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Crónica | El caso Mitrofán

Lococo demuestra que es posible hacer frente a la censura empleando la ironía

No cabe duda de que Nicola Lococo es un hombre peculiar. Tal vez, sea un esfuerzo para quitar un poco de hierro al «acoso» con el que le ha tratado el aparato judicial español, pero al filósofo le resulta costoso desprenderse de su carácter irónico al conversar sobre el «caso Mitrofán», del que ha sido absuelto recientemente.

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Ruben PASCUAL

Apenas unos días después de que el juez de la Audiencia Nacional española José María Vázquez Honrubia absolviera al filósofo Nicola Lococo y a los humoristas gráficos de «Deia» Javier Ripa y Josetxu Rodríguez de «graves injurias al Rey», Lococo ha narrado a este diario cómo ha vivido el largo proceso del denominado «caso Mitrofán», que se ha prolongado durante más de dos años.

Todo comenzó el 28 de octubre de 2006, cuando los humoristas gráficos de «Deia» publicaron en su suplemento satírico llamado «Caduca hoy» un fotomontaje en el que se caricaturizaba al monarca español junto con un oso muerto sobre un barril. El 31 de octubre de ese año, el mismo diario publicaba un artículo de Lococo titulado «Las tribulaciones del oso Yogui», que dos días más tarde, el 2 de noviembre, también apareció en las páginas de la sección «Iritzia» de este diario.

«Por muy poco»

Finalmente, el miércoles de la semana pasada, tuvo lugar el jucio en el que el juez Vázquez Honrubia decidió absolver a los acusados, aunque advirtió que «por muy poco no se ha traspasado la línea de la libertad de expresión». El fiscal, Pedro Rubira, solicitaba 10.800 euros de multa y puntualizó que esperará a que el juez argumente por escrito su sentencia para decidir si la recurrirá.

El juicio fue muy peculiar, ya que se habló del oso Yogui, casi al mismo tiempo que se citaba a Shakespeare, o se recordaba a Quevedo. Tras el juicio, Josetxu Rodríguez, recordaba que «el arma secreta de Txema Montero para la defensa fue el poder destructor de las argumentaciones de Lococo».

Y es que el filósofo justificó que aquel artículo tenía su origen en la infancia. Más concretamente, en las malas experiencias sufridas con reyes como Herodes o los mismos Reyes Magos, situaciones que le habían llevado a pensar que «todo lo que tenía que ver con la realeza era mentira». Añadió que, de pequeño, había tenido un oso de peluche y que su pareja solía decirle que él mismo es un oso.

Por otro lado, y aprovechando la perspectiva que ofrece la finalización del proceso, Lococo se mostró muy molesto con el trato recibido por el aparato judicial español. A su juicio, ha sufrido «un acoso y una tortura mental durante dos largos años», censurando que «te citan para declarar sin decirte muy bien para qué, o te dan 24 horas para presentarte en el tribunal», entre otras cuestiones. También criticó que «el aparato judicial no responde al derecho, sino a otras pleitesías, y yo me he sentido acosado institucionalmente». «A esto se le llama democracia», concluyó con sarcasmo.

Por otro lado, defendió que si aquel artículo se hubiera publicado en «La Razón», en lugar de «Deia» o GARA, la historia hubiera sido diferente. «Para bien o para mal, ser vasco lleva un componente de culpabilidad; es como un pecado original», valoró. En ese contexto, explicó que, cuando «todo el mundo hacía mofa del asunto, sólo nos cogieron a los de GARA y a los de «Deia»».

Finalmente, advirtió de que, en el futuro, se cuidará «mucho» al referirse a «Don Juan Carlos» y empleará para ello un lenguaje «ozoresco», utilizando palabras «que en el diccionario no tienen significado ofensivo». Por ello, anunció que, a partir de ahora, se referirá al monarca español con términos tales como «caléndulo».

 

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