La pasión de las mujeres no sólo la podemos encontrar en la cama, también somos apasionadas para otros temas, tales como defender lo que pensamos que es justo y, sobre todo y ante todo, defender y dar la cara por nuestros hijos.

No sé si es la indignación o la pasión la que me inspira a ser vulgar y mal educada, pero creo que el hecho de que se juzgue a nuestros hijos como terroristas, que se les encarcele y se les torture, es un hecho que nos puede poner furiosas a muchas, y creo que, como madre defendiendo a sus hijos, yo no me conformaría con quemar contenedores y autobuses; tampoco voy a tirar bombas, y tampoco me conformaría con cortar con grandes tijeras los penes y testículos de muchos responsables. Quizás mi venganza sería más creativa, o tal vez sólo me uniera a todas las madres y juntas haríamos una revolución de madres dolidas y ofendidas, y esto puede ser aún más peligroso de lo que ya hay, puesto que las mujeres somos capaces de cualquier locura con tal de salvar a nuestros hijos. Recordemos cómo son las mujeres las que más sobreviven a catástrofes naturales o naufragios llevando a sus hijos en brazos.

Cuántos movimientos sociales, indígenas, obreros, campesinos... se han levantado con fuerza gracias a la pasión de mujeres reivindicativas.

Ya basta de prejuicios sociales. Ni somos los inmigrantes sinónimo de tontos y delincuentes, ni son los vascos sinónimo de terroristas, ni Batasuna es sinónimo de ETA, ni es colaborador de ETA todo aquél que defienda al País Vasco, su lengua, su cultura o a su gente. No se trata de partidos políticos, sino de sentimientos sociales.

Siempre me he considerado inculta e ignorante comparada con todos los intelectuales, pero las mentes cuadradas de muchos, la falta de criterio, la incapacidad de análisis profundo, la simplicidad, reduccionismo y falta de tacto de muchos políticos, me hace pensar que somos muchos tontos e ignorantes en el mundo.

A los políticos les interesa prolongar el conflicto vasco, pero a las madres nos urge que se solucione de inmediato el conflicto, queremos garantías de que a nuestros hijos no se les va a perseguir, encarcelar y torturar por sus ideales; garantías de que estamos dando nuestro voto a quienes van a ser nuestros portavoces, quienes tendrán el carácter de defendernos, quienes van a condenar todo tipo de violencia, no solamente la de ETA, sino también la violencia que está asesinando a nuestros hijos. Queremos garantías de que nuestros hijos podrán crecer, estudiar y vivir en su país, y de que no acabarán suicidándose en las cárceles, ni serán víctimas de conflictos no resueltos.

No creo que las cárceles del mundo sean suficientes para todas las madres dolidas y ofendidas, rabiosas e indignadas, que quieran salir mañana exigiendo justicia para sus hijos, y quiero creer que tampoco los políticos desean encontrarse con la furia de nosotras las mujeres. Espero y deseo que reflexionen, dialoguen con sensatez y valentía y nos recuerden que todavía podemos creer y esperar un futuro de paz.