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«Sin una personalidad fuerte, la liliputiense Chiquita no hubiera podido sobrevivir»

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Antonio ORLANDO RODRÍGUEZ, ESCRITOR

El cubano Antonio Orlando Rodríguez ha ganado el Premio Alfaguara de Novela 2008 con la boiografía novelada de Espiridiona Cenda, «Chiquita», probablemente la mujer más pequeña del mundo. Al escritor y periodista le fascinó la historia de esta diminuta mujer de 26 pulgadas que llegó a convertirse en una famosísima estrella del cabaret.

Periodista, editor y escritor, Antonio Orlando Rodríguez (Ciego de Ávila, Cuba, 1956) es autor de novelas como «Aprendices de brujo» (Alfaguara), cuentos, teatro, ensayo y numerosas obras para niños y jóvenes. Afincado en Estados Unidos tras residir en Cuba, Costa Rica y Colombia, estaba a punto de empezar otro libro cuando recibió por e-mail una foto de Espiridiona «Chiquita» Cenda. Quedó tan deslumbrado con esta liliputiense cubana, que ya no pudo hacer otra cosa más que buscar información sobre ella y ponerse a escribir su historia. A lo largo de los cinco años que ha invertido en este libro, Orlando se ha visto sumergido en el ambiente de los espectáculos y ferias de finales del siglo XIX. Un trabajo recompensado finalmente con el Premio Alfaguara de Novela.

¿Cuánto hay de verídico en esta historia?

Hay una buena dosis de verdad, porque es un personaje que existió, y que triunfó, como se describe en la novela, pero todo está mezclado con un componente de ficción porque yo no he escrito una biografía, sino una novela y además una novela de aventuras. Digamos que usé la vida de Chiquita para reinventarla a la medida de mis necesidades como escritor.

Como dice, podía haber hecho una biografía, pero eligió una fórmula cercana a las memorias noveladas.

Bueno, aunque a mí me fascina la historia y me encanta estudiar las distintas épocas en que se desarrollan los argumentos, yo no soy un historiador, no me interesa respetar la verdad histórica ni ser naturalista en el retrato. Me interesa mucho más explotar la fantasía y el sentido del humor, insertándolo en ese telón de fondo con apariencia de verdad. Una narración no deja de ser una mentira elegante y si hay visos de realidad y veracidad histórica, esa mentira resultará más creíble.

Por eso da tanta importancia a describir el ambiente de las ferias y cabarets del Nueva York de finales del XIX.

Fui a los lugares que describo, caminé por las calles, visité los edificios y estudié las fotografías de la época para construir una atmósfera realista. En la calle Clinton de Nueva York hay un gabinete de curiosidades donde se exhiben todo tipo de objetos de las ferias y circos. Ese sitio fue muy inspirador de todo ese ambiente.

¿Realmente fue Chiquita tan conocida en la época?

Sí lo fue. El episodio en el que el presidente McKinley la recibe en la Casa Blanca es real, igual que hay muchos personajes de la vida real que en la novela se relacionan con ella.

¿Y también es cierta la parte del activismo político que describe en la novela?

Sí. En aquel momento había mucho lobby en el Congreso relacionado con la anexión de Haway a los Estados Unidos y con la postura que el país iba a adoptar ante la guerra indepentista de Cuba. Había muchas intrigas en las que Chiquita se ve envuelta en la novela.

Medía tan sólo 65 centímetros, pero no tenía ningún complejo. Tuvo que tener una fuerte personalidad.

A veces es difícil distinguir entre el personaje real y el personaje de la novela. Pero yo creo que es importante llegar a la conclusión de, para alguien como ella, se puede tener la desventaja de tener una estatura corta, pero no puede darse el lujo de tener cortas ideas. Y eso es clave en su vida. Fue una mujer muy independiente, muy voluntariosa y muy decidida a tomar las riendas de su carrera. Y eso, en el siglo XIX, cuando todavía la lucha por los derechos de la mujer era muy incipiente. Si no hubiera tenido una personalidad fuerte, no hubiese podido sobrevivir, la hubieran aplastado.

Su estatura tampoco le impidió tener relaciones sexuales con hombres y mujeres de talla normal, según su narración. No le fue mal en el capítulo del amor.

Cierto. Como todo novelista, yo me tomo mis licencias, pero un episodio real es su matrimonio con ese joven, que era de talla normal, y tirando a alto, y al que ella, además, doblaba la edad. Pero en este mundo toda oveja tiene su pareja. En el amor, desde luego, Chiquita demostró que podía inspirar pasiones muy tormentosas. Cuando miras las fotos que aparecen en el libro te das cuenta, por las posturas y las miradas, que ella trabajaba muy bien esa sensualidad.

La novela tiene una parte esotérica en la que no faltan sectas o talismanes.

A mí me encanta lo sobrenatural, lo mágico, lo fantasioso. Me gusta como lector y por eso lo metí en el libro.

Karolina ALMAGIA

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