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La actitud de plante a las Cortes españolas cumple 30 años

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Ramón SOLA

En noviembre se cumplirán 30 años desde que Francisco Letamendia, Ortzi, levantó el puño en la tribuna del Congreso, gritó «Gora Euskadi askatuta!» y «Gora Euskadi sozialista!», y se marchó. El próximo año hará también dos décadas desde que los electos de HB fueron acribillados a tiros en Madrid un 20-N que acabó con la vida de Josu Muguruza. En esa legislatura y la siguiente, Jon Idigoras se encargaría puntualmente de reivindicar la autodeterminación desde la tribuna del Congreso de los Diputados, como una voz que clamaba en el desierto. Ya en 1996, entre los 350 diputados se «colarían» dos víctimas de la guerra sucia. Y con el cambio de siglo y los avances en el proceso soberanista, la izquierda abertzale decidió que la posición más sincera era la abstención activa (2000) y la apuesta por acudir a Madrid como pueblo (Propuesta de Bergara, 2003).

Todo este bagaje se refunde ahora en una decisión: el «plante ante el Estado» mediante la abstención, en una coyuntura más represiva que nunca. Una posición en la que confluyen tres décadas de historia en las que la izquierda abertzale ha sido el Pepito Grillo del Estado, bien a través de la denuncia en el Congreso o bien dando la espalda a las urnas. Éstos son algunos de los episodios más significativos:

1978, no a la asimilación

El primer puñetazo metafórico de la izquierda abertzale sobre la tribuna del Congreso tras la muerte de Franco sería el de Ortzi, el 8 de noviembre de 1978. El motivo técnico de su renuncia sería una triquiñuela de UCD para impedir que interviniera como miembro del Grupo Mixto. Pero el trasfondo de su protesta, obviamente, era la disconformidad con el diseño del actual marco. Un día después se aprobaba en el mismo Congreso la «legislación antiterrorista», y un mes más tarde se validaba la Constitución en las urnas españolas, que no en las vascas.

HB, formación en la que se integraría Ortzi, estaba a punto de nacer, y con fuerza. En las elecciones de 1979 obtendría casi 175.000 votos, pese a haber anunciado que sus electos no se iban a sentar en las Cortes españolas, tras un intenso debate interno. Para escándalo de Madrid, sus listas incluirían además a presos como José Antonio Torre Altonaga, Jesús Mari Zabarte o Xabier Morras. Lo mismo haría en 1982, en una campaña con el lema «Luchamos para vencer».

1989, tiros contra la demanda de paz

La izquierda abertzale apuesta con fuerza en la convocatoria estatal de 1989. El resultado es espectacular: 217.000 votos, sólo 35.000 menos que el PNV. Obtiene cuatro diputados, que hubieran sido cinco si en Nafarroa hubiera logrado un centenar de sufragios más. Los electos acuden a acreditarse a Madrid con la idea clara de impulsar la negociación y la búsqueda de la paz, pero son recibidos a tiros en el Hotel Alcalá. Josu Muguruza pierde la vida e Iñaki Esnaola queda gravemente herido.

La representación de la izquierda abertzale pone el dedo en la llaga al día siguiente: «Acusamos directamente al Gobierno español de este crimen, cuyo objetivo era desbaratar la oferta negociadora de Herri Batasuna. Matar al mensajero», dice Jon Idigoras.

1992, «ni españoles ni franceses»

En esa legislatura, pese a ello, la izquierda abertzale tendrá dos intervenciones puntuales muy sonadas y muy polémicas en el Congreso: una con motivo de la guerra del Golfo y otra en coincidencia con la aprobación del Tratado de Maastricht. El tema es una excusa para que Idigoras vaya al gra- no: «Señoras y señores diputados, los vascos no somos ni españoles ni franceses. Desde nuestra condición de nación diferenciada, hemos de expresar nuestro rechazo a este modelo de construcción europea en base a los estados y con la exclusión de las naciones como la nuestra. Como representantes de uno de los pueblos más antiguos de Europa, reivindicamos el derecho a poder decidir libremente nuestro futuro. Reivindicamos nuestro derecho a la autodeterminación para decidir nuestra relación con el Estado español y con el resto de Europa. Les recordamos también que la falta de democracia de esa Europa que con tanto ardor defienden también existe en el Estado».

1995, los presos y la guerra sucia

En la legislatura 1993-1996, HB está representada en Madrid por Idigoras y Rafa Díez. Interviene exclusivamente para denunciar la situación de los presos y la guerra sucia: Idigoras enciende el Congreso al enseñar un cartel que dice «Sacad vuestras sucias manos de Euskal Herria». Y se enfrenta a toda la Cámara (dos votos a favor, tres abstenciones y 294 en contra) con una moción que reclama el respeto a los derechos de los presos, en marzo de 1995. PSOE, PP e IU niegan que existan prisioneros políticos en el Estado, y el jeltzale Iñaki Anasagasti invita a los presos a que se dirijan a ETA porque «si dieran ese paso, los siguientes siempre serían más fáciles, y tendrían esperanza cierta de salir de la cárcel».

1995 es el año en que afloran algunas verdades sobre los GAL. La izquierda abertzale opta por convertir en diputadas, de modo simbólico, a dos de sus víctimas: María Jesús Arostegi, madre de Joxean Lasa, y Begoña Galdeano, hija de Xabier Galdeano. No cogerán sus credenciales. La izquierda abertzale ya no volverá a Madrid.

2000, la abstención

El proceso de Lizarra-Garazi, en 1998, marca un punto de no-retorno hacia el soberanismo. En la misma medida, las instituciones españolas pierden su valor para la izquierda abertzale. En 2000 se decanta por la abstención, matizando que es una posición «activa». De hecho, hace campaña y logra que el porcentaje de ciudadanos que renuncia a ir a las urnas suba siete puntos respecto a 1996. Las demás fuerzas vascas desoyen su llamamiento a dar la espalda al «marco de dependencia» e impulsar conjuntamente «un marco democrático y nacional».

2004, la Propuesta de Bergara

La última pieza del «puzzle» se pone en diciembre de 2003 con la Propuesta de Bergara, mano tendida al resto de formaciones abertzales para conformar una interlocución conjunta ante Madrid. La iniciativa la desoyen tanto los partidos en la convocatoria de 2004 como Juan José Ibarretxe cuando acude en solitario al Congreso, en 2005, a defender su plan. Pero deja reflejos como la propuesta de coalición lanzada por EA hace meses o la insistencia de la izquierda abertzale en reclamar una posición como país.

 

Pueyo: «No ir a votar será un acto de rebeldía y de dignidad»

El acto principal de la campaña por la abstención se celebró ayer en la Txantrea, donde Mariné Pueyo situó esta opción como «un acto de rebeldía y de dignidad frente a quienes no tienen dignidad ni vergüenza». La concejal de Iruñea criticó tanto a Nafarroa Bai como al PSOE. Parafraseando a Uxue Barkos, dijo a la coalición que «efectivamente somos cientos de miles los que estamos cansados, hartos de buitres electoralistas». Y en relación al PSN, añadió que «estamos hartos de que haya frustrado una y otra vez las ansias de libertad de este pueblo».

Pueyo añadió que abstenerse dará impulso a la independencia, «porque abrirle la puerta es una posibilidad real». En el acto participaron varias generaciones de luchadores: Valentín Irisarri, en representación de la del 36, dijo que «hemos sido labradores que sembramos, y vosotros tenéis que recoger la cosecha y seguir sembrando. No va a ser fácil, pero tampoco imposible». R. S.

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