Félix Iriarte 2008/5/1
Primero de Mayo
DEIA
Recuerdo que en los primeros años de la democracia moderna española me llamaban muchísimo la atención los desfiles del 1 de Mayo. Todo o casi todo escrito en rojo, o sobre pancartas rojas. Los claveles, rojos también, en las solapas. Eran días de fiesta y reivindicación para los trabajadores. Se notaba que acababan de dejar atrás el túnel de la tiranía y el fascismo. Veinticinco años después no queda nada de todo aquello. Ahora no se desfila ni se clava el clavel en la solapa; ahora se disfruta de un día de ocio, con un ojo atento a las nubes y el otro donde le pille a cada uno. (...) Ya no hay quien coree el ¡viva el Primero de Mayo! como antaño. Salvo que los manifestantes sean chinos o indios o de cualquier otro país donde trabajan de sol a sol durante siete días a la semana, como esclavos. Sus derechos serán los nuestros y ojalá que los nuestros sean los suyos. Si consiguen cualquier mejora laboral será en nuestro beneficio, porque nos ayudarán a mantener nuestros puestos de trabajo. Por el contrario, si la cadena que les ata al puesto de trabajo se acorta más aún, lo notaremos nosotros también. El capital nunca tuvo fronteras, pero los derechos todos los del mundo. La deslocalización de las empresas es la espada de Damocles que pende sobre los trabajadores del mundo desarrollado, es la amenaza de los capitalistas para no repartir el botín. La esperanza de los trabajadores está en Oriente, la de todos. Nunca hubo tanta comunión de intereses ni versiones de La Internacional. (...)