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CRÓNICA La frontera entre Benín y Nigeria

Benín intenta poner freno a la criminalidad «made in Nigeria»

La noche cae sobre Sèmè-Kraké, el gran puesto fronterizo entre benín y nigeria. Una quincena de policías y gendarmes reciben sus últimas instrucciones y se suben a dos camnionetas pick-up. A falta de sirena, se adentran en la oscuridad con las luces de emergencia.

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Fiacre VIDJINGNINOU

Esta noche deben interceptar un vehículo robado en Cotonú que circula hacia la frontera. Dirección: Nigeria.

Para el pequeño y pacífico Benín, el peligro viene del este, de la Nigeria conocida por su criminalidad y su violencia endémica. Ambos países comparten 700 kilómetros de frontera, a la que se añade la vía marítima: gracias a las lagunas, los ladrones pueden partir desde Nigeria, hasta llegar al corazón de Cotonú -la capital económica del país-, llevar a cabo el golpe, y regresar.

De esta forma, en poco más de un año, hombres fuertemente armados se llevaron varios millones de euros en dos sangrientas internadas.

En abril de 2008, un comando arrampló con más de 7,3 millones de euros. En noviembre del mismo año, una decena de hombres atracó dos entidades bancarias. Balance: seis muertes, una veintena de heridos y un botín estimado en 6,2 millones de euros tras más de tres horas de tiroteo entre el Ejército y los agresores.

Hoy los bancos están cerrados y, un año más tarde, los comerciantes aún no lo han olvidado.

«¡Daba miedo!»

Antoine Oussou está aún conmocionado: «era la primera vez que veía gente disparando hacia todas partes, creí que acababa de empezar una guerra. ¡Daba miedo! Aún hoy, vengo al mercado con el temor en las entrañas», explica este cambista en el mercado Dantokpa de Cotonú, escenario de los dos ataques.

«Vinieron en chalupas por la laguna Nokoué que linda con el mercado, y volvieron a salir tranquilamente con más de seis millones de euros», añade.

Ante la escalada de la delincuencia, se reforzaron las patrullas policiales, tanto uniformadas, como de paisano.

«Antes funcionaba la ley del silencio. Podían robar junto a ti, pero nadie lo denunciaba por miedo a las represalias», explica el comisario Nazaire Hounnonkpe.

A raíz de este atraco a mano armada, cuyos autores nunca fueron localizados, las autoridades beninesas reactivaron la brigada de patrullas mixtas de policías y gendarmes en la frontera.

«Con esto no se arregla nada, puesto que sobre 700 kilómetros, sólo alcanzamos a cubrir 100. El resto de puntos de paso siguen siendo un coladero, son zonas donde la ley y el derecho no existen», critica un agente de Policía que pidió el anonimato en declaraciones a la agencia France Presse.

«Para toda esta zona en la que patrullan la Gendarmería y la Policía, sólo disponemos de dos coches que no funcionan la mitad de las veces. No disponemos de medios técnicos para realizar este trabajo de vigilancia fronteriza», se lamenta.

«Ante este bandolerismo que viene de nuestro vecino del este, reactivamos las patrullas mixtas», asegura el director general de la Policía, el comisario Anki Dosso Maïga.

«Nuestros agentes ejercen su misión en condiciones difíciles pero siempre obtienen buenos resultados, estamos orgullosos de ellos», confirma Ludovic Noudofinin, encargado de las fuerzas fronterizas.

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