Una pésima Real salió goleada en el Bernabéu en un partido en el que nunca fue rival del Real Madrid. Su primer tiempo resulta impropio de un equipo que juega Liga de Campeones. Permitió al conjunto blanco jugar a placer, estuvo blando, sin intensidad, sin rigor táctico, sin capacidad ni carácter para responder a lo que le planteaba el encuentro, no tuvo el balón, y solo el orgullo de la segunda mitad y la relajación madridista impidió que el partido terminara con goleada de escándalo.

Jagoba Arrasate intentó reforzar el equipo en el aspecto defensivo con la alineación conjunta de Markel y Elustondo, que estuvieron mal como todos sus compañeros, pero los males principales del equipo estuvieron delante y detrás de ellos.

Delante porque Xabi Prieto, que era el que debía haber marcado a Xabi Alonso, no supo leer el encuentro. El capitán realista juega sin balón como un segundo delantero porque la Real defiende con un 4-4-2 en el que él y el delantero presionan a los dos centrales rivales. Pero con su experiencia debe saber que a su espalda Xabi Alonso se encontraba sin oposición porque Markel y Elustondo jugaron cerca de los defensas y controlaban a Khedira y Modric y el tolosarra aprovechó el espacio que se creaba entre los dos cuartetos para iniciar el juego madridista y combinar con los tres jugadores más adelantados.

Ninguna premisa cumplida

Y una vez que llegaba el balón a los tres jugadores en que el Madrid se ha gastado solo en traspasos más de 225 millones de euros los cuatro defensas realistas lo hicieron de horror. Una de las premisas para intentar sacar algo en estos campos es aguantar el empate inicial el máximo tiempo posible y permitieron a los blancos marcar dos goles en 18 minutos sin oposición.

Para tener opciones ante un equipo de la calidad del Madrid, como con el Manchester, es necesario además jugar a un altísimo nivel, que el contrario no lo haga y tener la ayuda de la suerte y de cosas que no dependen de uno, como el arbitraje. Cuando todas las premisas se dan al revés pasa lo que le sucedió a la Real, que salió goleada.

Arrasate pedía antes de viajar a Madrid que su equipo jugara un partido perfecto y la primera mitad se situó justo en las Antípodas. Decidió alinear juntos en el doble pivote a Markel y Elustondo, como hizo esta temporada en Leverkusen y en Vallecas, para intentar apoyar con dos jugadores de sus características a los cuatro defensas en su duelo ante tres estrellas de gran calidad que atraviesan un gran momento y con el objetivo de no darles espacios para que impusieran su velocidad.

Pero ni ayudaron ni los defensas se dejaron ayudar. Es difícil defender peor que lo hicieron en la primera parte los cuatro jugadores más retrasados, especialmente los dos laterales y, sobre todo, José Ángel. Las críticas a Arrasate se centrarán en la elección del doble pivote, pero su mayor error fue colocar en el lateral izquierdo a un mal defensor como el asturiano para enfrentarse a jugadores de la calidad de Ronaldo y Bale.

Comienzo horrible

Su colocación defensiva fue muy deficiente y así llegó la jugada del primer gol del Real Madrid, en la que José Ángel regaló su espalda al menos indicado, a Cristiano Ronaldo, que recogió el centro sin oposición de Benzema, al que Carlos Martínez no entró sin que Griezmann acudiera en su ayuda, para abrir la goleada. Ya el portugués había avisado antes con un disparo al larguero y Bravo estuvo a punto de tragarse una falta botada por Xabi Alonso, que jugaba a placer.

Sin margen para asimilar el golpe llegó la jugada del segundo gol con los mismos protagonistas en el bando del Real Madrid, aunque con los papeles intercambiados. Ronaldo centró y Benzema marcó. También se repitieron las facilidades defensivas realistas, que permitieron el centro y el remate sin oposición, cosa que no cabe permitir ante rivales de ese nivel. Muchas veces los laterales realistas tienden a recular sin entrar al balón y eso ante jugadores como Benzema o Cristiano Ronaldo, si no llegan las ayudas, es un auténtico suicidio.

Si no se cumplían tres de las cuatro premisas necesarias para dar la sorpresa -aguantar el marcador el máximo tiempo,jugar al 100% y que el rival lo hiciera al 50%-, tampoco la cuarta, que el resto acompañe.

Aunque parezca absurdo hablar del árbitro en un partido como el de ayer, no mostró ninguna de las dos tarjetas amarillas que mereció Modric para el minuto 15 y en la jugada del 3-0 no pitó falta de Benzema a Mikel González previa al rigurosísimo penalti pitado a Markel porque, al margen de que es involuntaria, el brazo está por detrás del cuerpo para apoyarse en el suelo y no está extendido. No se lo puede cortar. Y no es lo mismo ir 3-0 que 2-0, que da opción de meterse en el partido en caso de meter un gol, pero tampoco se pueden bajar los brazos como hizo la Real entonces.

Para acabar el desastroso primer tiempo llegó el 4-0 en otra jugada en la que el Madrid combinó a placer y Carlos Martínez habilitó a Khedira para que recibiera el balón a la espalda de los centrales y fusilara a Bravo.

Una segunda parte diferente

El partido cambió en la segunda mitad porque los dos equipos salieron con otra actitud y predisposición. El Madrid se relajó y la Real apeló al orgullo para evitar un resultado de escándalo. La entrada de De la Bella por detrás de José Ángel permitió mejorar en defensa en esa banda, la de Zurutuza ayudó el juego ofensivo y la salida de balón y con Griezmann ganó mucho el equipo blanquiazul en el puesto de delantero centro.

Es el jugador que mejor está de cara a portería y así metió su séptimo gol en las cinco últimas jornadas de Liga. Es el primer realista tras Kovacevic (2002) en marcar en cinco partidos seguidos y pudo lograr dos goles más y estuvo a punto de provocar un penalti. También Vela obligó a un paradón de Diego López, aunque fue Ronaldo el que estableció el resultado final con su tercer gol en la otra falta directa en la que Bravo volvió a evidenciar uno de sus pocos defectos.