Con el título “Celestino Uriarte, Klandestinitatea eta Erresistentzia Komunista” acaba de publicarse un libro que aporta claridad y luz sobre una de las épocas más oscuras de nuestra historia. La biografía de Celestino Uriarte es mucho más que la de un arrasatearra comunista, euskaldun, sumergido en los avatares de los años 30 y 40 de nuestro reciente pasado.
Impulsor y responsable de las Juventudes Socialistas Unificadas de Guipúzcoa; dirigente de la Revolución del 34 en Arrasate, de la columna que ayudó a neutralizar el levantamiento fascista en Donostia en los primeros años de la contienda; creador y jefe del Batallón de los Dragones; jefe de una brigada en la Batalla del Ebro que recibió la medalla del valor; responsable de los barracones vascos en el campo de Gurs; exiliado en Chile; responsable político-militar de la guerrilla de Madrid en 1945; dirigente de las primeras acciones armadas contra el régimen franquista en zona urbana; responsable político-militar de la guerrilla valenciana; y miembro de la Troika que asu- me la dirección político-militar de los makis comunistas de la región Cantábrica.
Encarcelado en Asturias en 1947 y condenado primero a 30 años de cárcel y luego a muerte, organiza una espectacular fuga de Martutene en 1950 que le llevará primero a París y luego a Polonia como miembro siempre del Comité Central del PCE, hasta su expulsión por desavenencias con la dirección, juntamente con Lister en 1970. Su bibliografía delata la enorme importancia política de un extraordinario militante revolu- cionario. Su biografía nos permite también reinterpretar importantes acontecimientos de la resistencia del Movimiento Comunista de los años 30 y 40, de la resistencia antifranquista en los primeros años de la clandestinidad, de la historia de Euskal Herria y, como no, de la Revolución del 34 en Mondragón.
La biografía de Celestino sirve para describir las grandes contradicciones entre las burocracias políticas y los hombres y mujeres comprometidos en las acciones de las resistencias y en las luchas revolucionarias. Profundiza por lo tanto en la dinámica y problemática de la emancipación humana y sirve, por supuesto, hasta para un conocimiento antropológico de las personas y sociedad de la época analizada.
Especial relevancia adquiere la aportación del libro sobre la Revolución del 34, uno de esos grandes episodios que marcan la vida de los pueblos en su intento de conquistar el cielo. Allí quedaron los heroicos asturianos que asaltaron las trincheras de una imposible victoria. Ella marcó también una época histórica de la guerra social de Euskal Herria. En Arrasate, Eibar, Hernani y Aretxabaleta se reprodujeron los anhelos, aspiraciones y comportamientos de los mineros asturianos. En Arrasate, como en Asturias, el proceso adquirió un cariz revolucionario.
Fueron jóvenes comunistas que creyeron que otro mundo es posible. Pero no en el sentido de los progres que buscan hoy la felicidad, sino que se comprometieron en su carne y en su sangre por la creación de la «República Social» que hiciera girar hacia la izquierda a la república de entonces. Su ética fue por tanto revolucionaria, en nada parecida a la ética de sumisión en la que tanto in- sisten hoy fuerzas denominadas de izquierda y democráticas. Fueron jóvenes voluntaristas que creyeron también que «todo es posible»; motivados por la utopía y que conscientes de las enormes potencialidades de la acción humana, quisieron reproducir la revolución rusa en nuestros lares.
Ellos han sido una parte consustancial de lo mejor de nuestra historia y de lo mejor de nuestra gente. La de aquellos que lucharon por la emancipación humana en nuestra tierra. La de aquellos comunistas euskaldunes, que sintiéndose parte del Pueblo Vasco, reivindicaban la autodeterminación de las naciones y creían que el socialismo y la revolución social traería también la libertad de Euskal Herria.
La lucha contra el capitalismo es más compleja de lo que pensaban aquellas gentes. La opresión tiene también más facetas. La emancipación más vertientes. El proceso histórico ha derribado algunas de sus más firmes convicciones. La conquista del poder exige estrategias más complejas. La toma del poder no soluciona todos los problemas. El socialismo no garantiza la libertad de los pueblos. El partido no es hoy garantía para la creación de la nueva sociedad. La subjetividad del militante obediente y acrítico, obstaculiza el proceso revolucionario.
Pero también el capitalismo vale menos que entonces para resolver los grandes problemas de nuestra época. La consigna de la república social se funde ahora de manera más nítida con la libertad de Euskal Herria, para hacerse más verídica, imprescindible y necesaria que nunca. La valentía, espíritu de igualdad social, militancia, decisión y entrega de ellos y ellas es también toda una referencia ética para los días actuales.
Ellos fracasaron en su intento. Pero las limitaciones de su época les impidieron ver que en las últimas décadas del siglo XX su consigna de República Social, integrada de manera mas expresa con la de la libertad de Euskal Herria, fuera también un referente creciente de la resistencia. No podían adivinar que su «república social», integrada en el proceso de emancipación de nuestro pueblo, emergería para las nuevas generaciones del siglo XXI como un referente no sólo necesario, sino esta vez, además, imprescindible. -
Fede De los Ríos
