Miguel Sanz apenas destinó una hora para explicar sus planes para la legislatura que se iniciará mañana, cuando los parlamentarios del PSN se abstengan y le mantengan en el sillón. Lo sustancial estaba al inicio y al final. El líder de UPN comenzó recordándole la larga trayectoria de cooperación mutua. Y acabó manifestando que «el 48% de la representación de esta Cámara (UPN y CDN) hemos asumido responsabilidades de gobierno» pero «el 72%, representado por UPN, CDN y PSN, hemos acordado garantizar la gobernabilidad y la estabilidad institucional».

Sanz ya insinuó anteayer que tiene garantías de Ferraz de que el PSN le dará el apoyo que necesita, y añadió que no tiene motivos para no fiarse de José Blanco. Ayer volvió a reiterarlo. Y por si acaso, le lanzó una advertencia: «Será mía la responsabilidad de devolver la palabra a los ciudadanos si la comunidad se hace ingobernable».

Resulta significativo comprobar cómo la cuestión del adelanto electoral ha dado la vuelta en pocos días, tras la orden de la dirección del PSOE de mantener a Sanz y la situación de debilidad en que esto ha colocado al PSN. Las cosas se veían muy diferentes hace poco, como apuntó el propio Sanz en su discurso: «Muchos son los que, previendo riesgos, me han preguntado si no era mejor haber dejado pasar el tiempo y provocar unas nuevas elecciones. Otros huían de las preguntas y pasaban directamente al consejo: `No te fíes, después de las elecciones generales te plantearán una moción de censura'. A todos contestaba lo mismo: `En política, todo se hace o debe hacerse en base a compromisos y acuerdos, todo se fía a la lealtad institucional y todo se conduce desde la responsabilidad y la gestión del riesgo». En este pasaje, volvió por tanto a dejar caer que tiene «compromisos» de Ferraz.

Sanz cerró así el círculo abierto al inicio de su corto discurso, en el que recordó que en Nafarroa son norma los gobiernos en minoría (la única excepción fue la pasada legislatura, en la que UPN y CDN lograron más de la mitad de los parlamentarios por la distorsión provocada por la ilegalización de la izquierda abertzale). Recordó que en esas situaciones «el diálogo y la concertación constituyeron la base». Y citó expresamente que Gabriel Urralburu «llegó a presidir un gobierno con catorce parlamentarios y lo hizo de modo estable» [fue en 1987, y UPN le garantizó la gobernabilidad].

El candidato pidió correspondencia al PSOE. A cambio, dijo sólo que «procuraré hacer méritos para garantizar la estabilidad. Y no me importará admitir los méritos de la oposición», añadió acto seguido.

Bienestar social y TAV

En su discurso hubo apelaciones directas al PSN en dos materias concretas: el Departamento de Bienestar Social, Deporte y Juventud y el ámbito de las infraestructuras. En este último, el Gobierno de UPN-CDN requiere consenso con el Ejecutivo estatal del PSOE para desarrollar obras como las del Tren de Alta Velocidad. Y, para ello, cambió radicalmente el tono de denuncia de la actitud de Madrid empleado en la pasada legislatura y habló, incluso, de «nuestra fluida relación con el Estado». Por lo que respecta a Bienestar Social, el Ejecutivo de Sanz parece querer utilizar este área para lanzar un mensaje de carácter más progresista.

Sanz ve totalmente lógico que estas tres formaciones colaboren, como han hecho históricamente con una sola salvedad: el Gobierno PSN-CDN-EA con apoyo externo de IU en 1995, que duró sólo un año. Y para ello cuestionó radicalmente la lectura de los resultados electores que divide el Parlamento en dos bloques: cambio y continuidad. Para Sanz, la raya es otra. Lo argumentó así: «Los ciudadanos no situaron sus preferencias entre las denominadas formaciones de izquierdas o derechas, pues es evidente que en Nafarroa Bai se integran partidos de corte conservador y otros de ideología radical. Los ciudadanos han depositado su confianza en fuerzas constitucionalistas (76%), que representando proyectos políticos diferentes persiguen todas ellas para Navarra el desarrollo económico sostenible, el equilibrio territorial, la cohesión social y el conocimiento y la innovación tecnológica, todo ello en el marco de la Constitución y el Amejoramiento». «No pretendo con ello deslegitimar a los partidos que conforman la coalición naciona- lista», matizó Sanz, que en general usó un tono evidentemente más moderado que en años anteriores.

Organo común, innecesario

El fondo de sus planteamientos, en cualquier caso, no cambia. El discurso resaltó la conocida tesis de que no existe conflicto territorial: «Se está trasladando la idea de que, como Navarra es el problema, Navarra debe ser la solución a ese problema. Navarra no tiene un problema de territorialidad, y por eso Navarra no puede ser `solución política' para ninguna fuerza política».

El cuarto discurso de Sanz como aspirante a la Presidencia incluyó esta vez un epígrafe titulado ``Vascos y navarros'' y destinado específicamente a rechazar un eventual órgano común Iruñea-Lakua, que en cualquier caso tampoco se con- templaba en el acuerdo político alternativo entre NaBai, PSN e IUN. «Crear ahora la necesidad de un ente común de carácter específico entre Euzkadi y Navarra es algo ficticio, que no genera ningún beneficio a los ciudadanos y sí, en cambio, entrega una preciada presa a quienes persiguen una nueva realidad política que solamente existe en su imaginario de territorialidad y autodeterminación», esgrimió el político corellano.

Tras asegurar que «los navarros no buscamos confrontación alguna, en todo caso nos defendemos de quienes la buscan», Sanz abrió la puerta únicamente a una cooperación similar a la que se pueda establecer con Aragón, La-Rioja o Castilla-León, y negando que los gobiernos deban impulsarla. Puso como ejemplo válido «la presencia de Caja Navarra en el País Vasco y de las cajas vascas en Navarra, que se ha convertido en una realidad cuando el interés de los clientes de ambas entidades lo han considerado oportuno».

PSN: «Dar una oportunidad»

Los partidos darán hoy la réplica a Sanz, en la segunda sesión en la que se votará, pero todavía no se consumará su victoria al requerirse mayoría absoluta en primera votación.

Los portavoces de cada grupo sí adelantaron su impresión del discurso. Roberto Jiménez, del PSN, confirmó que piensan «dar una oportunidad para que esto cambie» a Miguel Sanz, «aunque tendrá que revalidarla día a día en sede parlamentaria».

Jiménez centró los objetivos del PSN en «acabar con la confrontación» y por ello cuestionó la raya entre «constitucionalistas y no constitucionalistas» trazada por el candidato. «Esto se tiene que acabar de una vez», indicó con énfasis.

Desde Nafarroa Bai, Maiorga Ramírez consideró directamente que Sanz «ha pretendido iniciar un nuevo proceso de crispación social alegando e incidien- do en el sectarismo habitual de UPN y CDN, en ese sentido patrimonializador de Navarra que entiende que Navarra son ellos sólo y exclusivamente».

Como Jiménez, Ramírez puso en duda que UPN tenga la voluntad de diálogo que Sanz predicó. El número dos de Nafarroa Bai puso como ejemplo que la coalición ha invitado a UPN a reunirse varias veces «para normalizar nuestras relaciones» sin recibir respuesta positiva.

Mientras Nafarroa Bai parece ver opción de una alternativa desde la oposición, IUN volvió a mostrarse más escéptico. Ion Erro afirmó que Sanz expuso un programa para cuatro años que será respaldado por el PSN.

Desde CDN, que contará de nuevo con dos consejerías, Juan Cruz Alli no dudó en calificar de «excelente» la intervención de Sanz, en la que vio «política viable» y «un espacio clarísimo para el PSN».