«La pelea entre dos perros justo acababa de comenzar. De repente, oí una enorme explosión cerca de un vehículo de Policía y luego ví mucha gente muerta y herida», relató Abdul Karim, con la voz rota por la emoción.

Este hombre, de 53 años, formaba parte de una muchedumbre de una 500 personas reunidas en las afueras de Kandahar, ciudad del sur de Afganistán y uno de los feudos talibán junto a Helmand, que asistía en plena calle a una competición canina, espetáculo muy popular en el país que suele celebrarse en explanadas y áreas abiertas.

El balance provisional de este atentado suicida eleva a ochenta el número de fallecidos -noventa, según el Ministerio de Salud Pública- y a alrededor de un centenar el de los heridos, muchos de ellos de gravedad, aunque el número de víctimas mortales puede aumentar con el paso de las horas, lo que significa que se trata del atentado más sangriento desde la invasión del país por parte de EEUU y el consiguiente derrocamiento del régimen talibán.

Las autoridades afganas atribuyeron el ataque a la insurgencia talibán, aunque ésta no ha reivindicado su autoría. Algunos testigos aseguraron haber visto tras la explosión a varios guardaespaldas del ex dirigente talibán Abdul Hakeem abrir fuego contra la multitud. Sin embargo, policías afganos también abrieron fuego y no está claro si sólo la explosión fue la causante del elevado número de víctimas.

El portavoz de Ministerio afgano del Interior, Zamarai Bashary, confirmó la explosión y aseguró que hubo varias «decenas» de muertos, entre los que dijo que había varios policías, aunque no precisó si se trata de un ataque suicida.

Enemigos de Afganistán

De visita en Qatar, el presidente del país, Hamid Karzai, responsabilizó del atentado a «los enemigos de Afganistán que no pueden tolerar la felicidad de nuestro pueblo», y añadió que «tales actos se oponen a los valores del Islam».

Su hermano y jefe del Consejo Provincial, Wali Karzai, y el gobernador de Kandahar, Asadullah Khalid, coincidieron también en atribuir a los talibán la autoría del ataque. «¿Quién si no podría cometer atentados suicidas? Son los talibán los que cometen atentados suicidas.

En el lugar del suceso, decenas de víctimas eran evacuadas urgentemente hacia los hospitales cercanos en vehículos particulares. Muchos cuerpos y prendas de vestir ensangrentadas cubrían el suelo junto al cadáver de un gran perro. Teléfonos móviles abandonados en las alfombras sobre las que se sentaban algunos de los espectadores de la pelea antes de la explosión no dejaban de sonar.

Abdul Qoudus, aficionado a estas competiciones caninas, describió el atentado como «lo más horrible que he visto en mi vida». Mientras le curaban la pierta, Sher Mohammad señaló que «la explosión fue tan potente que me lanzó a unos metros del lugar desde el que veía la pelea. Fue horrible».

Durante los seis años que permanecieron en el poder, los talibán prohibieron las peleas de perros, así como las de otros animales, por considerarlas «antiislámicas».

79 muertos en Baghlan

El último gran atentado en Afganistán se registró el pasado 6 de noviembre, con la muerte de 79 personas, la mayoría de ellas niños, en la provincia norteña de Baghlan. Inicialmente se atribuyó a la acción de un kamikaze los 79 muertos, pero después se supo que fueron los disparos indiscriminados de los guardaespaldas los que causaron la mayor parte de las víctimas.

Frente a la relativamente tranquila Baghlan, en Kandahar y en las provincias meridionales de Afganistán los combates entre la insurgencia y los ocupantes son constantes. De hecho, el propio gobernador de Kandahar salió ileso el pasado 11 de febrero de un atentado.

En estas regiones, donde predomina la etnia pastún, la propia de los talibán, se concentra el grueso de las fuerzas insurgentes y es donde se registran más enfrentamientos.

Durante este invierno no se han registrado tantos combates, ya que los talibán acostumbran a llevar a cabo su ofensiva en primavera.