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Los herbolarios convierten en salud los remedios naturales más ancestrales

Es tiempo de gripe. Y aunque este año los virus no están especialmente activos, no conviene confiarse demasiado. Para mantener alta la guardia, nada mejor que pasarse por un herbolario. Allí ofrecen, en pequeños envases, grandes dosis de salud natural.

Anjel ORDOÑEZ

La echinacea es una planta cuya raíz contribuye a incrementar las defensas naturales del cuerpo humano ante las agresiones de los virus invernales. La utilizan, desde tiempos inmemoriales, los indios norteamericanos. El propóleo es una sustancia resinosa que fabrican las abejas para recubrir las paredes de la colmena y proteger así su hogar de los ataques de las bacterias.

La echinacea y el propóleo llevan sobre la faz de la tierra miles de años y han sido utilizados por el ser humano desde la noche de los tiempos. El ácido acetilsalicílico fue sintetizado en el año 1897 y el paracetamol no fue puesto a la venta, por primera vez en los Estados Unidos, hasta 1955.

La historia, cuando menos, juega a favor de los productos naturales. Y eso lo saben muy bien en los herbolarios, esos casi siempre pequeños establecimientos que ponen a nuestro alcance una amplia variedad de productos naturales y un no menos extenso caudal de conocimientos aplicados siempre en primera persona. Porque no todos somos iguales ante el AH3, nombre que recibe la cepa del virus que circula por Euskal Herria.

Este año, y hasta la fecha, la gripe viene atenuada. Lo dicen esas estadísticas semanales de las autoridades sanitarias, que no le hacen ninguna falta a Pili Goitiandia, porque lo ve a diario. Lleva más de 25 años al frente de «Belagorri», uno de los primeros herbolarios de Bizkaia, ubicado en Galdakao. «Ahora empieza a venir gente que nota escalofríos, molestias... Pero hasta ahora, nada de nada. Sí ha habido mucho catarro y muchas alergias, pero motivadas por el clima tropical este que hemos tenido», comenta con una sonrisa.

Menos leche de vaca. ¿Sorprendente?

Goitiandia también coincide con las estadísticas oficiales al señalar que los niños están siendo los más afectados. «Vienen con la nariz, la garganta y el aparato digestivo dañados, y lo primero que decimos a padres y madres es que les quiten la leche de vaca para acabar cuanto antes con los problemas». Enseguida nos advierte de que estas palabras suelen causar sorpresa, y no tarda en explicarse: «No es nada que yo me haya inventado, hay estudios científicos que lo avalan. Hay que tener en cuenta la gran cantidad de medicinas que se suministran a las vacas para evitar enfermedades como la tuberculosis, medicinas que luego nos tomamos a través de la leche».

¿Y en lugar de la leche? Licuados vegetales: de soja, arroz, avena... todo con tal de evitar la lactosa, que potencia los mocos y las congestiones entre la gente menuda. Vienen muy bien los bífidos concentrados, adecuados en cantidad a cada edad.

En esto de la gripe hay hábitos de salud que la cultura moderna está haciendo desaparecer. «Antes, las madres nos metían en la cama y nos daban calditos y zumitos. Ahora parece que lo único importante es medicarse para poder salir cuanto antes de casa», se lamenta Goitiandia.

Las alergias son otro de los grandes apartados a los que hacen frente con eficacia los herbolarios. «Hasta no hace tanto -destaca Goitiandia- eran algo estacional, relacionado con la primavera y que afectaba especialmente a las personas que no cuidan su alimentación, que consumen demasiadas proteínas...; pero llevamos ya cinco o seis años con alergias todo el año».

Mientras Pili Goitiandia habla con pasión indisimulada, por la puerta no dejan de entrar clientes. Normalmente acuden en busca de una alimentación a base de productos naturales y también para afrontar sus problemas de salud a través de remedios naturales. «Pero que nadie piense que aquí tenemos cosas raras -aclara-, aquí sólo vendemos productos que están en el mercado tras pasar los rigurosos filtros que establecen las autoridades sanitarias».

De brujas a respetadas profesionales

«Cuando yo empecé -recuerda la herbolaria- muchos me miraban como a una especie de bruja, pero con el paso del tiempo los clientes me han ido conociendo, han ido comprobando que lo que les doy es bueno». En la actualidad, la mayor parte de la clientela de los herbolarios es asidua, aunque no faltan los que acceden a este ámbito de la salud movidos por la curiosidad. Luego, si les va bien, repiten. En todo caso, lo evidente es que cada vez se le da más importancia a lo que nos metemos al cuerpo. A medida que nuestra sociedad «progresa», aumentan el estrés, las dermatitis, las alergias... y todo ello, a la larga, desemboca en enfermedades más serias.

Idoia Goikoetxea lleva cuatro años enamorada de su trabajo en «Xixori», un herbolario de Andoain. Su currículum está cargado de estudios. «Antes ibas al médico, y lo que te decía lo hacías. Ahora, todos procuramos indagar un poco más. Y cuando nos dicen que un yogur tiene aloe vera nos preguntamos: `pero, ¿cuánto de aloe vera?' Y nos damos cuenta de que hay un 1% de aloe vera y un 99% de marketing», puntualiza.

Otro de los colectivos con entidad en los mostradores de los herbolarios son «los rebotados», tanto de los medicamentos como de los médicos. «La mayoría se queja de que ni siquiera les miran a la cara, se sienten incomprendidos. Y nosotras sabemos escucharles», asegura Pili Goitiandia.

Por eso el paternalismo médico está empezando a cuestionarse abiertamente. «Mucha gente va al médico con una gripe y no le dan nada; si acaso, paracetamol. Entonces se acercan aquí y si ven que con un jarabe de hierbas les va bien, pues repiten», cuenta Goikoetxea. En el otro extremo están quienes sufren enfermedades complicadas: «Los atiborran de medicinas y llega un momento en el que el cuerpo explota porque ya no puede más -explica Goitiandia-, y entonces los abandonan y les dicen que la farmacología no puede hacer nada más por ellos, cuando con tratamientos naturales no agresivos podrían haber mejorado mucho».

En cualquier caso, los herbolarios no pretenden sustituir al cien por cien a las farmacias; nunca lo han pretendido. «Yo, personalmente, antes de acudir a la medicina tradicional procuro resolver mis problemas por la vía naturista; pero hay muchas cosas de las que no se puede prescindir; si hay que hacer una operación, hay que hacerla», deja muy claro Goikoetxea.

Las hierbas son un complemento perfecto para cualquier tratamiento, como apunta Goitiandia, «aunque hay que tener mucho cuidado con personas con problemas que toman ansiolíticos o antidepresivos». Y a pesar de que esas y otras cautelas son observadas con absoluto rigor, los establecimientos naturistas se enfrentan, cíclicamente, a duras campañas de desprestigio alentadas desde sectores con claros y directos intereses económicos que ven con preocupación el auge de esta alternativa a la medicina y farmacéutica oficiales.

«Nos están machacando con que si las hierbas son malas, hasta cancerígenas he llegado a oir en la televisión; que si el exceso de vitaminas puede llegar a causar cirrosis... Hay intereses para limitar nuestra actividad, porque están viendo que los resultados que ofrecemos son muy buenos. Fíjate que hay productos que nos han prohibido vender, y ahora los tienen ellos en las farmacias». Con este análisis de Idoia Goikoetxea coincide plenamente Goitiandia: «La mala publicidad interesa especialmente a los laboratorios, que tratan de vender una imagen falsa del herbolario; y nosotras no preparamos nada en casa con un katilu, todos nuestros productos están contrastados por farmacéuticos».

Objetivo: mejorar la alimentación

«Actualmente hay una gran carencia de vitaminas porque los alimentos que comemos ahora no tienen ni la tercera parte de las vitaminas que tenían antes. Porque no son naturales. En general, nos alimentamos cada vez peor y los alimentos son cada vez de menos calidad. Si hacen los tomates en esponjas... qué nos van a aportar esos tomates. Vitaminas, no. Y si, por ejemplo, queremos salir de un resfriado necesitamos 500 miligramos diarios de vitamina C, es decir, cuatro o cinco kilos de naranjas al día. Y eso es imposible, por eso nosotros recomendamos los concentrados de vitaminas», aconseja Idoia Goikoetxea.

«La alimentación de antes podía ser más pobre en un sentido, pero en general era más consistente y siempre de temporada. Ahora tenemos de todo durante todo el año, pero -lanza la cuestión- ¿qué pueden tener las fresas que te venden ahora en los supermercados fuera de temporada?». Las herboristerías tienen fama de caras. Ni Goikoetxea ni Goitiandia defienden que los productos sean baratos. «¿Es caro? -se pregunta Goikoetxea-. Relativamente. Depende de a qué le des más importancia. ¿Es más importante un coche caro o tu salud?».

Un sector en franco ascenso

A pesar de los obstáculos, el sector ha crecido notablemente en los últimos años. En Bizkaia y Nafarroa, el número de establecimientos supera el centenar, mientras que en Gipuzkoa se acerca a los 150 y en Araba roza los 50. En Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, los herbolarios se reúnen en torno a la asociación Sendie (140 socios), mientras que en Nafarroa Garaia funciona la Asociación de Herbolarios y Dietética de Navarra (34 asociados). Unos números que se justifican porque la demanda es creciente. Tanto, que hasta las grandes superficies empiezan a reclamar, como siempre, su parte de este atractivo y prometedor pastel. En todo caso, todavía nos situamos muy lejos de otros países europeos, puesto que si en Euskal Herria se calcula que las herboristerías dan servicio a cerca de un 7% de la población.

En Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa, la situación es completamente diferente. Las herboristerías, como tales, desaparecieron hace veinte años y los productos de este ramo se venden en farmacias y, según los casos, con la correspondiente receta médica. La de la calle Victor Hugo de Baiona lleva cuarenta años vendiendo hierbas. «Es difícil mantenerse en este campo -asegura Chistine Foucher-Longuet-, y si nosotros lo seguimos haciendo es porque tenemos una clientela fija».

Queda mucho camino que recorrer para conseguir el reconocimiento de la herbodietética como lo que realmente es: una inagotable fuente de salud para una sociedad que la necesita. Y mucho.

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El número de establecimientos ha crecido mucho en los últimos años en Euskal Herria. La demanda se enfoca, sobre todo, a una mejor alimentación.
La gripe ha llegado, aunque con menos fuerza que en años anteriores
Los datos hechos públicos por Osakidetza y Osasunbidea confirman que la gripe ya está entre nosotros, pero su incidencia se sitúa en los niveles más bajos de los últimos años. Además, la cepa del virus que circula pertenece al tipo AH3, el mismo que el pasado año, y no está causando especiales problemas al sistema de atención sanitaria. Las cifras referentes a la última semana de enero hablan de 172 casos por cada 10.000 habitantes en la CAV y de 101 en Nafarroa. Enrique Peiró, coordinador de Salud Pública de Osakidetza, contextualiza los datos: «El pasado año, por estas fechas, estábamos con 285 casos por 10.000 habitantes, y fue un año de poca incidencia; los ha habido de hasta 600 casos". Por lo que afirma que este año, aunque la gripe haya llegado adelantada, su evolución está siendo muy débil. La población más afectada, atendiendo a los datos de Hego Euskal Herria, es la de menor edad: la comprendida entre los 0 y los 4 años; a ésta le sigue la que va desde los 5 a los 14 años. Osasunbidea estima que ambos tramos de edad acaparan el 85% de los casos totales. Anjel ORDOÑEZ
población
En Euskal Herria los herbolarios atienden aproximadamente al 7% de la población. En Europa, este porcentaje se eleva hasta el 25%.

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