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Sitúan el negacionismo de la tortura como una prueba más de su existencia

En la víspera del vigesimonoveno aniversario de la muerte del zizurkildarra Joxe Arregi a consecuencia de las torturas, en Donostia se presentó un nuevo libro sobre esta práctica. Una realidad evidenciada en múltiples denuncias, pese al negacionismo instaurado.
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Gari MUJIKA |

«Desconfiemos de aquellos lugares donde se presume que no existe la tortura. Es falso. Confiemos en los que lo denuncian». Así de tajante se mostró ayer Jorge del Cura, representante de la Coordinadora para la Prevención de la Tortura, en la presentación del tercer libro que escribe Xabier Makazaga sobre la práctica de la tortura en el país. Una realidad de tal fuerza que, según apuntó este zarauztarra vía internet desde Bruselas, «me hizo abandonar Euskal Herria hace ya seis años y medio, por el miedo a padecerla».

«Manual del torturador español» es el título del libro editado recientemente por Txalaparta, donde Makazaga desenmascara «la falacia» de que son los que denuncian torturas los que «siguen un manual». Recuerda cómo las llamadas democracias occidentales hicieron suyos sendos manuales publicados por la CIA estadounidense para la práctica de la tortura. «Dos Best Seller para los torturadores de todo el mundo», apostilló el represaliado.

Añadió que para que la tortura sea una realidad requiere también de «colaboracionistas» -desde jueces hasta medios de comunicación-, cuya actitud definió en dos palabras: «Silencio y negacionismo». Sin embargo, hay situaciones en las que las pruebas son tan apabullantes que imposibilitan su ocultación, aunque siempre las autoridades tiendan a ello. Así, cabe recordar el caso de Unai Romano, cuya querella se encuentra ahora en Europa tras ser rechazada en todas las instancias españolas, o el caso de Igor Portu y Mattin Sarasola, que se encamina hacia la vista oral en un juzgado de Donostia. Preguntado al respecto, Jorge del Cura calificó de «vergonzoso el planteamiento de la Fiscalía. No hay conmoción, no hay justificación alguna para buscar alguna atenuante a esa práctica. Creo que es una forma más de hacer aceptable la práctica de la tortura».

Según este militante contra la tortura, la aceptación de la tortura en el Estado español ronda «entre el 18 y el 36%», según dos estudios de 2006 y 2008. «Si preguntásemos, en lugar de tortura, con mano dura u otros eufemismos, ese número de personas que aceptaría esa práctica de la tortura estaría entre el 60 y el 70%. Ése es uno de los grandes problemas de la sociedad española, de la europea... Se está justificando la tortura», alertó Del Cura.

«Con pelos y señales»

Jorge del Cura cita como dato que en el Estado español recogen anualmente una media de 700 denuncias, «y cada año va en aumento». Makazaga apunta que en el caso de los vascos se tortura sistemáticamente. Y para ello lo compara con lo que ocurre con los militantes vascos en el Estado francés, donde optan por el silencio y «no cuentan nada con pelos y señales» -como dice Rubalcaba- ni hay autoinculpaciones.

El hecho mismo de que instancias internacionales sigan realizando al Estado español las mismas recomendaciones que sigue incumpliendo reiteradamente es, para los ponentes, otro elemento que evidencia la obstinación en ocultar la tortura. «La ausencia de tortura no es símbolo de democracia, sino que su denuncia debería ser el ejemplo de democracia», agrega Del Cura. De hecho, el miércoles la Ertzaintza detuvo a dos personas por denunciarla.

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