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Reforma en el Estado francés

La derecha mete la tijera en el mapa electoral

Desde tiempos del ministro de Interior Charles Pasqua, en 1986, la cartografía electoral francesa no ha sufrido cambios mayores. La UMP de Sarkozy ha decidido meter ahora la tijera y el PS denuncia la reforma que ha iniciado esta semana su tramitación parlamentaria como un intento del sarkozysmo de preservar su hegemonía en la Asamblea Nacional.

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Maite UBIRIA

El Gobierno conservador francés quiere que los comicios legislativos de 2012 se disputen en base a un remodelado mapa de circunscripciones electorales. Siguiendo las directrices del presidente, Nicolas Sarkozy, y de su primer ministro, François Fillon, los expertos en cartografía electoral han puesto por ello manos a la obra hasta dar con un nuevo reparto de escaños.

Desde Matignon se defiende que con la reforma propuesta, que ha iniciado esta semana su tramitación parlamentaria, el Gobierno cumple con un requerimiento cursado por el Consejo Constitucional tras los comicios de 2007, cuando esta instancia hizo hincapié en la existencia de una brecha demográfica creciente entre circunscripciones.

Para los de Sarkozy, el proyecto de ley aprobado el 29 de julio pasado por el Consejo de Ministros y que será analizada en sesión pública por la Asamblea Nacional desde el pasado miércoles hasta el 20 de octubre, es una medida obligada, ya que de no adoptarse en el actual curso parlamentario se podría dar el caso de que el Consejo Constitucional no avalase los resultados que arrojen las urnas en 2012.

Bajo esa espada de Damocles, el ministerio que ha presidido hasta el 23 de junio pasado la lohizundarra Michèle Alliot-Marie y que ahora es capitaneado por uno de los más leales servidores de Sarkozy, Brice Hortefeux, ha encargado a dos expertos, el secretario de Estado de Interior, Alain Marleix, y a Hervé Fabre-Aubrespy, consejero del primer ministro Fillon, que perfilen, tijera en mano, el nuevo mapa electoral.

Según su proyecto, se mantiene el cómputo global de 577 escaños. Para cuadrar esa cifra con el objetivo básico de la reforma, que pasa por dotar de una mayor relevancia a las zonas que actualmente congregan a más volumen de población, los cartógrafos de Interior han establecido una franja básica de 125.000 habitantes. La reforma rompe con la tradición establecida en la III República de que cada departamento disponga al menos de dos representantes.

Presentado inicialmente como un retoque mínimo, el borrador que baraja el Gobierno obligaría a ajustar el reparto de escaños en un total de 45 departamentos.

Los distritos vascos

No es el caso del Departamento de Pirineos Atlánticos, que engloba a los territorios del norte de Euskal Herria. El departamento 64 cuenta con un total de seis distritos.

En Ipar Euskal Herria se dirimen, de este modo, dos escaños más un tercero compartido con Bearn en la elección a la Asamblea Nacional francesa. En los últimos comicios de 2007, los dos electos vascos en la Cámara Baja fueron a parar a la UMP (Jean Grenet y Alliot-Marie obtuvieron la carta de diputado, aunque la actual ministra de Justicia cedió luego su puesto a Daniel Poulou en junio de 2008) y en la cuarta circunscripción o mixta, fue elegido el centrista bearnés Jacques Lasalle.

En lo que respecta al Senado, en la Cámara Alta sesionan actualmente dos electos de Lapurdi, el alcalde de Biarritz, Didier Borotra, y la consejera municipal del PS de Angelu, Annie Jarraud-Vergnolles.

Al igual que en el departamento que engloba a Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa, en otra veintena de departamentos del Hexágono francés no se verá modificado el cómputo de escaños, aunque se plantearán cambios en los límites geográficos de algunas circunscripciones.

Una vez sometido el proyecto a la comisión ad hoc, que encabeza el ex presidente del Tribunal Constitucional, Yves Guéna, el boceto de nuevo reparto del mapa electoral quedaba a finales de julio en manos del Consejo de Estado, que ha formulado ya algunas propuestas de modificación con vistas al actual trámite parlamentario.

Tras la intervención de esas instancias se han corregido ciertos desequilibrios de color político, por lo que la supresión de circunscripciones ya no penalizaría de forma tan desproporcionada a la izquierda como en los borradores barajados en un principio.

Con todo, conocido el boceto electoral, el PS ha puesto en marcha la calculadora. El resultado en base a los últimos comicios de 2007 -cuya repetición, dicho sea de paso, parece a día de hoy una lejana quimera para el partido de la rosa- arroja un 18 a 15, es decir, de las circunscripciones que se verán suprimidas en 18 hay actualmente una mayoría de izquierda y en quince de derecha. La partida se antoja bastante más igualada en otros departamentos. Así es evidente que la UMP ha respetado los feudos electorales de algunos barones del PS, para tratar de neutralizar en parte un bloqueo abierto al proyecto por parte del partido de Martine Aubry. Con todo, los expertos en la maquinaria electoral del PS insisten en que la cartografía que se propone trata de perpetuar la aplastante mayoría de derecha.

«Según nuestros cálculos, la izquierda debería hacerse con el 51,3% de los votos en el conjunto del país para poder disponer de mayoría en la Asamblea Nacional», asevera Bruno Le Roux, quien fuera responsable de campaña bajo la batuta del entonces secretario general del PS, François Hollande.

La tradición cuenta pero...

La tradición parlamentaria gala hace casi obligado el consenso entre familias políticas opuestas en materia de legislación electoral.

De este modo, una intensa cocina precede a cada proyecto que afecta a materias como el reparto de escaños, a fin de asegurar una tramitación parlamentaria «de terciopelo». Bajo la mirada vigilante de los sabios -integrantes de los consejos de Estado y Constitucional- la Asamblea y el Senado suelen obviar, por lo habitual. cualquier debate de fondo sobre esta delicada materia.

Está por ver si en esta ocasión se respeta esa regla no escrita, ya que la oposición a Sarkozy encara el nuevo curso parlamentario con un buen número de querellas pendientes con el Gobierno y no se descarta que la tribuna de la Asamblea Nacional se convierta en uno de los campos de batalla preferenciales a unos meses de los comicios regionales de 2010.

El Elíseo trata de presentar como «fallos de comunicación» los errores de fondo cometidos en los últimos meses en relación a materias especialmente sensibles en tiempos de crisis económica. El mea culpa entonado por los asesores de imagen de Sarkozy en relación a la puesta en marcha del salario de solidaridad activa o RSA y al anuncio de la llamada tasa carbono no parece que vaya a servir para calmar los ánimos con respecto a la actitud del Ejecutivo conservador de hacer recaer sobre las espaldas de las clases medias y sectores populares la factura de la crisis económica.

Ni siquiera la decisión del Gobierno de restar peso a la reforma educativa, edulcorando algunos de los capítulos más conflictivos de la ley que tiene en pie de guerra a los liceos, parece que vaya a calmar los ánimos, ni en las calles ni tampoco en las sedes de los partidos políticos.

La imagen de Poitiers quema

De momento, los grandes medios de comunicación tratan de buscar respuesta sociológica y política a los graves disturbios ocurridos el pasado fin de semana en Poitiers, con el telón de fondo de la construcción de una nueva cárcel. Esa batalla urbana, como antes la revuelta en los arrabales parisinos, ha puesto de manifiesto los límites del discurso de Sarkozy y más en concreto su dificultad para impedir, sólo en base a leyes de seguridad, el estallido periódico de un malestar que impregna a amplios sectores de la sociedad.

Las fallas de la democracia francesa afloran tras esos sucesos, como también tras el debate a dos que librarán previsiblemente UMP y PS sobre el nuevo mapa electoral.

De ahí que desde la izquierda, NPA y PCF hayan optado por hacer campaña en favor de una reforma del sistema de escrutinio a fin de dotar de mayor representatividad a la Asamblea. A sabiendas de que el escrutinio proporcional puede horadar a corto su caudal de escaños, el PS ha cerrado puerta a ese debate con mayúsculas. Todo un síntoma.

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