El revolucionario solicitaba con fuerza a los revolucionarios de aquellos años que se crearan dos, cien, mil vietnanes. Ahora, la sonrisa triunfadora de Obama, la diplomacia bayeta europea y la santísima trilateral, van a crear, uno, dos, cien, mil guantánamos. De todas las soluciones posibles para poner coto a la injusticia han buscado la peor, la que multiplica la injusticia, la que reparte el terror, la que hace cómplices a todos los estados capaces de aguantar en su supuesto sistema de garantías jurídicas el ser sospechoso porque lo digo yo, sin pruebas, en aislamiento perpetuo, con torturas constantes.

Obviamente hay estados que están muy acostumbrados a estos asuntos, aunque lo disfracen bastante bien, que practican la tortura, que se juzga sin pruebas, que están muy entrenados sus jueces estrellas en hacer considerando injustos, pero lo que va a suceder, si todo lo previsto se lleva a cabo, es que se confirma que los vuelos de la CIA se hacían con el consentimiento explícito e implícito, que lo sabían todos, que es lo que sabemos nosotros que ellos sabía, aunque hagan ver que no sabían nada. Los de ahora y los de antes, todos. Que la complicidad no es sobrevenida, ni táctica, sino estratégica, que se va a crear un ámbito global de inseguridad jurídica, que se va a hacer más difícil la convivencia entre culturas y religiones y que a partir de ahora crecerá la paranoia, aumentarán los gastos en defensa, seguridad, o sea, en uniformes, armas y represión y el siglo XXI caminará hacia la destrucción del orden internacional establecido. Tenga la sonrisa que tenga Obama, si no acaba definitivamente y de manera clara y sin componendas con lo heredado por Bush, será el ejecutor del plan final.

Por lo anteriormente intuido, la peor crisis va a ser la moral, y a la espera de la debacle definitiva, dejémonos invadir por los gusanos que despiden las programas navideñas, cuando se infantiliza absolutamente todo un poco más, cuando nos intenta hacer reír, ser buenos y alienarnos todavía más. Hagámoslo: más langostinos, más paté, más vino, más txapelas de chocolate, hasta que reventemos. Antes de que la tierra entera se llame Guantánamo.