El miedo y el espíritu de la ex primera ministra Benazir Bhutto dominan las elecciones más importantes de la historia reciente de Pakistán, en las que la ciudadanía podría castigar al presidente, Pervez Musharraf, tras la declaración del estado de excepción y la muerte de Bhutto. La cita será decisiva para Musharraf, en el poder desde el golpe de Estado de 1999, y determinante para la continuación de la «guerra contra el terrorismo», según los analistas, para quienes el futuro del presidente es «bien oscuro».

La ola de violencia que afecta al país, sobre todo desde julio de 2007, tuvo su última expresión el sábado, con un atentado suicida cuyo objetivo era el opositor PPP de Bhutto que se cobró la vida de 49 personas. Tras este atentado, las fuerzas de seguridad se encuentran en alerta máxima para garantizar el desarrollo de los comicios y la seguri- dad de los electores. De los más de 1.400 colegios que se abrirán, casi 150 de ellos han sido declarados «puntos de alto riesgo» por las autoridades, que han anunciado un despliegue de seguridad sin precedentes.

Un último sondeo indica que el apoyo a Musharraf ha descendido hasta un histórico 15%, que el 50% del electorado votará al PPP y el 22% al PLM-N. Sólo el 33% apoya la campaña del Ejército contra los insurgentes en la Frontera Noroccidental y regiones tribales, y apenas el 9% respalda la cooperación con EEUU en su «guerra contra el terror».