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J. Ibarzabal licenciado en derecho y en ciencias económicas

La constante construcción del socialismo vasco

Ibarzabal establece en este artículo las bases de una doctrina de izquierda fuerte, radical y renovada que sea capaz de enfrentarse al  neoliberalismo. Con elementos teóricos generales y ejemplos prácticos del caso vasco, Ibarzabal nos da un interesante guión para el debate.

Ya está dicho todo, o casi todo, sobre el neoliberalismo. Es una plaga social, una peste negra, que ha diezmado el nivel de vida de la clase trabajadora. La clase política se ha rendido al culto del mercado, a la privatización, a los impuestos regresivos, a la liberación del mercado laboral, al culto a la riqueza y a la acumulación del capital.

La degeneración de la actual socialdemocracia europea es una muestra del imperio del neoliberalismo. Por poner tan sólo unos pocos ejemplos, la candidata socialista al puesto de presidenta del Estado francés Ségoléne Royal, en su campaña electoral, utilizó el siguiente slogan para estimular a los empresarios: «Faites des profits, augmentez vos revenus» (Obtened beneficios, aumentad vuestras rentas). Jose Luís Rodríguez Zapatero, por su parte, ha prometido en campaña suprimir el impuesto del patrimonio si ganaba las elecciones. Y Nicolás Sarkozy, charlatan «grand-maître» que cada vez es más «petit-maître», se mofa del socialismo de Zapatero y de Prodi.

Para colmo, el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, tiene la caradura de exhortar a los trabajadores a que moderen su reivindicación salarial, con el fin de controlar la inflación. Ni una palabra sobre los desorbitados beneficios empresariales, que también contribuyen al incremento de precios. ¡Ay, Sr. Trichet! ¿Se ha olvidado usted de la política de rentas? Es decir, el sacrificio que supone la contención de precios repartido entre los salarios y los beneficios empresariales ¿O sencillamente lo que pasa es que, haciendo honor a su apellido, hace trampas en la política económica?

El neoliberalismo, como en su momento el liberalismo, no es fruto del orden natural de las cosas ni de la cultura de Occidente, sino la consecuencia de una doctrina económica, de una ideología ferozmente conservadora y de derechas, que actualmente campa a sus anchas.

Solo hay un medio para hacer frente al neoliberalismo. Construir una doctrina fuerte de izquierdas, capaz de combatir al monstruo. Una ideología renovada, inspirada en los principios del marxismo. Un neomarxismo adaptado a la realidad actual y a las peculiaridades de los colectivos de izquierda que aún existen en el mundo.

La adaptación debería tener en cuenta los aspectos filosóficos del marxismo (humanizar el materialismo dialéctico y descargarlo de su determinismo), los aspectos sociológicos (la emancipación de la clase trabajadora y la lucha de clases siguen siendo elementos básicos), los aspectos económicos (conviene flexibilizar el determinismo económico, dando más cancha a la conciencia de clases y subrayando a su vez la importancia de la plusvalía como muestra de la explotación de la clase trabajadora), y los aspectos políticos (libertad política, no como fin del proceso sino como algo inmanente al mismo y a la construcción del socialismo –a cada cual según su trabajo– y del comunismo –de cada uno según su capacidad y a cada uno según sus necesidades–).

Además de la caracterización general de ese neomarxismo, en el aspecto operativo debemos recordar las aportaciones realizadas a lo largo de la historia por la izquierda abertzale a la construcción del socialismo:

En primer lugar, la soberanía política y económica son requisitos básicos para el impulso del socialismo vasco.

Como punto de partida del proceso económico, es necesario configurar un sector público fuerte, eficaz y honrado, que controle los sectores básicos de la economía (finanzas, transporte, sanidad, energía, medioambiente). Poniendo especial atención en el sector financiero, cuya privatización es una de las mayores necedades económicas, tanto en el plano teórico como en el práctico. Su justificación exclusiva es el afán de rapiña de la oligarquía y de la clase empresarial.

Se debe considerar el papel del mercado. Según el principio de la «subsidiariedad invertida», el mercado debe subordinarse a los intereses de la comunidad y funcionar sólo allí donde la libre competencia es posible y juegue a favor de los intereses populares (restaurantes, pequeñas y medianas empresas...)

La planificación central de la economía ha de ser vinculante para el sector público y orientativa para el privado. Una planificación que posibilite un desarrollo sostenible social y ecológico, frente al consumo irracional impulsado en el capitalismo.
Se necesita establecer un sistema fiscal que sea progresivo y que ataque de raíz al fraude fiscal.

Es necesario atender a los indicadores objetivos y de obligado cumplimiento en relación a la protección social (salario universal, viviendas, nivel de paro, cobertura de paro, pensiones dignas...).

Por último, la solidaridad internacional ha de articularse conforme a las reclamaciones de los países del tercer mundo y de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Se debe desarrollar completamente al margen de los organismos internacionales actuales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial de Comercio) que están al servicio de los países hegemónicos, imperialistas, neocolonialistas y de las multinacionales.

Por mencionar un único ejemplo, en Euskal Herria tenemos un buen laboratorio, las cooperativas, donde el socialismo (propiedad colectiva de los medios de producción) es un hecho que nos puede servir de guía al configurar el mencionado socialismo vasco.

En definitiva, quizá ha llegado el momento a nivel internacional en el que los tres tipos de marxismo –la socialdemocracia, el marxismo ortodoxo y el troskysmo– fusionen sus fuerzas junto con el socialismo identitario.

Euskal Herria, vanguardia entre las naciones sin estado en la lucha por la liberación nacional y social, podría ser impulsora de esta corriente de coordinación.

Para finalizar, quiero dedicar este artículo  a los compañeros y compañeras recientemente encarcelados, ejemplo de compromiso y que tanto han hecho por el socialismo vasco.
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