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Mikel y Andoni Lupiañez Mintegi Hermanos de Gorka Lupiañez

A vosotros, familiares de torturadores

La sociedad se estremeció al ver las fotos de los soldados norteamericanos en Abu Ghraib con los torturados sin darse cuenta que no hay que ir tan lejos para ver tal salvajada

Hemos tardado varios días en ponernos ante el ordenador para escribiros. Si no lo hemos hecho hasta ahora no ha sido por falta de valor. Más bien lo contrario. Hemos esperado a que se enfriaran algo los ánimos para no caer en descalificaciones o comentarios producidos por la rabia acumulada. Te escribimos a ti, hermana o hermano, compañera o compañero, hija o hijo, padre o madre del que ha torturado hasta llevar al borde de la muerte a nuestro hermano Gorka. Y lo hacemos en castellano, pues aunque vuestros familiares tienen traductores de sobra, queremos hablaros de tú a tú. Queríamos deciros que sentimos mucha pena por vosotros y vosotras, ya que no debe de ser nada fácil convivir con un monstruo capaz de sobrepasar con creces el lado más salvaje de cualquier animal.

Leímos en una ocasión a un amigo de la familia que el animal mata por naturaleza. Lo hace para delimitar su territorio, lo puede hacer para comer, lo hace también para defenderse de agresiones externas o en su caso internas. Puede matar al sentirse acorralado, atacado, o como ejercicio de autodefensa. Pero no hay un solo animal que torture a sus semejantes durante cinco largos días, que se ría del sufrimiento ajeno y que humille, apalee, viole, amenace, ahogue, insulte, machaque costillas... a una persona que retienen atada y con los ojos vendados, mofándose de su cruda agonía y gozando de su sufrimiento.

Alguien que obra de manera tan antinatural, y además lo hace por oficio, no puede evitar actuar del mismo modo en su vida diaria. El psicólogo analiza sin darse cuenta a la gente que le rodea, el mecánico escucha el ruido del motor del coche que acaba de pasar, el estilista examina la vestimenta de la gente de a pie, su peinado... es lo que popularmente se conoce como «deformación profesional». Por lo que no creemos que la saña y sadismo que aplica el torturador en su «oficio» se limiten a esas paredes del mismísimo infierno. Nos preguntamos si a vosotros, sus familiares, os maltrata físicamente o lo hace psicológicamente... o tal vez esté tan enfermo que en la vida real tenga miedo de todo y por lo tanto utilice su trabajo como terapia de desahogo.

Tal vez algún día hurgando en sus objetos personales encontréis las fotos que sacaron a Gorka en su «oficina de torturas». Esas fotos que oculta este Estado que, aunque permite esa barbarie, se avergüenza de ella. Por eso niega la existencia de la más abominable de las violencias. En realidad no tienen vergüenza. Y repetimos esa palabra que tanto gusta utilizar a algunos y algunas: «barbarie», y además fotografiada. En las fotos veréis a nuestro hermano desnudo con un antifaz cubriendo sus ojos desorbitados, lleno de cardenales y siempre rodeado de sus torturadores. Veréis reflejada en él la agonía, el terror producido por vuestros familiares y el dolor cubriendo su cuerpo... pero si os fijáis también observaréis la dignidad y el amor a los suyos.

Las fotos de los soldados norteamericanos en Abu Ghraib con los torturados las pudimos ver en todos los medios. La sociedad se estremeció al verlas, sin darse cuenta que no hay que ir tan lejos para ver tal salvajada. Gorka ha sido su trofeo, así se lo hacían saber cada vez que lo apaleaban e intentaban humillar mientras fotografiaban su hazaña. Y no han sido pocas. ¡Qué valientes son! Esas fotos existen y sólo nos queda la esperanza de que algún día, horrorizados al verlas, vosotros, familiares de torturadores, decidáis hacerlas públicas.

Tal vez seáis también quienes comparten vivienda con los que se dedican a recorrer los montes de nuestro pueblo dejando en ellos su sello. Nos referimos a esos que tras la detención de Gorka pintan en los monolitos de las cimas amenazas e insultos contra nuestra familia. Han dejado «lindezas» como «Lupiañez la vas a pagar», «Lupiañez criminal» o nuestro apellido dentro de una diana. ¿Acaso creen que nos intimidan? Cada insulto, cada tortura, cada humillación nos une y nos da más fuerza para denunciar su «barbarie» con la misma intensidad que hasta ahora. Una vez más repetimos esa palabra que en boca de algunos produce una especie de orgasmo mental.

Decirle a ese que vive con vosotros que aquí seguimos y seguiremos con la cabeza bien alta, junto a Gorka y la gente que nos rodea. Y es que «otea loran jartzen denean bezain ederrak zarete eta jakizue zuek emandakoaren oroitzapenei ez diegula sekula agurrik esango». Eskerrik asko bihotzez.

Por nuestra parte, poco más. A vosotros, familiares de torturadores, sólo desearos para este año 2008 que os deis cuenta de las «joyas» con las que convivís antes de que algún día se lleven el trabajo a casa. Acordaros de la «deformación profesional». Decidle a ése que tal vez ahora esté a vuestro lado que no nos callaremos ante sus salvajadas. Porque es cierto, terror producen hasta la saciedad, pero terror en nuestro pueblo no significa perder la dignidad. Por cierto, ¿no son ellos quienes llaman terrorista al que produce terror? Ellos mismos. Que tengan bien claro que, como dice la canción, «dentro de nuestro vacío sólo queda en pie el orgullo, por eso seguiremos de pie».

Eutsi goiari Gorka, maite haugu eta!

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