Raimundo Fitero
Impunidad
Se habla de corrupción con total impunidad. Los que la hacen, la consienten, la jalean, la denuncian y la sufren, se emparenta por esa sensación de estar ante una plaga divina a la que nadie puede sustraerse. Nos van a convencer de que la corrupción es consustancial a la existencia humana, que no hay ninguna posibilidad de pararla ya que siempre se reproduce de una manera u otra. Es una consigna derrotista. Es la parte más contaminante de la corrupción de las ideas. Y la duda es que a lo mejor tienen razón, que el mapa de la corrupción empieza a muy temprana edad cuando copiamos un examen o fingimos una calentura.
Jordi Évole empieza a ser un problema para el dueño de su cadena, ya que las audiencias que logra son muy importantes. Y las consigue con entregas en donde queda al descubierto algunas de las maneras en que se reproduce la corrupción en el ámbito político o partidista. Y actualmente el foco principal de las corrupciones más insultantes están en los archivos, pendrives, memorias y cómplices de la banda organizada conocida como PP. Salió un imputado en el caso Gürtel, alto cargo de esa organización en Galicia, que lo dejó bastante claro: todos roban, el porcentaje más elevado del dinero para pagar las organizaciones y sus dirigentes sale de donaciones empresariales en dinero turbio. Lo dijo. Y nadie lo desmiente.
Pero lo dijo tras haber pasado una temporada en el talego, cuando le viene por delante algún problema mayor y se supone que como aviso a navegantes. Pero en esa entrega de «Salvados» vimos otro testimonio, quizás más tosco, una concejala de un grupo mixto a la que le ofrecieron tres millones de euros y tres pisos si votaba a favor de un plan urbanístico en su ciudad. Y el alcalde era de IU, y los otros cómplices del Partido Andalucista y del PP. Es decir, están todos en el negocio de las recalificaciones, de los sobornos, del robo. Existe un estado paralelo que mueve las grandes inversiones en obra pública a base de regar corruptos y de magnificar socialmente a los corruptores. Parece tarea imposible que con la impunidad legislativa actual se pueda regenerar este tejido de chorizos y trincones que son los que hacen las leyes.