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La importancia del método

Txotxe Andueza

Periodista

En cuestiones de política, tan importante es el contenido como el método. Buenas intenciones, buenos programas pueden caer por las malas formas de sus protagonistas, mientras que un buen método puede hacer bueno un programa vacío o malo de solemnidad. De lo segundo tenemos muchísimos ejemplos; sin ir más lejos, la mayoría de las grandes campañas electorales que tras una buena estrategia comunicativa esconden muchas veces objetivos inconfesables o una falta total de proyecto. Pero también hay de lo contrario, y al parecer, en estos días, hay personas/grupos interesados en darnos un nuevo ejemplo de ello.

Ahotsak es un buen proyecto. Se trata de constituirse en instrumento para colaborar en la superación de las expresiones violentas del conflicto. Y se ha dotado de un buen método. El diálogo y la búsqueda de acuerdos en base a lo que une a sus componentes. Muchos dirán que nada nuevo, pero Ahotsak había conseguido, antes y después de salir a la luz pública, conducirse siempre de manera fiel a su objetivo y a su método. Y en su corta existencia ha tenido oportunidades para demostrar que es posible avanzar por ese camino cualquiera que sean las circunstancias.

Había dudas sobre el papel político que podía jugar Ahotsak. Quienes están acostumbrados a mirar a las iniciativas protagonizadas por mujeres por encima del hombro, aseguraban que jamás sus postulados llegarían a incidir en la dinámica de los partidos, y que se quedaría en juego de mujeres. Y se han equivocado. Por otro lado, quienes defienden que la mujer tiene «un no sé qué», que la faculta especialmente para defender la paz, también se han equivocado. Ahotsak es un producto humano, que intenta corregir con la fuerza de un amplísimo colectivo social que se extiende en toda la sociedad, en todos sus estamentos, en todas sus redes, una política hecha por y para el conflicto. Pero las ingerencias de estructuras partidarias que sienten amenazado su protagonis- mo pueden hacer que esa labor fracase, que las contradicciones se impongan al deseo de paz.

En época de filtraciones y de valoraciones estridentes, quiero animar a las mujeres que pusieron este movimiento en marcha a superar una vez más las diferencias, y a no abandonar un método de trabajo que ha conseguido unir más de 5.000 voces en torno a un manifiesto.

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