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De lo absurdo a lo indigno en Nafarroa

El Gobierno de Miguel Sanz decidió ayer otorgar la Medalla de Oro de Navarra a los sindicaros UGT y CCOO, y a la Confederación de Empresarios de Navarra, de forma conjunta. Se antoja difícil encontrar un ejemplo que simbolice de forma más gráfica la simbiosis que en el ámbito de la comunidad foral reúne al ejecutivo, la patronal y los dos sindicatos de obediencia estatal. Precisamente estos últimos no tardaron en hacer pública su satisfacción, interpretando el premio como un «reconocimiento a un modelo de sindicalismo basado en la negociación, en la propuesta y en los acuerdos».

Esta lectura, obligada dadas las circunstancias, apenas resiste una más que evidente síntesis del escenario que dibuja el galardón: un gobierno de derechas recompensa a la patronal -orden lógico de las cosas- y a dos sindicatos -aparente contradicción-. Pero la contradicción no es tal si se analiza el contexto, y éste adquiere total armonía cuando se pasa revista a la dinámica que estos tres actores llevan tiempo desarro- llando en Nafarroa. Una dinámica de acuerdos sistemáticos en materias sindicales y no sindicales (Plan Navarra 2012 en materia de inversiones), de sintonía permanente a la hora de marginar a las centrales abertzales ELA y LAB a pesar de su notable implantación, y de concertación sin fisuras para otorgar carta blanca a las multinacionales -la cuarta pata del banco-, que en la figura de Volkswagen ya recibieron anteriormente la misma medalla que ahora se cuelgan patronal, CCOO y UGT.

Las clases trabajadoras en particular y la sociedad navarra en general asisten con estupor a una representación que se quedaría en simple sublimación de lo absurdo si no fuera porque las lacerantes consecuencias de la crisis económica elevan a una categoría cercana a lo «indigno» a este chalaneo cortesano con recompensas incluidas. El incremento del paro, el deterioro de las condiciones laborales, el recorte de los derechos y, aún más, la amenaza de pobreza para amplias capas sociales dejan muy poco margen para la sacralización del acuerdo. Sobre todo si es con quienes exigen el abaratamiento del despido y amenazan con cierres patronales.

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