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¡Deslocalícense ustedes, señor Sanz y compañía!

Igor Urrutikoetxea - Responsable del Metal en LAB

La saña y alevosía de BSH merece mención especial. Tres plantas cerradas en Euskal Herria en menos de tres años, todas ellas rentables. Más de 240 empleos eliminados. Ahora plantean eliminar otros 140 Las multinacionales no deciden irse atendiendo al grado de conflictividad o paz social que reina en una determinada planta, sino buscando el máximo beneficio en el plazo más breve

Los cierres de empresas rentables como consecuencia del cáncer de la deslocalización se están convirtiendo en el pan nuestro de cada día. Hoy son BSH-Lizarra, Caucho Metal y Mepamsa. En total, cerca de 500 empleos penden de un hilo en el sector industrial en Nafarroa. Ayer fueron Ufesa, Schenider y Sanyo, también en Nafarroa; el almacén y la comercial de BSH, Reckitt, Moulinex, L & P, Tecasa, y un largo etcétera, en Euskal Herria. Una realidad sangrante que ha destruido ya cerca de 5.000 puestos de trabajo en el sector industrial en tres años.

La saña y alevosía de algunas multinacionales, como por ejemplo BSH, merece mención especial. Tres plantas cerradas en Euskal Herria en menos de tres años, todas ellas rentables. Más de 240 empleos eliminados. Ahora plantean eliminar, como mínimo, otros 140. Ningún político les pide responsabilidades, ni les critica. Tal vez incluso les otorguen la Medalla de Oro de Nafarroa, como hicieron con VW, que chantajea día sí y día también a sus obreros con la amenaza de deslocalización y que en estos años ha destruido unos 1.500 empleos. Amenaza que se repite con el único fin de que las y los empleados, presas del miedo, terminen aceptando condiciones laborales regresivas. Ceder al chantaje es un camino que no tiene fin, porque las multinacionales no deciden irse atendiendo al grado de conflictividad o paz social que reina en una determinada planta, sino buscando el máximo beneficio en el plazo más breve.

Una manifestación de más de 10.000 personas exigió en mayo al Gobierno de Navarra que dejase de rendir pleitesía a las multinacionales y que el futuro industrial y económico del territorio no continuase hipotecado a manos del capital transnacional (115 multinacionales en Nafarroa en 2005). La ciudadanía exigió una política industrial y durante todos estos meses el Gobierno se ha limitado a mirar a otro lado. Es más fácil decir que no se puede hacer nada, que arriesgar tomando medidas y exigir responsabilidades a las multinacionales que tras percibir ayudas públicas deciden marcharse dejando a las y los trabajadores a su suerte y desmembrado el tejido industrial de Navarra. Ni Sanz, ni Armendáriz, ni las multinacionales deslocalizadoras van a solucionarnos nada, simplemente porque para eso deberían ponerse «a trabajar duro".«Deslocalicemos", pues, al Sr. Sanz y Cía, antes de que conviertan Nafarroa en un desierto industrial!

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