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Antonio Banderas, de Málaga a Donostia pasando por Hollywood

Antonio Banderas, el actor malagueño convertido en estrella de Hollywood, recibió anoche de manos de Pedro Almodovar el Premio Donostia, distinción honorífica con la que el festival «reconoce el conjunto de su carrera» a grandes figuras del celuloide. Con una prolífica carrera que, a sus 48 años, crece y crece año a año, Banderas comparte el premio de la actual edición con Meryl Streep, actriz que recibirá el galardón el próximo viernes, día 26.

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Anartz BILBAO | DONOSTIA

Convertido en rutilante estrella de Hollywood, el actor Antonio Banderas recibió anoche el premio Donostia del Zinemaldia, ciudad y festival que el malagueño conoce bien. Lo hizo tras recordar, en rueda de prensa, la primera vez que acudió al festival donostiarra, «con no más de 350 pesetas en el bolsillo y un viaje de vuelta en autostop». Lo que no contó fue con cuanto volvía ahora, más de veinticinco años e infinidad de trabajos cinematográficos después.

El actor llegó a Donostia anteayer, en la jornada inaugural del festival, para presentar en la sección oficial y fuera de concurso su último trabajo, «The Other Man», dirigido por el inglés Richard Eyre (Devon, 1943). Tras la película, ofreció junto al citado director una rueda de prensa en una sala abarrotada y un tanto atolondrada con la presencia del malagueño. Banderas repitió ayer el encuentro con la prensa, esta vez centrándose en su persona y en el premio que recibiría horas después de manos de su viejo amigo Pedro Almodovar. Ante los medios, se mostró tan natural y sencillo como es lo habitual en él, repasó su trayectoria y habló de nuevos proyectos respondiendo a todas las preguntas que se le planteaban. La cita no se alargó más de cuarenta minutos, por lo que dejó a más de un periodista sin poder formular preguntas y con ganas de conocer más aún al malagueño, ataviado ayer con camisa azul.

Con aspecto juvenil, pese a excusarse -¡al igual que el día anterior!- de no haber casi pegado ojo (al mediodía acudió a la entrega del Premio Nacional de Cinematografía a su amigo Javier Bardem), Banderas mostró su «gratitud» al festival y a la ciudad que lo premiaba y recordó sus primeras visitas a Donostia para presentar hace veintiséis años «Laberinto de pasiones», de Pedro Almodóvar, una película que, como recordó, «levantó una gran polvareda».

Trabajador incansable a la vista del número de títulos en los que ha participado, el actor reconoció«enfrentarse a la vida con alegría». Se mostró también encantado de que fuera su viejo amigo Pedro Almodóvar el encargado de darle el premio, hecho que calificó como «emocionante». Aunque le cree alguna contradicción, como él mismo confesó, porque reconoció, a su vez, que no le gustaban especialmente los festivales, porque «no creo en la competición»; cinematográfica, se entiende.

En cuanto a sus objetivos, recordó haber tomado decisiones y haber asumido riesgos, aunque a menudo, «me he dejado llevar». Son esos riesgos y decisiones los que le han ayudado «a saltar muros y a abrir puertas» -en Hollywood-, intuyendo en ello «el motivo por lo que era premiado» por una carrera, a su parecer, «coherente».

Respecto al futuro, Banderas confesó haberse planteado, «desde hace alrededor de dos años, trabajar menos y mejor», por lo que espera que «en el futuro el material que me llegue sea más profundo», para poder mostrar otras facetas como actor. Además, pretende ahondar en su faceta de director, «para encontrar un lenguaje propio». Cuestionado respecto a su fama, explicó que, en su opinión, «ser una estrella es representar un personaje que es uno mismo». Respecto a como en gestiona la popularidad: «Cuando tengo tiempo libre vivo una vida normal», dijo, y no hace mucho para controlar ese terreno, aunque recordó que «hace unos años el estrellato me estrellaba». Afortunadamente, «ahora puedo salir en Málaga a tomar unas cervezas», declaró sonriente.

Volviendo al Premio Donostia, confesó que «los premios estimulan» y esperanzado, dijo que el de ayer era «como un árbol de Navidad en el que espero colgar aún muchas bolas». Con muchas ganas para abordar nuevos proyectos y apoyar a nuevos cineastas con su productora, en especial a los andaluces, Banderas adelantó emocionado un trabajo en el que está actualmente enfrascado y prepara con mimo. «Una obra en torno a Boadbil, el último Califa de Al Andalus, una producción ambiciosa rodada en lengua árabe y española». Tras triunfar en Broadway con la obra «Nine», y ser requerido para hablar sobre el teatro, el malagueño recordó soñador su «magia única, la del momento efímero que se sucede sutilmente distinto cada día», y se mostró «deseoso de volver a mi primer medio, el que me dió el salto a ser actor», adelantando una probable nueva obra en torno al «Don Giovanni».

El Sueño Americano

Nacido el 10 de agosto de 1960, Antonio Banderas estudió Arte Dramático en su Málaga natal antes de emprender su aventura madrileña, recordada por sus trabajos bajo la dirección de Almodóvar. Ayer, Banderas confesó haberse encontrado, a lo largo de su carrera, con gente clave que lo ayudó a crecer como actor, y citó a Luis Pascual además de, entre otros, al director manchego. Después se zambulló en su inicialmente dificil aventura norteamericana: «Los primeros pasos fueron de una soledad muy dura y me preguntaba si seguir adelante, cosa que hice gracias al profundo amor que sentía por aquello en lo que creía». Regresa ahora como triunfador, tras trabajar en infinidad de proyectos (superproducciones, películas de aventuras, románticas, musicales, obras de Broadway...), haber puesto voz a personajes de animación e iniciarse en las labores de producción y dirección con «Crazy in Alabama» (1999) y «El camino de los ingleses» (2006); además de formar una familia estable con Melanie Griffith. Trabajó con Montxo Armendariz en «27 horas», película que logró la Concha de Plata en 1986, y fué dirigido por el presidente del jurado de esta edición, Jonathan Demme, en la película «Philadelphia», en 1993.

El Premio Donostia, ofrecido como reconocimiento a la labor de toda una carrera, tendrá a la excelente actriz Meryl Streep como siguiente protagonista. La ganadora de dos premios Óscars lo recibirá el próximo viernes, día 26.

Zinemaldia los vuelve a juntar más de dos décadas después

En una gala en la que Edurne Ormazabal presentó a Pedro Almodóvar como «el primero en reconocer el gran talento del homenajeado», el director manchego fue el encargado de entregar el galardón a Antonio Banderas. En su discurso, Almodóvar dijo que Banderas «no ha parado de crecer» desde que debutó con él en 1982 con «Laberinto de pasiones», hasta alcanzar hoy una «altura descomunal». Recordó detalladamente la primera prueba que hicieron conjuntamente, y dijo haberse dado cuenta de inmediato de que «había nacido para desbordar las pantallas con su mirada». Bromeó sobre «el deseo que provoca» por su atractivo físico, para decir, en tono travieso, «no haberse fijado nunca en su culo» Destacó la «mágica relación que posee con la cámara» y habló con mucho cariño, entre anécdotas y guiños a trabajos del pasado, de un actor y amigo al que ofreció el premio como comienzo de un «segundo acto».

El malagueño, emocionado, recordó sus anteriores participaciones en Donostia como si fueran una «metáfora de su carrera». Al tratar de mostrar su agradecimiento, citó al ya desaparecido y genial Fernando Fernán Gómez, también Premio Donostia, y se apoyó en un pasaje de la novela «El manual del Guerrero», de Paulo Coelho. En la dedicatoria del premio, se acordó especialmente de varias personas: de su amigo Javier Bardem y, cómo no, de su amada esposa Melanie Griffith, dejando para el final a su padre, recientemente fallecido. A. BILBAO

EL ÚLTIMO CALIFA

«Con la objetividad de 500 años», Banderas se mostró ilusionado por realizar un ambicioso proyecto que versa sobre Boadbil, el último Califa de Granada. Un trabajo romántico sobre Al Ándalus -del que se siente heredero-, grabado en castellano y árabe, que hable sobre la «problemática actual» con el mundo musulmán

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