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«La atención está en Darfur por su petróleo, no por el hambre»

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CHEMA RODRÍGUEZ, DIRECTOR DE LA ONG BIBIR-ÁFRICA EN BURKINA FASO

Chema Rodríguez, ex misionero, lleva más de 15 años en África al servicio de los más necesitados. En la actualidad, dirige BIBIR-África, con sede en la provincia de Yatenga, en Burkina Faso. La lucha contra el hambre, la malnutrición infantil y por la educación son los principales ámbitos de trabajo de la ONG.

Su primera toma de contacto con África fue a través de los relatos de su tío, misionero en este continente. Desde entonces, el donostiarra Chema Rodríguez no ha dejado de sentir ni un sólo momento esa gran «pasión» por África, tal y como subraya en esta entrevista concedida a GARA. Junto a su esposa Mae, lucha por erradicar el hambre en Yatenga y por ver sonreír de nuevo a los niños que llegan al centro con cuadros de desnutrición severa. En la ardua tarea de mejorar las condiciones de vida, BIBIR-África continúa construyendo escuelas y un aula de informática, facilitando material escolar, gestionando la biblioteca local y, sobre todo, colaborando con la gente.

En su etapa de misionero, fue enviado a Kassama, en Mali. ¿Cómo fue la primera toma de contacto con ese pueblo?

Imagínate el contraste de salir de Donostia, vivir un año en Suiza y llegar a este pueblecito, situado en una colina, donde no había nada, ni electricidad, ni teléfono, ni carreteras. Para subir, tuvimos que hacer una carretera cortando monte y poniendo piedras. Olvídate del agua, de internet, de la televisión... te metes en un sitio donde estás realmente incomunicado. Mi primera preocupación fue conocer a la gente y aprender la lengua local. A mis compañeros les preguntaba cómo la habían aprendido porque no había ni diccionario ni gramática. Pasaba mucho tiempo con la gente en sus casas; les señalaba los objetos y apuntaba lo que oía. La primera vez que vine a Donostia tras pasar dos años en Kassama me preguntaron qué hacía. `Hablar con la gente', respondí de manera espontánea. Fue lo más importante y esencial. Quienes han vivido en África dicen que el primer sitio al que vas es tu primer amor. Después estuve Ghana, Burkina Faso, pero Kassama se me ha quedado como algo muy querido.

Actualmente, dirige BIBIR-África. ¿Cómo y con qué objetivos se formó en la provincia de Yatenga (Burkina Faso)?

Surgió en 2003 con el fin de luchar contra el hambre. Por casualidad me contactaron y me propusieron este proyecto que me gustó mucho porque tiene una visión a largo plazo. La mayoría de proyectos son de un año o, como mucho, de cuatro o cinco años, y una vez que finaliza ese plazo se acaba la historia. Me atrajo también el elemento de flexibilidad que, por ejemplo, no te impone tener que plantar 5.000 árboles el primer año, 10.000 el segundo y 20.000, el tercero.

Aquí puedes tener las mejores ideas del mundo y saber lo que se debe hacer para solucionar todos los problemas, pero cuando llegas allí la realidad es otra y hay elementos que no dominas. Este año teníamos un grupo de mujeres que querían poner en marcha una cooperativa avícola. Nos dimos cuenta de que en todo el grupo ninguna sabía leer ni escribir. Paralizamos el proyecto hasta octubre para dedicar tres meses a organizar un curso de alfabetización.

¿Por qué escogieron Burkina Faso? ¿Qué factores hacen que Yatenga tenga índices de mortalidad infantil tan elevados?

Burkina es el tercer país más pobre del mundo. Se calcula que uno de cada cinco niños no llega a los cinco años. ¿Por qué razones? En BIBIR África tenemos un CREN (Centro de Recuperación y de Educación Nutricional) en el que tratamos de salvar la vida de los niños. Las madres viven en el centro hasta que el niño se recupera y durante ese tiempo, impartimos cursos de formación sobre higiene, diarrea, enfermedades sexuales, cómo preparar una papilla enriquecida, paludismo...

En el centro nutricional hemos puesto en marcha un equipo móvil para hacer un seguimiento de los casos ya tratados, reconocer nuevos -sólo uno de cada diez niños acuden al centro- y para educar a las madres en las comunidades.

¿Considera posible reducir el «cinturón del hambre»?

No. De hecho, en la década de los 90 se puso en marcha el Plan 2015 para reducir en un 50% la pobreza en el mundo. Estamos en 2007 y ya dicen que no se puede cumplir. Aunque a corto plazo me parece complicado, sí que he notado ciertos cambios positivos. Un día fuimos a una comunidad para reunirnos con un grupo de mujeres. Estaba sentado frente a una mujer que tenía en sus brazos a un niño de meses y otro de tres años que jugando cogió un palo del suelo y se lo metió a la boca. La madre le regañó por eso. Esta mujer había pasado por el centro nutricional porque su hijo estaba desnutrido y allí le enseñaron que no se debe permitir que los niños cojan y coman cosas del suelo, porque son fuente de infecciones, parásitos, enfermedades. Creo que este tipo de cambios en los hábitos puede contribuir a largo plazo a reducir la malnutrición y a mejorar la situación sanitaria.

África únicamente es noticia cuando se producen grandes tragedias, hambrunas o conflictos bélicos. ¿Es esa la verdadera cara de este continente o sólo la que trasladan los medios?

África está olvidada y dejada de lado hasta que no estalla una situación así. Para mí no es la verdadera cara, sino una parte. Se habla, por ejemplo, de corrupción, pero aquí es noticia todos los días. Además, para que haya corrupción alguien tiene que corromper y a éste nunca lo vemos ni se habla de él. Díme en qué países hay conflictos; pues en aquellos en los que hay riqueza o algún interés, como en el Congo, Liberia, Sudán, Sierra Leona. Desde nuestro punto de vista occidental, tenemos intereses en estos países de alguna manera u otra. ¿Cuántas armas de Eibar y Arrasate, por ejemplo, están en África?

Darfur está acaparando la atención mediática. ¿Hay muchos Darfur ocultos en África?

La atención está puesta en Darfur por su petróleo, no porque la gente se muera de hambre. Desde el punto de vista humano, situaciones como las de Darfur sí que las hay; Yatenga es un ejemplo. Pero allí nadie va a ir, porque el país no tiene nada.

Ainara LERTXUNDI

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