Raimundo Fitero
Goteo
Cada fin de semana unos considerandos y ejecuciones de sentencias, convierten los noticiarios de todas los canales en un sobresalto. Cada salida de un preso vasco que debía estar en la calle hace años se transforma en una manifestación de dolor extenuante. Es un goteo masoquista. Una negligencia más de un sistema jurídico politizado que no acaba de acomodarse a una realidad que ha variado los objetivos emocionales. Es un sufrimiento, un ritual que reproduce todos los bajos niveles de tolerancia y de aceptación de las decisiones judiciales superiores.
Quieren mantener la actitud revanchista, administrar la venganza hasta lo imposible, pero se convierte en algo que les afecta más a ellos mismos de una manera incontrolable ya que parecen seguir intentando administrar ese dolor general en beneficio electoral propio. Pero se han equivocado de dosis, no han comprendido que el corpus social no admite más manipulación a estos niveles, y que en vez de intentar solucionar un grave problema con rapidez, lo alargan como si les pareciera adecuado mantener este asqueroso nivel de manipulación, dejándose mecer por las consignas más ultras.
Es una situación que tiene remedio con la simple aplicación de la sentencia europea, y no meterse a interpretaciones, a hacer declaraciones que bordean lo punible, con la única intención de mantener la estrategia de la tensión, de la intolerancia como imagen ilusoria de una falsa fortaleza a partir de actitudes totalitarias que consideran es lo que necesitan para mantener una incierta credibilidad ante su electorado.
Los ciudadanos más abiertos a soluciones no traumáticas deben sentirse absolutamente sobrepasados por las biografías de los que van abandonando las prisiones. Uno de ellos, sin delitos de sangre como nos indican, y que lleva veintitantos años de condena más los añadidos arbitrariamente por todos los vengativos políticos de ahora y de ayer. Hay una actitud de los medios absolutamente impresentable, porque quienes cruzan los portones de las prisiones son personas que han pagado, y de sobras, con la sociedad y son tratados con un desprecio por sus derechos básicos realmente denunciable. Un goteo de mierda.