Podríamos entender las cuestiones básicas que ayudan a tomar una decisión programática, pero acostumbrados como estamos a los vaivenes inducidos por el efecto estadístico no nos sirven estos destinos aritméticos para entender los fenómenos contrarios, los éxitos continuados y universales. Este es el caso de «Yo soy Bea», que es un folletín clásico, estructurado de forma reconocible, utilizando todos los elementos fundamentales que remueven, incitan o provocan los sentimientos humanos más encontrados.

Día a día, y precisamente en estos días de menor consumo televisivo individual y colectivo, logra unos índices de audiencia superiores y concita el número global de telespectadores más elevado. Lo que entendemos como que los fijos y enganchados a las peripecias de esta secretaria con mucha humildad, mucho talento, pero apenas gracia física, no se lo pierden y que posiblemente arrastran a los que con ellos o ellas conviven en estas fechas de asueto y siesta buscando el alivio de los calores.

Se podría dar una primera explicación asegurando que se trata de un buen producto, con un buen guión, un reparto eficaz y una producción adecuada, pero no sería suficiente para entender en toda su extensión los logros conseguidos. Y es que esta serie, a partir de «Bea, la fea», originaria colombiana, lleva años compitiendo en mundos televisivos diversos con la misma eficacia y resultados y con otros guionistas, otros repartos y otras producciones.

Por lo tanto debemos asumir su carácter de fenómeno global, y volvemos a unos de los principios de puesta en valor actualmente en la industria audiovisual: la idea, el primer folio escrito donde se dibujan a los personajes, su trama circunstancial y su singularidad, es lo que se valora y más se paga. El folletín lleva años en el papel, en la radio y en la tele funcionando, se producen docenas de propuestas anuales, pero solamente unos pocos transcienden y logran esa aceptación continua y rotunda. Como este personaje: una mujer buena, inteligente, enamoradiza, pero poco agraciada, que al final logra sus objetivos tanto profesionales como personales con el que tantas se pueden identificar.