Viajar es emocionante. Soñar que se viaja lo es menos. Pero todo vale en la zona onírica de la vida. Siguiendo el rastro dejado por mi anterior artículo, quiero seguir soñando sin tener que (a)pagar la tele para conseguirlo. Muchas veces me siento sofronizada con el ruido de las voces que traspasan la pantalla. Las voces de Los Otros. 24 horas ininterrumpidas blabeando. La televisión ha empeorado nuestro bienestar inconscientemente. Es difícil recordar programas que hayan superado un solo lustro de vida. Me explico: «Crónicas marcianas» y «Esta noche cruzamos el Mississippi» parecen productos de otro siglo. Y lo son. Del siglo de las luces. Ahora, por lo visto, hemos debido entrar en el de las sombras.

Voy a estar unos días muy cerca de África y me interesaré por nuestra televisión. La vasca. EITB. Cómo nos vemos desde fuera. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Estamos solos en el espacio o acompañados? Parece que Euskal Telebista se va a lanzar muy por delante de otros canales a la televisión del futuro más inmediato y lejano. Las nuevas propuestas de Intranet, la televisión virtual y otros programas y canales van a ser los retos que se acometerán desde la nueva sede de Euskal Telebista. Y eso también es emocionante. Renovarse para no morir es necesario en todos los aspectos. Renovar a tu marido por uno más nuevo, por ejemplo. El cambio, como la energía, no se crea ni se construye, sólo se transforma. Y también se destruye. Pero no seamos más pesimistas que ayer, ni que mañana.

Como dijo mi madre en aquel concurso que presentaba Andoni Egaña, «Balinda»: «No dejes para mañana lo que puedes hacer pasado mañana». El caso es no parar(se). Y le añado el reflexivo, para usted y para mí. También aconsejo el programa que va a transformar nuestro cerebro social: una versión para la televisión del Brain Training. Yo ya me he apuntado. No quiero olvidarme de programas como el mencionado «Balinda». Y si para ello tengo que masajear mi masa encefálica, lo haré con mucho gusto.