Por fin. Tras 24 jornadas, el Athletic consiguió hilvanar dos victorias consecutivas. Con los tres puntos de ayer, los vizcainos se colocan con 29 puntos, lo cual les da un colchón de cinco puntos respecto a la zona baja. Un triunfo cosechado además en un campo tradicionalmente adverso, los rojiblancos llevaban ocho años sin ganar en el Manzanares, por su gran hostilidad.

De cualquier manera, el choque no arrancó nada bien para el Athletic, que comenzó sufriendo primero con un buen tiro de Raúl García y, sobre todo, con el gol que anotaron al alimón entre Agüero e Iraola tras un gran centro de López. Los colchoneros tenían el partido donde querían a los cinco minutos, mientras que los bilbainos se apresuraron a sacar el paraguas para evitar el chaparrón.

Sin embargo, el encuentro tomó otros derroteros y encontró en Javi Martínez al catalizador principal del mismo. El de Aiegi rompió una y otra vez el centro del campo de los Aguirre, muy preparado para crear, pero falto de recursos para robar. Al Athletic le faltaba atinar con el último pase, ya que la defensa del Atlético ofrecía una enorme sensación de fragilidad. Al contrario que su punta de ataque, que atemorizaba cada vez que el irreverente -y poco deportivo- Agüero cogía la pelota. Les faltó acierto para sentenciar, como a Luis García al reventar la pelota con el exterior en el larguero de un Armando que sigue su idilio con los postes, y lo pagaron.

Así, tras una acción dentro del área vasca, un inmenso Javi Martínez agarró el balón a la altura del punto de penalti propio y en una cabalgada digna de los jugadores más potentes del planeta-recordó a los mejores Vieira o Nedved- y se plantó al borde del área colchonera tras superar a todos los contrarios a base de fuerza. Allí, tuvo claridad, cedió a Susaeta y el eibartarra definió a la perfección.

Llorente da el vuelco

El Athletic recuperaba el punto y la tranquilidad. Su rival, en cambio, perdía el norte con complicaciones en su retaguardia y un descarado codazo de Agüero a Fernando Amorebieta. Pero, lo mejor estaba por llegar. En el descuento, Fran Yeste botó una falta que un entonado Llorente remató de forma inverosímil al límite del fuera de juego. Saltaba la sorpresa y los papeles se invertían para satisfacción de los hombres de Caparrós.

La segunda mitad, además, no pudo comenzar de mejor manera. En una acción absurda, Raúl García vio una nueva cartulina amarilla y vio el camino de los vestuarios. El Athletic tenía a 10 jugadores enfrente y el control absoluto del partido, sólo un despiste podría echar al traste la victoria. La renta pudo ampliarse si Medina Cantalejo o su asistente hubieran visto una clamorosa agresión de Pablo Ibáñez a Aduriz dentro del área rival.

Bajo esos derroteros, impregnados de inactividad colchonera y de suficiencia bilbaina, la sombra del tercer tanto planeó casi cualquier acción, pero a los vizcainos les faltó mayor mordiente para finiquitar el encuentro. Todo, dentro de un evidente control del mismo.

El único susto llegó a seis minutos del final, cuando Agüero enganchó un difícil balón que Armando respondió con una espectacular parada. Así, en medio de los cambios finales, el choque no dio más de sí y el Athletic se llevó tres puntos de oro. Ahora, en caso de vencer también al Villarreal, los vascos tendrán el salvarse cómodamente al alcance de la mano.