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Análisis | Repercusiones de la crisis económica y financiera

Solidaridad de clase, organización y lucha, ante el alarmismo y el miedo

 En esa dirección de de recuperar la tasa de beneficios, la estrategia que están siguiendo esas elites es la de desviar dinero público a manos privadas, y permitir a golpe de ley que se sustituyan los pocos derechos laborales que quedan en un sistema totalmente desprotegido .

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Nekane JURADO, Igor URIARTE y Aitor BALDA Miembros de Elkartzen

En este primer artículo, analizan las repercusiones de la crisis y llegan a la raíz del problema. Nos advierten de la connivencia que hay entre las administraciones públicas y los poderes económicos para trasvasar fondos públicos para salvar a quienes han generado este tsunami.

Desde hace medio año, la crisis es uno de los temas estrella en los mass media. Eso sí, estos medios, más que informar sobre las razones de raíz de esta crisis, lo que están haciendo es crear opinión, sentimientos y sensaciones en la población, sin señalar a los responsables políticos que son los que han puesto en marcha y gestionado la política económica y financiera que ahora está en quiebra. Lejos de asumir responsabilidades las elites económicas y las diferentes administraciones guiadas por políticos tecnócratas están poniendo en marcha toda su maquinaria propagandística para instaurar la opinión de que la crisis, como un tsunami era impredecible, la han ocasionado en EEUU, y ellos gestores eficientes nos van a sacar de ella, casi sin rasguños, eso sí, necesitan nuestra confianza, que aceptemos ver aumentar el paro y que nos sigamos endeudando, para ello todas sus actuaciones se centran en abaratar los tipos de interés y rebajar los retenciones de impuestos para que tengamos más dinero disponible, que no más renta real, mientras que a la vez autorizan las congelaciones salariales y los ajustes de empleo.

Se oculta la verdadera razón y la raíz de esta crisis, admiten ciertas disfunciones del sistema en los últimos tiempos -burbuja inmobiliaria, burbuja financiera...-, pero presentan esas disfunciones como algo corregible, así pretenden «una reorientación o refundación del capitalismo» (asumiendo como buena la intervención pública sólo para salvar las tasas de beneficio del capital) sin que la esencia de explotación y precariedad de la población cambie, por el contrario la salida pretenden transitarla por la vía ancha de la máxima precarización social (aceptación de EREs, desempleo que doblará la tasa del de la UE, prejubilaciones de los cada vez más escasos trabajadores fijos, descenso de cotizaciones sociales, con el consiguiente descenso de futuros derechos, etc).

Y es que lo que está en crisis es el propio sistema capitalista. El crecimiento salvaje y las ansias de acumulación de beneficios han creado tal dualización social -recordemos que el PIB per capita en Hegoalde es de 33.000 euros- cuando la realidad muestra que el SMI es de 8.736 euros, las pensiones de 7.861,70 euros, y el mileurista es un privilegiado. Han creado tal cantidad de capital especulativo, conviviendo con el empobrecimiento de la población y su endeudamiento masivo -en 5 años se ha doblado el endeudamiento de las familias vascas- que ha hecho que el propio sistema se colapse. Pero esas elites no están dispuestas ni a ver reducidas sus ganancias ni a redistribuir la renta, olvidando que la economía keynesiana se basaba en una redistribución real de rentas, cosa que los políticos no contemplan en absoluto, centrándose solamente la rama del consumo, que no era el tronco keynesiano, y al no redistribuir renta tratan de incentivarlo facilitando el crédito.

En esa dirección de recuperar la tasa de beneficios, la estrategia que están siguiendo esas elites es la de desviar dinero público a manos privadas, y permitir a golpe de ley que se sustituyan los pocos derechos laborales que quedan en un sistema totalmente desprotegido, que les permita «ser competitivos» (tener menos costes de producción) y situarse en el ámbito salarial y de protección social a niveles asiáticos. Lo hicieron primero destinando grandes cantidades de dinero a la banca, a pesar que estos bancos han anunciado para 2008, sin vergüenza alguna, unas ganancias millonarias similares a las del 2007. Y lo hacen ahora dando cobertura legal a los 170 despidos diarios que se están realizando. Cuando exista suficiente carga de trabajo podrán contratar en condiciones aún más precarias mano de obra más cualificada, que los ahora despedidos.

Pero, ¿cómo es posible que ese pacto entre las elites económicas y políticas de desviar dinero público a manos privadas, de robar a los pobres para dar a los ricos, sea digerido por la clase trabajadora sin crear alarma social? Y es aquí donde entran los mass media, los educadores de la ideología del capital, que difunden un mensaje analgésico, para ser consumido adormilado en el sofá de Ikea.

Por un lado, desde las diferentes administraciones nos venden toda una serie de medidas seudo-sociales para hacer frente a la crisis, que sólo son parches. Si hubiesen repartido los 30.000 millones de euros, que gratuitamente han dado a la banca entre los 3 millones de parados hubieran correspondido 10.000 euros por parado, pero se lo dan solo a Botín y sus amigos y nos dicen que van a crear puestos de trabajo, y la realidad es que de octubre de 2008 al día de hoy en Euskal Herria se han destruido más de 30.000 empleos, y según el Eustat 13.000 familias de la CAV tienen todos sus miembros en paro. Nos anuncian ayudas al alquiler de vivienda, a la dependencia, a las pensiones... que quedan condicionadas por la existencia de fondos públicos, y la realidad es que ni siquiera se cumplen por parte de las administraciones. O demoran el pago de las hipotecas, bajando el importe mensual, pero subiendo la deuda global ya que habrá que pagar más intereses y más años de pago. Parches sin ir a la raíz, que no es otra que una política de rentas efectiva, basada en la distribución de la rentas con un SMI y una Renta Básica garantizada como mínimo igual al 50% y el 37,5% del PIB per capita respectivamente.

La situación es obscena. Las administraciones hacen de anti-Robin Hood y quitan dinero a los pobres para dárselo a los ricos. Además de lo dado a la banca, se está desviando grandes cantidades de dinero público vía presupuestos a las manos de los ladrones del lobby de la construcción en concepto de infraestructuras que están suponiendo un grave ataque a nuestro medioambiente -Puerto de Pasaia, Tren de Alta Velocidad, carreteras...-, sin que sus beneficios lleguen a los trabajadores, ya que utilizan subcontratas de subcontratas, con inmigrantes, muchas veces sin papeles.

Así se llenan los bolsillos las empresas que cada vez ingresan menos en el Impuesto de Sociedades a la vez que a sus propietarios se les suprime el Impuesto de Patrimonio, haciendo que la recaudación recaiga cada vez con mayor peso sobre las espaldas de la clase trabajadora (curiosamente en Francia van a financiar una batería de medidas sociales con la subida del Impuesto sobre el Patrimonio).

Por otro lado, y aquí está una de las claves de la gestión que se está haciendo desde las elites económicas y políticas de la actual situación socioeconómica, utilizan y difunden a través de esos medios de comunicación a su servicio el alarmismo dosificado, creando miedo e inseguridad en la población, pero esperanza en un futuro muy próximo, si confían en sus gestores políticos: miedo a perder el puesto de trabajo, miedo a no poder pagar la hipoteca, miedo a perder cuotas de consumo... pero más miedo a moverse, porque se les hace creer que la solución solo vendrá de la sabiduría de las instituciones, siempre y cuando se mantenga la paz social, y se acepten las reglas de juego. Y esa inseguridad y miedo, mezclada con la esperanza de que si somos buenos tendremos el premio, son las mejores armas psicológicas para maniatar y desactivar a la clase trabajadora, que observa cómo los derechos del trabajo se desmoronan y se disgrega apostando por estrategias individuales frente a las colectivas, buscando la propia seguridad.

Así, una vez que esas elites han creado miedo e inseguridad, sólo les queda presentarse a ellas mismas como las garantes para salir de esta situación. Nos vienen a decir que menos mal que en época de bonanza económica desde las instituciones se ha hecho una buena gestión para que ahora pueda haber dinero para reactivar la economía destinando grandes fondos a la iniciativa privada. Y es así cómo dan luz verde a una fiscalidad regresiva, a EREs y despidos, a desvíos de fondos... Además de decirnos que ésta es la única solución posible, nos piden que vayamos todos juntos y juntas en la misma dirección colaborando vía endeudamiento para el consumo a la reactivación de la economía.

Pero la clase trabajadora no puede optar por remar en la misma dirección con una clase política que desvía el dinero de todos y todas a los actores que nos roban -bancos- y a los empresarios que nos precarizan y explotan. No puede ni debe porque nuestros intereses son contrarios. Las elites económicas y políticas hablan de reorientar y refundar el capitalismo, pero la clase trabajadora no puede optar por ello, ya que es ese mismo sistema capitalista -aún no estando en crisis- quien le precariza y le explota. Y es que, ¿acaso en tiempos de bonanza económica se han repartido vía salarios dignos y trabajo estable los ingentes beneficios obtenidos por la banca y la patronal, o han pagado un nivel justo de impuestos para mejorar los servicios sociales? No. Es más, en esos tiempos una parte importante de la población no ha tenido garantizados derechos como la vivienda, el trabajo, unos ingresos dignos por encima del umbral de la pobreza, los servicios sociales... Por lo tanto, podemos concluir que un capitalismo «sano», es decir sin crisis, no es bueno para todos y todas.

Es lógico que la elite económica apueste por socializar la crisis, y pedirnos «responsabilidad y aceptación» de las duras medidas que se tomen, (congelación salarial, despidos de parte de las plantillas, EREs, menos cargas sociales para las empresas, etc.), pero es más lógico y es urgente y necesario que la clase trabajadora y los sectores populares, nos quitemos la venda de los ojos, y desertemos del juego de la «gallinita ciega» con el que nos dirigen al precipicio, y sin venda podamos apostar por un cambio político, social y económico que posibilite democratizar la economía, repartir la riqueza y el trabajo, y convivir en armonía con la naturaleza.

Para esto hay que vencer el miedo que nos provoca la alarma difundida por los mass media al servicio de las elites económicas y políticas. Para vencer ese miedo es necesario que nos juntemos, que nos organicemos y que reforcemos la solidaridad de clase, para cambiar este modelo económico y conquistar la libertad. Está en tus manos, mujer precarizada; en las tuyas, joven sin más futuro que el día a día precario; en las tuyas, pensionista que ocultas las carencias de tu pensión; en las tuyas, que haces colas en el Inem; en las tuyas, nekazari que te expropia el TAV; y en las tuyas, arrantzale que expulsan del mar, y en las tuyas estudiante que le organizan planes en Bolonia... Está en nuestras manos la fuerza para construir el muro solidario que nos salve del tsunami devastador de este modelo económico que se recompone para salir más fortalecido y vampírico. ¡Esta en nuestras manos!

Lo dijo Víctor Jara: A desalambrar, a desalambrar, que la tierra es nuestra, tuya y de aquel, que si las manos son nuestras es nuestro lo que nos den.

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