La Real demostró que no sufre mal de vértigo y se colocó por vez primera en la zona de ascenso tras su victoria más contundente de la temporada. Es muy bueno ver al equipo en la tercera plaza, sobre todo por la alegría y la satisfacción con la que abandonó Anoeta una afición más numerosa que nunca, pero lo más importante son los tres puntos para completar la racha de diez sobre quince alcanzada cuando Badiola hizo una más de sus apuestas arriesgadas al cambiar algo que funcionaba bien.

El riesgo era grande de empezar con malos resultados porque Eizmendi no tenía experiencia en estas situaciones, pero el equipo ha reaccionado bien y el técnico ha acertado con la segunda tecla apretada en su trabajo de juntar a los nuevos con los que estaban. Así el once elegido en las dos últimas jornadas ha sido capaz de lograr resultados mientras se produce el necesario proceso de adaptación entre todos ellos.

El resultado es engañoso porque el Las Palmas estuvo a la altura de la Real en la primera hora de partido, pero a partir de ahí los blanquiazules fueron muy superiores y se aprovecharon de las debilidades defensivas del cuadro canario. De medio campo para adelante daba sensación de mucho peligro cuando empezaba a combinar porque tiene jugadores que se mueven bien y con velocidad, pero en defensa era vulnerable y tras el 2-0 se fue de Anoeta.

Buen inicio

La Real entró muy bien al partido en los primeros diez minutos. A diferencia de anteriores encuentros con Eizmendi, los laterales salieron con una predisposición más ofensiva, el equipo presionó bien arriba y consiguió que el Las Palmas estuviera en su mitad del campo. Así para el minuto 13 la Real ya botó tres saques de esquina y en uno de ellos Díaz de Zerio marcó su décimo gol de la temporada en una nueva demostración del lujo que representa tener a un delantero listo que tiene un instinto goleador excepcional.

A partir de ahí y hasta la hora de juego el Las Palmas fue mejor. Empezó a acaparar la posesión del balón por un desajuste defensivo que nace de la vocación netamente ofensiva de los dos delanteros realistas. Cuando un equipo juega con un 4-4-2 es necesario que uno de los dos retrase su posición para ayudar a los dos pivotes en tareas defensivas, algo que no hacían ni Víctor ni Díaz de Zerio, o que las líneas estén muy juntas, algo que la Real no podía hacer porque era tal la comodidad con la que movían el balón los canarios y la velocidad de sus cuatro jugadores más adelantados que la defensa blanquiazul reculó y permitió al Las Palmas controlar el partido.

En esa fase hubo una jugada clave, un paradón de Asier Riesgo a disparo de Adrián, el mayor peligro rival que luego se encontró un balón en el área con la suerte de que luego se lo iba a encontrar el debarra. Los canarios buscaban el disparo desde lejos sin mucho peligro, hasta que Adrián, siempre él, volvió a tener el empate en un disparo en el inicio del segundo tiempo.

Fue una amplia fase en la que el empate parecía más cerca que el 2-0, pero la Real se sacudió en el minuto 55 el dominio visitante y a partir de ahí comenzó una media hora de exhibición local, que pareció una traca final de fuegos artificiales de Semana Grande en forma de goles, con tres en sólo siete minutos de ensueño. El 2-0 rompió el partido, pero ya antes Díaz de Zerio, siempre en el lugar oportuno, tuvo dos buenos remates antes de participar en los dos siguientes goles de Prieto y Víctor, que redondeó la goleada con dos tantos ante un rival entregado.