rumbo unas cuantas jornadas, pero ni entonces, ni en las grandes noches después y ni en la decepcionante temporada siguiente se le podía reprochar que aquel equipo no sabía a qué jugaba. Aquel equipo se plantaba en el Calderón y sí, le partían la cara, pero la daba. Era fiel a algo. A un estilo, a una idea. Todos, propios y extraños, sabían a qué iba a salir ese Athletic al césped. Como sucede hoy con el Rayo de Paco Jémez, que lleva camino de morir, sí, pero con una idea, con la suya.
No se trata de caer en la demagogia y defender un Athletic flirteando con el descenso pero con las botas puestas. Lo primero porque la plantilla actual tiene equipo y mimbres suficientes como para hacer buen fútbol y demostrarlo. Nos demostraron que también son capaces de endurecerse mentalmente y demostrar que pueden ganar donde y a quien sea. Y que también pueden ser fieles a un estilo.
El problema es que once jornadas después, hoy, nadie sabe a qué juega este Athletic, nadie sabe qué busca, nadie sabe a qué Athletic verá cuando el trencilla hace sonar su silbato, y por saber, nadie sabe entre ellos mismos si hoy es titular y mañana parte desde el banquillo, cuando no de la grada. Nadie, salvo, se supone, Valverde.
Este Athletic se sostiene no solo agarrado a unos valiosos puntos que hasta ahora han atemperado las dudas y hasta las críticas, sino que vive gracias a un San Mamés que asiste silencioso cada partido hasta que el colegiado de turno o el marcador en contra le hace echarse a los jugadores a la espalda y levantar resultados. Ahí es donde ha residido hasta la fecha la fortaleza de este equipo. Un conjunto que va dando tumbos en su juego, en sus alineaciones, en sus propuestas no ya futbolísticas sino en cuanto a objetivos cada partido.
Los dos últimos encuentros ante Elche y Atlético, incluso los inmerecidos interrogantes que muchos dejaron caer sobre el triunfo ante el Villarreal, han enterrado de un plumazo cualquier recuerdo reciente de buenos minutos de fútbol o remontadas cuasi épicas. Toquero de delantero centro, su insistente y fallida apuesta por Herrera como enganche, De Marcos no termina de atisbar una regularidad con tanto ajetreo de puestos, dejar a Susaeta en el banquillo ante el Atlético siendo el quinto mayor asistente de la Liga, echar a los leones -colchoneros- al joven Morán en lugar de dar entrada a Herrera... No queda nada para que como medie otro mal partido ante el Levante, las aceradas críticas al equipo comiencen a fijarse también en el máximo responsable del vestuario.
Las últimas semanas, con ese colchón que daban los puntos, el juego aun difuso de los rojiblancos se perdonaba en base a que en cuanto el equipo comenzara a carburar, puntos y juego irían de la mano. El problema es que lo del Calderón ha sido un tortazo mayúsculo, no tanto por el qué sino por el cómo. Sopapo en toda regla. Y ahora llega Caparrós y su incómodo Levante. O se sacan los tres puntos, o el parón liguero hasta el día 25 se hará muy, muy largo.
«Es cierto que hay cierta diferencia, pero un equipo como el nuestro no está tan lejos de los tres primeros. El domingo, el Atlético nos ganó con comodidad, pero eso no quiere decir que siempre vayan a ganar de la misma forma. No vamos a estar arriba, pero vamos a competir contra ellos», respondió ayer en Lezama Mikel San José, ampliamente superado por el contrario como el resto de sus compañeros. El navarro, no obstante, asumió que «tenemos que hacer muchísima autocrítica y aprender. No podemos negar que ellos fueron mejores, que no llegamos en ataque ni a inquietarles. Les hicimos que tuvieran un partido muy cómodo. El equipo fuera de casa no está haciendo las cosas bien». GARA
El acta del partido en el Calderón firmada por el colegiado Fernando Teixeira Vitienes recoge que la actitud del público colchonero fue «normal», cuando sus ultras no cejaron de proferir cánticos contra los vascos, incluidos los dirigidos al que fuera seguidor realista Aitor Zabaleta. También recoge que Laporte jugó 12 minutos menos de los reales y que David Villa marcó 5 minutos antes y Diego Costa 3 después.
Ander Iturraspe se ejercitó en el entrenamiento de ayer en Lezama, aunque fuera al margen del grupo, y no parece que tenga problemas para estar en condiciones cara al partido ante el Levante. Habrá que ver también la evolución de las lesiones de Balenziaga y Laporte, cuyas bajas trastocarían sensiblemente la línea defensiva ante los de Caparrós.