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¿Quién salva a los trabajadores de los riesgos a los que están expuestos por la crisis?

Los mercados financieros se resienten por la crisis. Así lo oímos constantemente. Si baja la Bolsa, malo. Pero, ¿para quien? Los especuladores obtienen ganancias del río revuelto, pero no los trabajadores. Los empresarios piden la reducción de los salarios. Los trabajadores lo tienen más difícil para acceder a créditos y el paro empieza a llamar a su puerta.

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Juanjo BASTERRA

Desde el pasado mes de agosto, cuando tomó virulencia la crisis financiera en Estados Unidos debido a las hipotecas de alto riesgo, los bancos centrales, sobre todo la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE), se pusieron manos a la obra e inyectaron liquidez al mercado financiero para evitar el crack. No se sabe ya con exactitud de cuánto dinero estamos hablando, pero supera los 500.000 millones de euros. Sólo de diciembre a lo que llevamos de 2008, son más de 120.000 millones. Más tarde, como no fue suficiente ese primer torniquete, los estadounidenses redujeron los tipos de interés tres cuartos de punto de golpe para eliminar esa pérdida de confianza que los mercados bursátiles estaban manifestando, una vez que George Bush presentó un plan de medidas para activar la economía. El Banco Central Europeo, sin embargo, no siguió ese camino, aunque no lo ha descartado a partir de este primer trimestre. Lo cierto es que, como explica David Blanchflower, consejero del Banco de Inglaterra, «preocuparse por la inflación ahora es como jugar mientras arde Roma».

Especuladores financieros

Crisis o desaceleración lo cierto es que los especuladores financieros son los que están logrando importantes inyecciones monetarias y beneficios económicos. Según los datos proporcionados por la compañía Bolsas y Mercados (BME), en enero la Bolsa negoció 182.768 millones de euros, un 33% más que hace un año. En este caso, se puede aplicar con absoluta certeza ese dicho de «a río revuelto, ganancia de pescadores». Pero no quedan ahí esos resultados. De 2004 al cierre de 2007, las sociedades de valores que operan en el mercado financiero español han obtenido una importante ganancia, ya que de 216 millones de beneficio logrado hace cuatro año subieron el año pasado a 719 millones, un 230% más, mientras que las agencias de valores obtuvieron un beneficio global del 417% más, al pasar de 20,7 millones a 107 millones de beneficio en ese mismo período; las sociedades gestoras de cartera, lograron un incremento del 158,8% en este último cuatrienio.

Sin embargo, en el otro lado de la balanza están los trabajadores y, a éstos, ¿quien les salva de esta crisis? Parece que nadie. Todo lo contrario. La patronal española y vasca y el Gobernador del Banco de España recomiendan que se «moderen» -reduzcan- los salarios por debajo del IPC y avisan, a modo de amenaza, de que se elevará el paro.

La realidad económica indica, precisamente, lo contrario, que se deben elevar los salarios para reactivar la economía. Sin embargo, esa lección se la saltan los empresarios. De subir, nada de nada. El año pasado el aumento salarial en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa fue de 3,72%, según el Ministerio español de Trabajo y Seguridad Social, mientras que en Nafarroa el incremento salarial fue del 3,47%.

En ambos casos, la inflación en Hego Euskal Herria creció en un 4,2%, es decir, por encima de los salarios, lo que agranda más la pérdida de poder adquisitivo acumulada en los últimos diez años. Pese a esta circunstancia, se sigue pidiendo a los trabajadores que realicen un esfuerzo, mientras ven que los empresarios están logrando beneficios económicos cuantiosos, un proceso que se da ya en la última década y que multiplica por seis el crecimiento raquítico de los salarios. En 2007, BBVA logró un beneficio de 6.126 millones, un 29,4% más que en el añoprecedente; Banco Popular, 1.260 millones, un 22,8% más; BBK, 307 millones, un 22,2%; Kutxa, 215,5 millones, un 11,1% más; Vital Kutxa, 72,3 millones, un 12,28% más; Caja Laboral, 185 millones, un 19,7% más; Ipar Kutxa,11,8 millones, un 17,8% más, entre otros datos positivos. La Caixa obtuvo unos beneficios económicos de 2.488 millones, aunque significó una reducción del 17,89% respecto al año precedente.

Todos ellos reconocen que la morosidad se ha incrementado y que la petición de préstamos se ha reducido, pero siguen ganando importantes cantidades. En general, las sociedades no financieras obtuvieron hasta octubre, según la CNMV, un beneficio de un 21,4% más que un año antes.

«El tiempo que sea necesario»

Tampoco se ve que se instigue precisamente a quienes en medio de unos tipos de interés bajos especularon hasta la saciedad para otorgar préstamos hipotecarios como una de las principales fuentes de negocio. Nadie controló esos despropósitos, sobre todo en Estados Unidos, pero nadie está a salvo, aunque nos traten de calmar indicando que las condiciones de los créditos hipotecarios en el Estado español o en Europa son más restrictivas.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) reconoce en el «Informe de Estabilidad Financiera Mundial. Actualización sobre el mercado financiero», del pasado 29 de enero de 2008, que «los bancos centrales tendrán que seguir ayudando a gestionar las cambiantes necesidades de liquidez de los mercados monetarios durante el tiempo que sea necesario para garantizar su funcionamiento fluido, a fin de reducir al mínimo las repercusiones en la economía real».

En este caso, la realidad se muestra terca. La primera actuación que han firmado las entidades financieras ha sido el endurecimiento en la concesión de préstamos hipotecarios. Quieren resguardarse, lo que significará que una gran parte de los trabaja- dores, sobre todo quienes tienen contratos temporales y perciben salarios que en ninguno de los casos sobrepasa los 900 euros al mes, no podrán acceder a una vivienda en propiedad porque todavía, aunque los precios se han ralentizado, siguen a un coste elevado. Lo mismo ocurre con los pisos de alquiler. Sin embargo, los salarios no crecen al mismo ritmo que los precios de las viviendas. En este sentido, un reciente informe de la OCDE sobre el coste de la mano de obra señala que «en la mayoría de los países desarrollados se ha producido una ralentización en el tercer trimestre de 2007».

Otra de las consecuencias que están sufriendo los trabajadores se encuentra en el empleo. Es cierto que se crea, pero de muy baja calidad. Se cambia paro por rotación de contratos de trabajo, porque les sale más rentable a los empresarios y beneficia a sus bolsillos. Es decir, en la época dorada de la economía, durante los diez últimos años, el empleo no ha mejorado. Todo lo contrario, la temporalidad se ha mantenido en tasas inaceptables, por encima del 90%. Juan Somavia, director general OIT, reconoce que la realidad económica debe hacer entender a los dirigentes políticos que no basta con la generación de empleos, «porque no se traduce de manera automática en generación de empleos dignos: con seguridad social y perspectiva de estabilidad».

Nadie de la patronal, ni de los gobiernos escuchan esas palabras. La respuesta de las grandes empresas a estos inicios de la crisis no se han hecho esperar. Por ejemplo, Ericsson ha anunciado que recortará 4.000 empleos después de que sus beneficios de 2.303 millones cayeran un 17% y en Estados Unidos se han perdido 17.000 empleos «por primera vez desde agosto de 2003». Es decir, al final quien paga las consecuencias son los trabajadores.

La desigualdad de la renta y de la riqueza aumenta de forma notable en el estado español

La crisis financiera ha sobrevenido por la actividad especulativa de los bancos estadounidenses. Cierto, pero hay desequilibrios tan importantes como ese que no encuentran respuesta. En el reciente informe del Banco de España sobre la «Encuesta Financiera de las Familias», se advierte de un problema estructural grave y sobre el que no se actúa de una manera tan precisa y con tanta constancia: «la desigualdad de la renta y la riqueza aumenta de forma considerable año tras año». Así lo reconoce Guillermo López Casanovas, catedrático de Economía de la Universidad catalana Pompeu Fabra. Según explica, desde 2002 a 2005, el 25% de los hogares más pobres ha visto reducir su riqueza en un 60%. Es grave».
J. BASTERRA

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