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«El dinero público debe impulsar un cambio de la base industrial vasca»

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Antón Borja
Doctor en economía de la UPV-EHU

El doctor en Economía de la UPV-EHU Antón Borja advierte de que la actual crisis económica ha sacado a la luz la vulnerabilidad de la industria vasca, debido a su falta de valor tecnológico, alto consumo energético y falta de inversión en el territorio vasco. Afirma que, a la vez que se hace frente a la crisis, debe cambiarse la base industrial de Euskal Herria, utilizando el dinero público como elemento tractor.

Pablo RUIZ DE ARETXABALETA |

Antón Borja sostiene que, en un escenario en que la crisis no afecta a todos los países por igual, Euskal Herria resulta muy vulnerable por su tejido industrial, y cree que, a la vez que se afrontan las consecuencias de la crisis, el dinero público, desde las instituciones y las cajas de ahorro, debe ser un elemento tractor para cambiar la base industrial hacia otro modelo.

¿Cuál es el alcance de la actual crisis económica?

No todos los países sufren igual. Sufren más el caso español, el inglés y el irlandés, porque tienen enraizado el modelo americano en el aspecto inmobiliario, de créditos baratos y del sector de la construcción como motor de la economía. Toda la zona euro tiene problemas parecidos pero en diferente grado. Por ejemplo, en el endeudamiento de las familias y en el endeudamiento de los gobiernos, que han inyectado dinero para salvar los bancos. Ese endeudamiento puede durar durante 2009 y 2010, pero si sigue creciendo dará lugar a un problema global. El Banco Central Europeo tendría que hacerse cargo de las deudas públicas y eso acarrearía graves problemas.

¿Entonces, qué tipo de medidas se deben adoptar?

Los países que han seguido la vía de la construcción, además de fomentar el consumo con bajos tipos de interés y ayudas a los asalariados, tienen que cambiar su base industrial. Pero eso no se hace a corto plazo. Los gobiernos más tocados por la crisis, como el caso español o el inglés, están en una pinza, porque las medidas a corto plazo pueden servir para paralizar un poco los problemas, pero la solución a una base industrial distinta implica más tiempo del que disponen.

¿Qué pasa en el caso vasco? Tanto Juan José Ibarretxe como Miguel Sanz dicen que estamos mejor que en el Estado español y se saldrá mejor de la crisis.

Es verdad que estamos mejor. No hemos entrado en recesión estrictamente hablando pero el crecimiento ha bajado del 4% de años anteriores al 2% en 2008. En 2009 lo vamos a pasar mal y en 2010 probablemente también. Compararse con el Estado español es hacer trampa. La CAV se tiene que comparar con Baviera, por ejemplo.

¿Llegaremos hasta la recesión?

La UE plantea en 2009 un crecimiento negativo y en 2010 del 1%. Seguro que en diciembre nos dará otras estimaciones pero en ese contexto, tenemos un problema con la construcción, que no tiene el mismo peso que en el Estado español, pero la vivienda afecta a cierto segmento, además de a muebles de cocina, electrodomésticos, bienes de consumo duraderos, cuyo consumo ha bajado. Si lo unimos a una crisis internacional del automóvil -y en este país tenemos 40.000 empleos en industrias de componentes del automóvil- y si además tenemos en cuenta que la economía vasca es exportadora, todos los sectores exportadores también se ven afectados. A eso tenemos que unir otros factores estructurales que no se han abordado.

¿Cuáles?

El 68% de la industria vasca ha funcionado con nivel tecnológico medio o bajo, según la OCDE, y tiene que competir con otros países con costes más bajos. Hemos perdido de diez a quince años en época de bonanza. Es un problema que no se puede solucionar ahora pero la crisis lo revela con más fuerza. Esos sectores van a sufrir ahora y después de la crisis. Un indicador de ese nivel tecnológico es que el gasto de I+D de la CAV es del 1,5% del PIB -Navarra gasta algo más-, cuando en la UE es del 1,9%. Eso señala una debilidad de la industria vasca, porque tampoco ha habido dinero público para impulsar ese tema. En número de patentes por mil habitantes estamos en la cola de Europa. Este tipo de factores dan lugar a que la vulnerabilidad de la industria vasca a medio plazo sea sensible. Si tenemos en cuenta que sectores como la siderometalurgia, el cemento o sectores químicos son altamente consumidores de energía y que este país tiene que comprar un porcentaje altísimo de la energía que consume, nos añade otro elemento de vulnerabilidad. El petróleo está barato pero va a subir. Esos factores salen a la luz ahora.

¿Cómo se puede cambiar esa base industrial?

Para dinamizar esa industria vasca que es vulnerable hace falta un soporte de dinero público. Las cajas pueden hacer mucho desde esa óptica, pero les conviene fusionarse. Tienen más de 21.000 millones de euros de depositantes, es un dinero que se puede utilizar con una lógica de revitalización industrial y de apoyo social. ¿Y por qué no subimos los impuestos a las rentas más altas? ¿Por qué no se vuelve a aplicar el Impuesto de Patrimonio?.

¿Se debe cambiar la política fiscal?

Una política fiscal de mayores ingresos posibilita que puedas empujar. La renta per capita media vasca es de 26.000 euros por persona-año y hay 440.000 contribuyentes que no alcanzan los 1.300 euros anuales, luego hay otros que llegan a los 50.000 o 60.000. Hay dinero, otra cosa ese cómo se distribuye. Es necesaria una política fiscal más progresiva. El Gobierno vasco sí que hace labores de crear un centro tecnológico del sector del automóvil, un centro de medio ambiente, otro energético... Son interesantes pero no son elementos decisivos para un nuevo tejido industrial. Para eso hace falta una inversión de capital público en la industria vasca que haga de tractor, que empuje. En los últimos quince años no ha habido capital privado tractor y ha habido mucho dinero público para apoyar empresas privadas. Pero no se sale de la crisis confiando solo en la iniciativa privada. De lo contrario, seguiremos en ella y será un proceso largo. Hay que ir hacia una base industrial mejorada, basada en mayor contenido tecnológico, en un mayor respeto al medio ambiente. Eso está muy unido a que haya un polo financiero vasco con un Gobierno vasco que tenga una orientación hacia una salida no neoliberal de la crisis. Como confiemos en el mercado exclusivamente no habrá salida.

¿No se puede confiar en las inversiones de las empresas?

Entre el año 1993 y 2008, el capital vasco invirtió 51.000 millones en el exterior mientras las inversiones que llegaron a Euskal Herria fueron de 12.000 millones. Al capital vasco no le interesa invertir en el territorio vasco. Es otro aspecto de la vulnerabilidad de la industria vasca. Muchas industrias están internacionalizadas, pero otra parte es capital vasco que funda empresas fuera porque son mas rentables.

¿A qué tipo de inversiones debe ir el dinero público?

Se ha hablado mucho de vivienda social, pero no ha habido realmente un impulso de la vivienda pública. Hay muchos pisos vacíos que no se quieren vender. El sector público tiene que tirar de la demanda y ese tirón puede ser inmediato. Por ejemplo en Sanidad, que tenía fama de ser un sector muy bueno, ha ido dejándose por falta de inversiones. Invirtiendo, a su vez potencias aspectos de investigación, de industria farmacéutica, con lo cual se genera una actividad industrial alrededor. En este mismo sentido y para mejorar el gasto de I+D, hay que impulsar la universidad pública, porque los déficit de investigación de la universidad pública son palmarios. No por investigar en el vacío sino para impulsar un modelo industrial más coherente que responda a necesidades sociales e industriales. Si no hay mas volumen de patentes, más investigaciones ligadas a demandas de tejido productivo no va a funcionar.

¿Y el gasto social?

Los nórdicos nos han enseñado hace muchos años que es perfectamente posible tener una industria competitiva con valor añadido y gasto en i+D de más del 2,5% y un nivel de cohesión social superior a la media europea. Aquí hay suficientes recursos para tener mayor cobertura social. Hay que frenar los EREs de empresarios especuladores, pero también mejorar las prestaciones sociales, como la renta básica. El presupuesto del Gobierno de Gasteiz y de Navarra tiene que ser más amplio y se tienen que endeudar. Hay que romper con el dogma del déficit cero y endeudarse con un lógica de ir a una salida de la crisis a medio plazo. O toman medidas desde ahora o en 2013 estaremos parecido.

¿Estas actuaciones son compatibles con hacer frente a la crisis a corto plazo?

Es difícil pero es posible. También supone cambiar de infraestructuras. El País Vasco tiene un modelo de desplazamiento intensivo del automóvil. No tenemos una red de trenes multifuncionales que unan cortos medios y largos recorridos. Infraestructuras tan simples como un tren o metro al aeropuerto de Bilbao o a la Univer- sidad. Se trata de hacer obras públicas que crean demanda y crean empleo.

Pero las instituciones sí anuncian planes de infraestructuras y de apoyos a empresas.

Algo se hace, pero no hay un diagnóstico serio de cómo está la industria vasca. Las medidas son dispersas y, aunque sean positivas, no tienen efectos sinérgicos. Hay un plan de competitividad, un plan de tecnología... Pero son gotas de agua que no forman un vaso de agua. El café para todos no es posible y hay que elegir. Por eso la cohesión social es clave. Y hay que ayudar a sectores empobrecidos, porque eso genera consumo. No tienen más remedio que consumir. Si ayudas a la clase media o clase alta no creas consumo, genera ahorro o ahorro para especular, que es distinto.

¿Estamos peor de lo que se nos cuenta?

Hay una pedagogía social. Zapatero sabía muy bien que la crisis era muy fuerte desde mayo del año pasado, pero la alarma social hace daño a la economía y luego está la cuestión electoral. Los gobiernos hacen como que hacen, pero en ningún sentido hay una conciencia de que el sector público sea un actor económico como el privado. Si la crisis ha demostrado que la banca privada hace lo que hace, ¿por qué la población europea tiene que aguantar sus desmanes? Todavía no se sabe la profundidad de la crisis y no se sabrá hasta que no haya un saneamiento de todos los bancos. No se ve una salida homogénea en Europa. Cada país va a salir como pueda. No hay dinero común y los votantes son de cada país.

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