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La frágil memoria histórica del PNV queda al descubierto en Beasain con varios millones de por medio

«Txin, txin, txin, txin, diruaren hotsa...». La sapiencia del refranero popular seguro que viene después de la guerra de 1936. Por lo menos en lo que al PNV se refiere. Y es que lo que entonces no era suyo, pongamos un solun edificio de cuatro plantas, ahora lo es.

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Gari MUJIKA

La tapadera de Beasain. Aunque no se trata de ninguna película, con suma facilidad podría realizarse un thriller político sobre la apropiación de un edificio de cuatro plantas que ha llevado a cabo el PNV en el pueblo goierritarra. Además de un más que exitoso negocio millonario. Y eso, sin tener que resarcir un céntimo a los propietarios.

El guión arranca en Beasain con un paseo matutino en el verano de 2006, cuando un vecino y accionista de Goierriko Alkartasuna -entidad constituida en 1935 y propietaria de un edificio de cuatro plantas, que desde entonces alquiló un local al PNV con una renta anual de mil pesetas- se da cuenta de que el inmueble estaba siendo derruido sin que se informase a la sociedad propietaria, de la que este ciudadano cuenta con 200 acciones heredadas de su abuelo.

El asombro inicial se tradujo en telefonazos a otros socios que tampoco tenían conocimiento alguno de la demolición. Y, entre unos pocos, ocho beasaindarras que ostentan cerca de un 16% de las acciones, empezaron a mover hilos.

Pero antes hay que retrotraerse a la víspera del golpe de Estado que comandó Franco para comprender cómo se las gasta la formación jeltzale cuando de dinero se trata. A pesar de que el PNV no invirtió ni una peseta en la constitución de Goierriko Alkartasuna en 1935, y menos aún para la adquisición del citado inmueble, gracias al alquiler de uno de los locales es allí donde se había ubicado el batzoki.

¿Que la sociedad fue «una tapadera»?

Tras el alzamiento fascista, el edificio fue incautado por la Falange Española. Sin embargo, tras restituirse la propiedad a Goierriko Alkartasuna y readaptando las escrituras a la nueva legislación, entre compras y cesiones, el partido jeltzale logra en 1978 hacerse con 740 acciones de un total de 2.200.

Una vez derruido el edificio de cuatro plantas y con un solar de dimensiones más que considerables, que en más de 70 años habrá sido revalorizado hasta llegar a cifras millonarias, el pequeño grupo de accionistas descubre, por casualidad, que el PNV había acudido motu propio a los juzgados. ¿Para qué? Sencillo. Para apropiarse de todo el inmueble. Y lo consiguió.

En primer lugar, acudieron a Tolosa en 1996. Presentándose en nombre de Goierriko Alkartasuna, el destacado dirigente del PNV Ignacio Arrizabalaga, representado por su hijo, el abogado Xabier Arrizabalaga, intentó en vano pasar la titularidad del inmueble a la formación que en Gipuzkoa dirige Joseba Egibar. El tribunal de Tolosa puso freno a sus pretensiones pero, no quedándose satisfechos, inmediatamente después recurrieron el fallo en Donostia. Y fue en la capital guipuzcoana donde, gracias al cambio de criterio del tribunal, el PNV consiguió apropiarse del edificio de cuatro plantas.

Evidentemente, todo ello sin informar a ningún otro socio de Goierriko Alkartasuna, impidiendo de facto que el PNV contara con oposición para lograr su objetivo. Será una década después, con aquel paseo estival, cuando se descubra una parte del meollo; o mejor dicho, la definición que emplean los propios jeltzales: «la tapadera».

Después de que con la demolición aflorase la jugada jeltzale, el citado grupo de accionistas de Goierriko Alkartasuna intentó en primer término tratar el asunto directamente con el PNV. A comienzos de mayo de 2007 los accionistas entregaron en persona a Joseba Egibar un escrito en el que denunciaban la «usurpación» y pedían una reunión al GBB. Las citas, arrancaron y finalizaron en setiembre. El GBB, tras dos escuetas reuniones, los invita a participar en una asamblea local del PNV de Beasain, aunque ya les informa de que «la Sociedad Goierriko Alkartasuna fue creada como una tapadera o sociedad interpuesta de EAJ-PNV». Esto es lo que los jeltzales consiguieron que constase en una sentencia firme pese a que, según los otros accionistas, no se ajuste a la realidad.

En octubre de 2007, el PNV de Beasain les informa sobre su decisión de obviarles como legítimos propietarios del edificio, asumiendo el total del beneficio de la venta de un inmueble que nunca fue de su propiedad. Ahora se conocen algunas de las fórmulas con las que se nutren las arcas jeltzales.

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