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Decenas de muertos en un atentado en Pakistán contra el ex ministro de Interior

Un kamikaze aprovechó ayer la fiesta más importante del Islam, el Aid al Adha o festividad del sacrificio, para atentar contra Aftab Khan Sherpao, ex ministro de Interior y aliado del presidente de Pakistán, Pervez Musharraf. El político resultó ileso pero la explosión de la bomba en mitad del rezo en una mezquita de su propiedad, en Charsadda, donde se había reunido un millar de fieles mató al menos a 54 personas e hirió a varias decenas más.

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Al menos 54 personas murieron y decenas más resultaron heridas ayer en un atentado kamikaze ocurrido en la mezquita del complejo residencial del ex ministro de Interior paquistaní Aftab Khan Sherpao, que resultó ileso.

La explosión tuvo lugar cuando el ex ministro recibía las visitas de amigos y allegados con motivo de la festividad musulmana del sacrificio del cordero, Aid al-Adha, en su finca de Charsadda, una localidad situada a 40 kilómetros al norte de Peshawar, en la provincia de la Frontera Noroeste.

«La explosión ocurrió durante el rezo, y mi hijo y mis sobrinos resultaron heridos», señaló el propio Sherpao tras el atentado.

El ex ministro de Interior se encontraba en la primera fila de fieles en una mezquita de su propiedad, a la que acudieron a rezar en torno a un millar de devotos y en la que, según la Policía, se produjo la violenta explosión que reventó las puertas y las ventanas del templo.

Cadáveres, cuerpos ensangrentados, sombreros y zapatos aparecieron desperdigados en el interior y alrededor del edificio religioso tras la explosión.

Testigos presenciales indicaron que entre los fallecidos, que el superintendente de la Policía de Charsadda, Feroz Shah, cifró en 54 personas, había policías que protegían al ex ministro.

Un portavoz policial relató que el kamikaze estaba rezando en medio de un grupo de gente -en la octava fila- y detonó la carga explosiva que llevaba adosada al cuerpo en el momento en que los fieles se inclinaron cuando el imán pronunció la fórmula ritual «Allah u Akbar» (Alá es el más grande). La bomba contenía entre seis y ocho kilogramos de explosivo mezclado con clavos.

Celebración interrumpida

El atentado interrumpió la celebración de la fiesta del sacrificio, el Aid al-Adha, en la localidad de Charsadda, donde no tuvo lugar el sacrificio ritual del cordero que debía realizarse tras el rezo. En lugar de compartir la carne con la familia y los vecinos, como requiere la tradición, los habitantes de Charsadda, se dedicaron a ir de casa en casa para reconfortar a quienes habían perdido algún familiar en la explosión.

Iqbal Hussain, oficial de Policía encargado de la seguridad en la mezquita, indicó que todas las personas que se encontraban en el interior de la mezquita tuvieron que pasar por un detector de metales y fueron registrados en busca de explosivos. «No sabemos cómo entró el suicida, puede que saltara por encima de un muro, porque es bastante bajo», apuntó.

Sin embargo, el actual ministro de Interior, Hamid Nawaz, defendió que no hubo ningún fallo en la seguridad. «Se habían tomado todas las precauciones posibles, no hubo ningún lapso (...) pero este tipo de incidentes pueden ocurrir en estas concentraciones», afirmó.

Aftab Khan Sherpao ya resultó herido leve el pasado 28 de abril como consecuencia de un atentado suicida llevado a cabo durante un acto público en Charsadda, que mató a 29 personas, entre ellas, varios miembros de su equipo de seguridad.

El político ocupó la cartera de Interior hasta el pasado mes de noviembre, cuando el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, designó un nuevo Gobierno interino encargado de orga- nizar las próximas elecciones legislativas, previstas para el 8 de enero y a las que Sherpao se postula como parlamentario por un pequeño partido, el PPP-Sherpao, leal a las fuerzas gubernamentales.

Alerta de peligro

El pasado 14 de diciembre fue difundido un informe de la Célula Nacional de Gestión de Crisis que alertaba del peligro de atentados contra los máximos dirigentes del país. «Los terroristas podrían disfrazarse de mujeres o llevar uniformes militares. Cinco suicidas potenciales han entrado en la provincial del Noroeste para dirigirse a sus objetivos», añadía.

Desde que el 11 de julio fuerzas especiales paquistaníes atacaran a sangre y fuego la Mezquita Roja de Islamabad, baluar- te de los islamistas, causando varios cientos de muertos, se han multiplicado los atentados y ataques contra las fuerzas de seguridad en las regiones norteñas fronterizas con Afganistán, que las autoridades atribuyen a islamistas.

Unas 800 personas han perdido este año la vida a consecuencia de la ola de violencia que azota el país, la mitad de ellas en ataques kamikazes. Unas 200 víctimas mortales son militares. En la actualidad, miles de soldados desarrollan operaciones en el valle de Swat, en la provincia de la Frontera Noroeste, donde dicen haber matado a 300 combatientes pro talibán.

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El presidente paquistaní, Pervez Musharraf, condenó el atentado y ordenó a las agencias de inteligencia y de seguridad que busquen a los «cerebros» del «horrible» atentado y los lleven ante la Justicia.

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