Cecilia G. de Guilarte, anarquista y corresponsal de guerra
Cecilia García de Guilarte, periodista y novelista, fue la única mujer que ejerció de corresponsal de guerra en el llamado «Frente del Norte» durante la Guerra del 36. Anarquista desde la cuna, esta tolosarra que años después llegó a ser finalista del Premio Planeta, estuvo en las trincheras con tan sólo veinte años. Un libro recupera ahora sus crónicas.
Karolina ALMAGIA | BILBO
La tolosarra Cecilia G. de Guilarte (1915-1989) ha pasado a la historia por sus libros de narrativa, pero apenas se conoce su faceta como periodista y corresponsal de guerra en el Frente de la Guerra del 36. Escribió de todo, pero nos privó de lo que más nos hubiera gustado leer: sus memorias sobre la guerra. Y, sin embargo, a través de sus crónicas -recuperadas ahora por Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz, de la Asociación Sancho de Beurko, en el libro «Cecilia G. Guilarte. Reporter de la CNT» (Ediciones Beta)-, podemos seguir los pasos de esta valiente mujer. El libro reproduce las crónicas de guerra editadas en los periódicos «CNT Norte», «Frente Popular» y «El Liberal», además de trazar una aproximación a la autora y al contexto histórico en el que trabajó. Esta publicación coincide con las siete tesis doctorales que en estos momentos se están haciendo sobre ella en México y Estados Unidos, lo que demuestra el interés que su figura despierta en los historiadores.
Cecilia G. Guilarte mamó el anarquismo desde la cuna. Nacida en Tolosa en 1915, en el seno de una familia obrera emigrada de Burgos, abrazó el anarquismo de un modo casi confesional. Su padre trabajaba en la industria papelera y uno de sus hermanos, Felix, murió con 17 años en los combates de Irun.
Guilarte cubrió para el periódico de la CNT los frentes de Gipuzkoa, Bizkaia, Santander y Asturias entre 1936 y 1937, ofreciendo una visión de la guerra muy alejada de los tópicos que asignaban a la mujer periodista un rol de mera propagandista.
Cecilia fue una mujer que no huyó del peligro y permaneció en medio de la batalla de Irun, en las calles de Bilbo durante los trágicos sucesos del 4 de enero de 1937 (cuando, tras un bombardeo que causó varios muertos, la muchedumbre penetró en las cárceles de la ciudad y causó una matanza entre los presos franquistas), en las posiciones del batallón Isaac Puente en Cimadevilla o en la ofensiva del general Mola.
Joven y pasionada, llama la atención el hecho de que escribe sus crónicas en primera persona, siempre preocupada por el factor humano y manteniendo la fe en la victoria. Y en medio de todo ello, vive una historia de amor con el eibarrés Amós Ruiz Girón, gudari que llegó a ser jefe del Batallón Disciplinario de Euskadi. Precisamente investigando sobre este batallón llegaron Guillermo Tabernilla y Julen Lezamiz a las crónicas de Cecilia G. Guillarte, lo que despertó su interés por esta mujer. «Amós era jefe de la Policía Municipal de Eibar y cuando se produce el alzamiento de los franquistas marcha hacia la zona de Tolosa. Se conocen, comienzan una relación y se casan el 2 de mayo de 1937, en Portugalete. Nada más terminar la ceremonia, llaman a Amós para que se incorpore a la Batalla de Sollube, donde el comandante es herido de gravedad», relata Julen Lezamiz.
Compartiendo con los milicianos largas horas en las trincheras, sufriendo las penalidades de la guerra, Cecilia, con apenas veinte años, persiguió la noticia allá donde estuviera. Muestra de ello es la exclusiva que consiguió al localizar y entrevistar a un piloto alemán apresado por el Ejército republicano, que el Gobierno tenía escondido para evitar su linchamiento popular. Claro que lo tuvo fácil: su novio era el encargado de custodiar al prisionero. «Digamos que es una especie de acuerdo. El comandante Ruiz Girón le deja entrevistar al alemán, pero a cambio Cecilia escribe un artículo sobre el Batallón Disciplinario», explica Lezamiz.
Pero no fueron crónicas de guerra lo único que escribió Guilarte esos años en el Frente. Llegó a publicar en las páginas del periódico anarquista un folletín por entregas para entretenimiento de los milicianos. Es lo último que firma en este medio. «Cuando cae Bizkaia, el Ejército vasco se retira hacia Cantabria y unos pocos batallones continúan hacia Asturias, entre ellos el Batallón Disciplinario. Cecilia embarca en Ribadesella hacia Francia, de donde pasa a Catalunya. Ya embarazada, se queda en zona republicana, mientras su marido sigue combatiendo en Asturias. Amós se salvó de milagro, escapando en un pequeño barco mientras muchos de sus compañeros eran apresados y fusilados», continúa Lezamiz.
Exiliados en México, Cecilia se afilió a Izquierda Republicana y comenzó a colaborar con diversas publicaciones, entre ellas «Euzko-Deya».
Residió en diversas ciudades y regresó a su tierra natal en 1964, mientras su marido permaneció en aquel país hasta la muerte del dictador. Autora de ensayos, teatro, relatos, columnas periodísticas y novelas, alcanzó éxito con su biografía de la religiosa del siglo XVII Juana de Asbaje, así como con «Nacer en España», su gran novela sobre la Guerra Civil. En 1975 salía de la imprenta su último libro publicado en vida, «La soledad y sus ríos», en donde rememora sus años mexicanos.
Sus hijas viven en México, excepto una de ellas, Ana Mari, que regresó a Tolosa. Para ellas también ha sido una sorpresa la recuperación de estas crónicas.
Hija de un obrero de la Papelera, mamó el anarquismo en el seno de su propia familia. Se enamoró y se casó en plena guerra con un comandante del Ejército republicano, el eibarrés Amós Ruiz Girón. Se exiliaron en México.
La Asociación Sancho de Beurko recupera la historia de esta mujer de Tolosa y sus crónicas de guerra en un libro publicado por Ediciones Beta. La periodista tolosarra estuvo en primera línea de batalla.
Ante los aparatos fascistas destrozados, ante los cadáveres carbonizados de los aviadores alemanes me he sentido más periodista que nunca. Y también más joven. Me parecía que el cotidiano «tranquilidad en toda la provincia» del gobernador y el «niño mordido por un perro» de toda la vida se rebelaban, cansados, sin duda, de ser las noticias salientes del día.
-Uno de los aviadores fascistas ha resultado ileso -se decía. Y la noticia se agrandaba. Corría kilómetros y se repetía de una a otra punta de la provincia.
-Hay que buscarlo -me he dicho-. ¿Cómo?
No quiera el lector saberlo. Imagínese todos los trucos periodísticos, todas las ventanas escaladas que quiera, y aún resultará pálido ante la realidad.
Bilbao era una ola de pasión. Se pedía la muerte del que con tan traidoras intenciones llegó a Vizcaya. La pedían las madres que saben de dolor y de ternuras. La pedía el pueblo sintiendo la bofetada alemana en pleno rostro. (...)
Angustia en los ministerios. Pasión en la calle. Titubeos. Un hombre de pronto. Sólo él sería capaz de llevarse al preso pasándolo por entre la multitud impaciente ya para evitar que la justicia del pueblo se cumpliese con demasiada premura.
Y Schmidt Karl Gustav, el aviador alemán cuya vida un pueblo entero reclama, atravesó Bilbao, lleno el rostro de asombro y temor, ante las gentes agitadas en oleadas de sentimientos vengadores.
Es preciso verle, hablarle. He querido borrar de mi memoria las peripecias que esto me costó. (....)
-¿Qué opinas de la aviación leal?
-Son valientes -responde lacónico.
-¿Y ahora? -le pregunto.
Hace un gesto de indiferencia. Se ve que lucha por aparecer tranquilo sin conseguirlo. Hay en sus ojos azules una sombra de tristeza, parecida a la que se observa en las gallinas próximas al sacrificio. Con la vista fija en el suelo, contesta:
-Ya sé que no saldré de aquí. Al principio creí que esto terminaría enseguida... todos lo creímos así.
Cecilia. G. DE GUILLARTE (Reportaje publicado en `CNT Norte' el 12 de enero de 1937)