IBILIZ IBILI | Marko SIERRA
Baigura, la «Génesis» perdura
Ni Bing, ni Bang (ni Bung). Nada. En el libro del Génesis, ni explosión inicial, ni se dice que Dios empezara a jugar con «tierras y mares» para deshacer y hacer los supercontinentes (los tres últimos Rodinia, Pannotia, Pangea). Visto lo cual, mejor seguir con nuestra historia particular.
Si situábamos las rocas del Urtsuia en tiempos de la rotura de Rodinia, las del Baigura mayormente quedarían más cercanas a la rotura de Pannotia. Esta excursión, hilo conductor de la anterior, es un viaje en el tiempo y el espacio, que parte de la falla de Lohuso (límite entre Urtsuia y Baigura, y razón de ser de los baños de Kanbo-Cambo Les Bains) y se adentra en el viejo macizo de Baigura.
En efecto, pasamos de 800M de años a unos 500M de años y emigramos del Polo Sur al Trópico de Capricornio. Embarcada la montaña de Urtsuia en Armórica, placa tectónica independiente situada entre Laurasia y Godwana, Baigura es un baño móvil hasta aparecer Pangea, con nueva orogénesis incluida, que pondrá al descubierto este paleomacizo y otros como Aiako Harria-Cinco Villas-Labourd, Aldudes-Quinto Real, Mendibeltza, Iguntze y Oroz-Betelu.
Encima esta mirada distinta de Baigura con Hego Haizea es un deleite para la vista, con sus montañas y valles, si aplicamos el zoom de largo alcance; poco gozo y mucho pozo, si con el intermedio nos quedamos en sus antenas; y es la NADA si con el cercano buscamos fósiles en las rocas. Su alta cristalización enterró de por vida tal posibilidad.
Un recorrido opcional
Partiendo de Oihanetxeberria, por la misma carretera y sentido utilizado, veremos una señal amarilla cercana a un roble central, que invita a girar a la izda. A los pocos metros en el siguiente cruce, punto de llegada en la bajada, seguiremos al frente para adentrarnos después en un bosquete con robles americanos. Junto a una erreka y un nuevo cruce, tomaremos la pista ascendente a mano izda. que pasa primero junto a una cuidada borda. Al minuto, dejamos ese trazado a la derecha, para continuar de frente junto a un vallado, primero entre prados, luego con adehesado de robles (ametza) y finalmente hilera de castaños. Atravesada esta, giramos a la dcha. para ascender en fuerte pendiente por un prado que se adentrará en el bosquete, donde veremos una nueva traza de sendero con marcas amarillas en el suelo, que pronto nos sacan de la arboleda, para que entre matorrales, helechos y pequeñas manchas de prados -atentos a las marcas-, lleguemos a Pagazaharreta y a la estrecha carretera que asciende hacia Baigura (0.40h).
Como somos montañeros, cortamos la carretera perpendicularmente y primero al frente -entre árgomas y prados- y luego a la derecha, llegamos a una borda para luego seguir de frente, hacia la montaña decididamente. Por segunda vez, nuestro impulso montañero nos empuja hacia arriba cortando toda tentación de seguir un sendero junto a un estrecho panel amarillo. A los pocos minutos, alcanzada la segunda arboleda, y atentos al suelo buscando a la izda., una tercera señal recuerda al mendigoizale que por estrecha senda debe ascender al pie del roquedo situado de frente.
Este roquedo expone y aflora, aquí y ahora, todo su encanto geológico, a la vez que es viejo testigo de nuestro paso por la vida, durante unos pocos minutos de gloria, a través de un divertido y juguetón sendero, hasta que el clímax se acaba, al rodear la montaña y observar como, de pronto, la carretera ascendente y zigzagueante, ningunea la montaña (1.20h).
Aquí o acariciamos la cresta o continuamos el sendero que tangencialmente corta las curvas de la estrecha carretera. En el primer caso se llega a la antecima de Erregelu y por su cresta a la cima principal. En el segundo directamente a dos tablas de orientación a W y E, permitiendo identificar las montañas que nuestra vista alcanza. El occidente de Midi de Bigorre y la prolongación del Pirineo hacia el W. es un espectáculo que debe hacernos inmunes a las «hamaika» antenas que, metros más arriba, ocupan la cima (1.40h). Uno se pregunta si el progreso, o el dinero, no da para «más»...
Entre tanta antena pondremos una más, «la nuestra», para que continuando por la cresta nos ayude a no perdernos en el descenso a la altura del primer collado, donde giraremos bruscamente a la derecha con alguna señal en rojo y algún pequeño poste indicativo tumbado en el suelo. Dicho giro nos conducirá a un sendero en descenso suave, aunque algo decidido siguiendo las marcas amarillas, y que obvia el descenso directo que parte de lo más alto de la montaña. En este descenso llama la atención el cambio de color del suelo (del marrón al rojo) consecuencia de periodos geológicos distantes, de 500M a 250M. Siguiendo dichas marcas y alguna que otra revuelta, llegaremos al doble collado de Txantxo, el primero sin arbolado contiguo, el segundo con arbolado cercano (2.35h).
Aquí, con Adarre al frente, (hermano geológico del de Andoain, desde hace 250M de años, y hermano de sangre en lo toponímico-cultural desde unos menos), diferenciaremos al montañero del senderista. Quince minutos de fuerte subida evidente permiten disfrutar en atalaya excepcional el recorrido realizado y el restante. Bajando de nuevo al collado (3.10h), por pista rojiza, y bajo la última hilera de hayas, inmortalizamos Baigura. Al poco, obviando el sendero que sale a la izda. y la cruz roja a la derecha, por pista herbosa descendemos, entre argomales y helechales, hasta alcanzar una borda. Ahí girando nuestra mirada a la izda., vemos como Adarre mira desafiante al senderista y saluda al montañero en bella estampa. Al poco, una segunda borda aparece, lugar donde el tono rojizo termina, anticipo de un final cercano, para el cual seguimos de frente en el primer cruce, antes de tomar el nuevo firme de la nueva pista que, convertida en asfalto y junto a un castañar, cierra el círculo, a la vez que avistamos el lugar de inicio (3.50h).