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REFERÉNDUM IRLANDÉS SOBRE EL TRATADO DE LISBOA

Dublín ofrece el Tratado de Lisboa a cambio de la salvación económica

El «sí» al Tratado de Lisboa puede entenderse más como una llamada de socorro de los irlandeses a la Unión Europea que como una apuesta por este proyecto de reforma institucional. Si bien en el primer referéndum los votantes se opusieron al contenido del tratado, en esta segunda ocasión los irlandeses han votado para que la UE les proporcione la recuperación económica y los puestos de trabajo que su propio Gobierno parece incapaz de conseguir.

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Soledad GALIANA |

Los votantes irlandeses han refrendado el Tratado de Lisboa con una mayoría del 67,1%, y por el tono exultante de aquellos que apoyaban el texto europeo, el rechazo del primer referéndum ha pasado al olvido, con tan sólo el recordatorio de una mayoría contraria al documento en dos de los 43 distritos electorales irlandeses.

El primer ministro Brian Cowen saboreaba de manera especial el resultado, declarando que los irlandeses querían situarse en el centro del proyecto europeo. Durante una conferencia de prensa en la sede del Gobierno irlandés en Dublín, Cowen explicó que ahora trabajará «con nuestros socios europeos para asegurarnos de que las reformas de este tratado son implementadas».

El líder del Partido Laborista, Eamon Gilmore, cuyo partido hizo campaña a favor del Tratado, advirtió que la decisión favorable se produjo «a pesar del enfado y frustración que el pueblo siente frente a un Gobierno realmente impopular. El mayor obstáculo que hemos tenido durante la campaña ha sido, precisamente, la impopularidad del Gobierno».

El líder del la oposición, Enda Kenny, cuya formación política también apoyaba el «sí» al documento europeo, coincidió con Gilmore al afirmar que «era una victoria para la gente que había superado su enfado con la política y el cinismo de la política para poner el bienestar del país ante todo».

Pero desde la oposición al Tratado se criticó la campaña de miedo de los partidos favorables al Tratado. «Sólo hay que leer los posters», destacó la ex eurodiputada y ex Verde Patricia McKenna. «`Vota sí por el empleo, vota sí por la recuperación económica'. Como si un voto contra el Tratado nos fuera a sumir en la peor de las crisis. Y yo he recibido correos de personas en los que decían que estaban contra el Tratado pero que iban a votar a favor porque les habían hecho ciertas promesas. Habrá que ver que es lo que algunos en el Gobierno han pactado con ciertas organizaciones a puerta cerrada».

McKenna también hizo alusión a la financiación de la campaña a favor del Tratado, que podría haber incumplido la legalidad irlandesa, ya que «sobrepasó diez veces la inversión de los que apoyaban el `no' y ha sido apoyada ilegalmente por la Comisión Europea, los grupos políticos del Parlamento de Bruselas e incluso por el mismo Gobierno». McKenna acusó a la Comisión del Referéndum, organización que se supone independiente y neutral y que está encargada de informar, de haberse convertido en una herramienta de los partidarios del «sí».

La vicepresidenta de Sinn Féin, Mary Lou McDonald, incidió en que este voto no debía ser interpretado por el Gobierno como «apoyo para el NAMA o para los próximos presupuestos. La gente quiere el cambio».

El eurodiputado socialista irlandés, Joe Higgins, advirtió que el resultado favorable se debió «a la amenaza y al miedo» combinados con «promesas extravagantes de trabajo y recuperación económica».

A pesar de provenir de ideologías políticas opuestas, el líder de Libertas, Declan Ganley, que volvió a la política para defender la oposición al documento, compartió la opinión de Higgins, McKenna y McDonald. Ganley acusó a los que apoyaban el acuerdo de usar el miedo de los votantes al desempleo y el agravamiento de la crisis, y amenazó con volver al centro de recuento el próximo otoño con los posters exhibidos a favor del Tratado que prometen puestos de trabajo para «ver cómo se van cumpliendo las expectativas. No hemos ganado, pero al menos hemos dicho la verdad, y estoy orgulloso de ello», resaltó.

En este segundo referéndum, el Tratado ha obtenido el 67,1% de los votos -1.214.268 papeletas-, lo que refleja un cambio de opinión de un 20,5% de los votantes con respecto a la votación de junio de 2008, cuando un 53,4% rechazó el texto.

El número de votos opuestos ha sido, en esta ocasión, de 594.606. La participación también ha superado a la del año pasado en cinco puntos, alcanzando un 58%. El recuento se inició a las 9.00 y, si bien acabó a las 16.30, los primeros resultados oficiales se difundieron sobre las 13.00.

Aunque el apoyo al Tratado consiguió el respaldo de la mayoría en todos los distritos electorales de Dublín, la división entre clases económicas volvió a mostrarse en los porcentajes, con apoyos de más de un 80% en las zonas más adineradas de Dublín frente a un 60% en las áreas trabajadoras.

Los dos distritos electorales que rechazaron el Tratado se sitúan en el noroeste de la isla, en el condado de Donegal. Precisamente, por uno de estos distritos se presenta como candidata la viceprimera ministra irlandesa, Mary Coughlan, que en las últimas semanas ha recibido duras críticas por el pago de compensaciones y pensiones millonarias a individuos que se han visto obligados a dimitir debido al uso de dinero público para cubrir gastos personales escandalosos.

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«Todo el mérito por esta victoria descansa en los irlandeses. Han mostrado una Irlanda encarando su futuro con Europa. Irlanda está preparada para crecer y prosperar», declaró el primer ministro irlandés, Cowen.

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«Este voto no debe ser interpretado por el Gobierno como un apoyo para sus planes económicos o para los próximos presupuestos. La gente aún quiere un cambio», dijo Mary Lou McDonald, de Sinn Féin.

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«El resultado favorable al Tratado se debe entender en un contexto de amenaza y al miedo combinado con promesas extravagantes de trabajo y recuperación económica», afirmó el eurodiputado socialista Joe Higgins.

Un respiro para Irlanda y para la Unión Europea

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, afirmó que veía el voto positivo al Tratado de Lisboa como una muestra de la confianza del electorado irlandés en la Unión Europea y como una «señal de que Irlanda reconoce el papel que la Unión Europea ha jugado en la respuesta a la crisis económica».

El presidente del Parlamento de Estrasburgo, Jerzy Buzek, sostuvo que el resultado es «una buena noticia para Irlanda y Europa», pero no el final de la historia, ya que quedan cuestiones pendientes que preocupan a los europeos, y particularmente a aquellos que se opusieron al Tratado en Irlanda.

Para la canciller alemana, Angela Merkel, el resultado es «un paso importante», mientras que el premier francés, Nicolas Sarkozy, lo describió como «muy satisfactorio» y pidió a los países que aún no han ratificado el documento que den el paso lo antes posible.

Y si ahora la Unión Europea puede estar satisfecha y tranquila, el primer ministro irlandés, Brian Cowen, también se puede permitir un respiro en mitad de la crisis política que asola a Irlanda y que particularmente afecta a la credibilidad de su partido, involucrado directa o indirectamente en el escándalo de los gastos desmesurados ocasionados por el tren de vida de responsables de instituciones públicas y de algún que otro ministro. Un nuevo rechazo al referéndum habría hecho la permanencia de Cowen insostenible, aunque aún tiene que enfrentarse a varios desafíos, como las protestas contra los posibles recortes presupuestarios y la votación por la que las bases de los Verdes decidirán si apoyan el plan para comprar con la deuda tóxica de los bancos que prestaron dinero de forma desmesurada y arriesgada a los constructores irlandeses que ahora enfrentan la quiebra, y que ha sido bautizado como NAMA.

Evidentemente, el líder irlandés se siente en racha, y por ello Cowen se mostró «seguro» de que el Partido Verde seguirá en la coalición de Gobierno y que sus miembros ratificarán el NAMA en la convención del partido como los irlandeses han votado a favor del Tratado de Lisboa. Los Verdes han advertido que si sus miembros votan contra el proyecto, su participación en la coalición de Gobierno será insostenible. Un abandono de la coalición por parte de los Verdes forzaría la caída del Gobierno y la convocatoria de elecciones anticipadas en un momento en el que Fianna Fail y los Verdes están en su momento más bajo en cuanto a intención de voto. S. G.

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