No es habitual que un militar comprenda lo que significa el término democracia, excepto si ese soldado ha admitido que una Constitución basada en la vieja y nunca cumplida Declaración de los derechos del Hombre y del Ciudadano, es el sueño ideal de convivencia entre quienes pueblan este planeta (...). Y me atrevo a decirlo, porque una persona educada en la imposición, la obediencia ciega a sus superiores, en el «tú obedece y calla», tiene más posibilidades de caer en las redes del fascismo más repugnante (...).

Las dictaduras latinoamericanas, que siempre contaron con la aquiescencia, beneplácito y protección de todo tipo por parte de los gobiernos de los EEUU de Norteamérica, además de las agencias de inteligencia correspondientes, estuvieron protagonizadas por militares que, previamente, habían jurado una Carta Magna que se pasaron por debajo de los orígenes en cuanto peligraron las cuentas corrientes de los más poderosos, no sólo los del país en el que desfilaron por encima de torturas y cadáveres, sino por extensión, quienes ostentan la titularidad de empresas multinacionales (...).

Pero también en las llamadas naciones democráticas ha ocurrido algo parecido (...). Basta comprobar cómo los ejércitos norteamericano o español, ya no movilizan a los jóvenes patriotas en edad de entregar su vida a la patria, sino a todo tipo de desheredados de la fortuna, en su mayor parte provenientes de naciones del tercer mundo (...).

Y, cuando, de repente, de las filas del ejército surge un soldado llamado Otelo Saraiva de Carvalho, o Hugo Chávez Frías, o los heroicos miembros de la castigada y nunca reivindicada (precisamente por creer en los derechos humanos) Unión Militar Democrática, en el seno del franquismo más cruel, esos otros militares, los que miran a otro lado cuando oyen hablar de la prisión de la base de Guantánamo (...) se rasgan las vestiduras con aire farisaico, tratando de vilipendiar a quienes demuestran ser soldados del y para el pueblo, con y ante la ciudadanía.

El pueblo, la ciudadanía, está protegida en Cuba, Venezuela, comienza a tener voz y voto en Ecuador, Bolivia y Nicaragua (...).