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Pese a las sombras, los palestinos siguen echando en falta a Yasir Arafat

Cinco años después de la muerte de Yasir Arafat en un hospital francés, el pueblo palestino padece una de las situaciones más dramáticas de su historia, con Gaza y Cisjordania separadas y con dos gobiernos enfrentados mientras la colonización sionista aumenta y el Muro del Apartheid aísla a miles de personas.

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Martxelo DÍAZ

La biografía de Yasir Arafat, más conocido entre los palestinos como Abu Ammar, es la de un hombre nacido en El Cairo en 1929 y que dedicó la mayor parte de su vida a luchar por la libertad de su pueblo ante el enemigo israelí, pero que al final de la misma cedió a las presiones occidentales para suscribir en 1993 los Acuerdos de Oslo, que han establecido la situación que padece actualmente Palestina: con unas ciudades cisjordanas convertidas en bantustanes, aisladas entre sí, rodeadas de Muro y colonias sionistas, mientras la mayor parte del territorio permanece bajo control del Ejército israelí y Gaza sometida a un férreo bloqueo. Oslo fue el comienzo de una serie de procesos de negociación en los que la Autoridad Palestina fue cediendo cada vez más y más ante las exigencias israelíes y occidentales.

La imagen de un Arafat aislado y rodeado por los israelíes en la Muqata de Ramallah poco tiene que ver con el Arafat que lideraba la OLP -el referente histórico de la resistencia palestina-, que combatió a los israelíes y a sus aliados, que tuvo que huir de Líbano a Túnez y que en 1974 pronunció el famoso discurso ante la Asamblea General de la ONU en el que mostró al tiempo la pistola y la rama de olivo.

Sin embargo, Arafat continúa siendo un símbolo para el pueblo palestino y, pese al fin de su trayectoria vital, su figura despierta admiración entre miles y miles de personas. «Abu Ammar era y sigue siendo un símbolo de nuestra lucha. Es quien ha dirigio la nave palestina durante décadas a pesar de las tempestades», afirma a France Presse Mohammed Dhaher, un vecino de Jericó de 49 años.

«El presidente Arafat es un símbolo de la Revolución palestina y no puedo venir a Ramallah sin recitar la Fatiha [una sura del Corán] junto a su tumba», explica Nader Ismail a la misma agencia en la Muqata.

Según un reciente sondeo, el 81,9% de los palestinos lamenta la desaparición de su carismático líder. «Cuando Abu Ammar estaba entre nosotros todo el mundo nos respetaba, pero actualmente somos muy débiles. Somos como un balón de fútbol al que todo el mundo da patadas», proclama Sali Abu Nadir, profesor de Nablús.

Y es que la gestión del sucesor de Arafat, Mahmud Abbas, al frente de la Autoridad Palestina durante estos cinco años, únicamente puede ser calificada como deplorable. La ocupación sionista se ha consolidado e intensificado, mientras las acusaciones de corrupción contra su administración, que además ha reprimido a quienes combaten a los sionistas con las armas, hacen que su gestión no destaque por lo positivo. Si a esto se añade que Abbas no tiene el pasado de combatiente que tenía Arafat, la comparación resulta odiosa.

Crisis en Al-Fatah

Cinco años después de la muerte de Arafat, su formación, Al-Fatah, se encuentra inmersa en una profunda crisis. El Congreso de Belén, celebrado este verano, 20 años después del anterior, apostó por la continuidad de Abbas, cerrando la vía a otros posibles líderes como Marwan Barghouti, prisionero en una cárcel israelí.

Apenas tres meses después, Abbas ha anunciado que no se presentará a la reelección como presidente de la Autoridad Palestina en las elecciones que, unilateralmente, él mismo convocó pese a que se estaban celebrando conversaciones entre las formaciones palestinas para acabar con la división y se le pidió que retrasase los comicios hasta alcanzar un acuerdo.

Abbas ha ido aún más lejos y se ha mostrado dispuesto a abandonar sus cargos en la OLP y en Al-Fatah. Los occidentales se han apresurado a pedirle que recapacite y que se mantenga en el cargo.

Marwan Barghouti y Mohammed Dahlan, posibles sucesores

El anuncio de retirada de Abbas ha vuelto a abrir el debate sobre quién será el sucesor al frente de Al-Fatah y, por consiguiente, principal candidato a gobernar la Autoridad Palestina. Los analistas subrayan que hay dos candidatos que pueden optar al puesto, dos candidatos que representan los dos almas de Al-Fatah.

Por un lado, estaría Marwan Barghouti, encarcelado en una cárcel israelí por llevar a cabo una acción armada contra el ocupante. Por el otro, Mohammed Dahlan, un personaje oscuro vinculado a numerosos servicios secretos como la CIA.

La relación que cada uno mantiene con Hamas es significativa. Barghouti es uno de los presos cuya liberación reclama Hamas en las negociaciones en torno al soldado Gilad Shalit. A Dahlan le acusan de colaborar con la CIA e Israel para tratar de derrocar a Hamas en Gaza. M.D.

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